José Luis Jiménez, experto mundial en aerosoles, señala que se puede compartir material escolar o juguetes sin mayor peligro
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Esos socorristas de piscinas perdiendo el tiempo gratis desinfectando tumbonas cada vez que se levantaba uno, a última hora fulmigar con un cacharro clorado de 14 kg al limbo toda la playa de la piscina; puertas, barandillas, parques infantiles, los toboganes de los niñitos a desinfectarlos, ese oculista o masajista que te tenía en espera, que debía desinfectar la habitación así que a ver si podías venir a otra hora o llama antes cita previa, etcétera.
Ya no hablemos el sinfín de dinero aplicado en la ridícula desinfección obsesiva de todas las instalaciones deportivas públicas, que si esa máquina del gimnasio no puedes usarla que hay que desinfectarla, que si las duchas de la piscina, que si mierdas, así en todo España y mundo desarrollado. Despilfarrando pasta, que cae del cielo en forma de deuda astronómica, o la excusa perfecta (por cuestiones de seguridad covid) para que nuestros funcionarios, banqueros, y políticos presten un servicio miserable (cerrando o restringiendo funciones) al tiempo que cobran todos el 100% del salario.