Tras todo el día pateando Estocolmo estoy en el hotel. Absolutamente nadie lleva mascarilla en ningún sitio y bajo ninguna circunstancia. No es que no la lleven puesta, es que tampoco la llevan de babero. Simplemente no existen.
Bares, restaurantes, tiendas y demás, hasta arriba. Cero restricciones de aforo. Cero.
Distancia de seguridad la guardan los coches, no las personas. En una tienda pequeña del centro estábamos todos juntos y pegados, todos sin mascarilla. El personal de los sitios, incluyendo camareros, tampoco.
Nadie mira mal a nadie por no llevar mascarilla. Los viejos no se asustan de cruzarse con nadie.
Al parecer, aquí siempre ha sido así. No ha habido confinamiento, ni cierres, ni hostias, no nada
Es como 2019. En España, mientras, la gente se la pone estando sola en el monte, o en el coche, o con su mujer, o en una calle desierta. Solidaridad, responsabilidad, nos dicen que se llama eso.