Coronavirus: foreros sin nadie que se les quiera acercar ni a pegarle el COVIC el Gnomo

Es un confinamiento un poco gay, porque básicamente pueden salir para todo lo que les salga de los cojones. Falta que los kavayero, kavayero interpreten que caminar no es hacer ejercicio (que también llegará).

El punto bueno será cuando los geos vayan casa por caas echando puertas abajo, para que la sanitaria en escafandra vacune sin piedat. Por supuesto, todos los vecinos del edificio jaleando a los gladiadores, sobre todo los que llevan meses cuchicheando que si el del 5º C no se ha vacunado y el del 1º A ha muerto por su culpa pese a tener 98 años y cáncer terminal.

Todo llega, lo veremos.
 
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En la isla de Guadalupe llevan cuatro días de disturbios porque el gobierno quiere imponer el pasaporte Covid para casi todo:

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JijijiJOJKOO
 

Carta abierta a los imbéciles

Mi nombre es Juan Manuel Jiménez Muñoz. Soy médico de familia en Málaga. Tengo 60 años, y ejerzo mi profesión desde hace 35. Mi número de colegiado es el 4.787. Y este dato lo aporto por si alguien, a raíz de esta lectura, me quiere denunciar o poner una querella. Será un honor.

El método científico, desde Galileo Galilei, nos ha sacado de las sombras. La electricidad, la radio, la televisión, los GPS, los teléfonos, los viajes espaciales, los antibióticos, las vacunas, los telescopios, la anestesia general, el saneamiento de las ciudades, la depuración del agua, las radiografías, las resonancias, los rascacielos, los aviones, los trenes, el cine, las fotografías, los ordenadores, y nuestra vida al completo, dependen de una ocurrencia de Galileo. Una ocurrencia en tres pasos para averiguar entre todos cómo funciona el mundo:

1-Establecer una hipótesis plausible sobre un problema concreto. Por ejemplo: “yo creo que el agua estancada contiene unos animalitos minúsculos que causan enfermedades”. O: “yo creo que cuando un imán gira alrededor de una bobina se genera una corriente eléctrica”. O: “yo creo que la Tierra gira alrededor del Sol, y no al revés”.

2-Realizar experimentos para comprobar la veracidad o la falsedad de esa hipótesis.

3-Publicar los experimentos para que cualquier otro los pueda reproducir, afirmar o refutar.

Y ya está. Qué tontería. Y gracias a eso, Y NADA MÁS QUE A ESO, la sociedad de 2020 es completamente distinta a la de 1700. Diré más. Si como por arte de magia pudiésemos trasladar un habitante del año 1 hasta el año 1700, apenas notaría diferencias en lo esencial de la vida: se adaptaría sin problema. Pero si trasladásemos a un habitante del año 1700 al 2020, se moriría del susto. Literalmente.

Gracias al método científico tenemos herramientas para erradicar una pandemia, o para hacerla soportable: la del coronavirus, por ejemplo. Gracias a la ciencia no hay viruela. Gracias a la ciencia no hay leprosos en Europa (o son casos muy contados). Gracias a la ciencia, los pacientes VIH positivos ya no se mueren de SIDA, sino que llevan su enfermedad como los pacientes crónicos. Gracias a la ciencia, muchos cánceres se curan.

Y que después de 300 años de éxitos tenga uno que soportar lo insoportable, resulta estremecedor: la caída del modelo y la sustitución por la farsa, por la charlatanería, por la incultura, por el pensamiento mágico, por la vulgaridad, por el despropósito y por la democracia aplicada a la ciencia, donde el analfabeto opina sobre el coronavirus en igualdad de altavoces que el más docto catedrático de virología, y donde los tratamientos y las medidas de contención de una epidemia son a la carta.

Hay grupos organizados que parecen añorar la Alta Edad Media, aquella que tan magníficamente plasmó Umberto Eco en “El Nombre de la Rosa”: con su mugre y sus hambrunas, con sus gentes muriéndose de peste o de viruela, con los libros encerrados en monasterios sin acceso para nadie, sin luz eléctrica, sin agua potable, sin nada.

Aunando esfuerzos, una mezcla infernal de terraplanistas, antivacunas, conspiranoicos, sectas satánicas, neonazis, adoradores de ovnis, hedonistas ácratas, cazadores de masones, fetichistas de los porros, delirantes con el 5G, ecologistas que no han visto jamás una gallina e imbéciles con pedigrí, pululan en todas las redes sociales instaurando una nueva religión que, mucho me temo, está calando más de lo que imaginaba en una población carente de cultura y liderazgo. Eso no es nuevo. Tarados los hubo siempre. Pero médicos y biólogos liderando imbéciles acientíficos y abjurando de la ciencia para adquirir una fama pasajera, eso nunca lo viví. Y nunca pensé que mis ojos lo verían. Y nunca creí que los Colegios de Médicos, o de Biólogos, giraran la cabeza hacia otra parte y no alzaran su voz contra el medievalismo.

Que un grupo de 200 médicos se autodenomine “Médicos Por la Verdad”, ya es una ofensa gravísima para el resto de los médicos que ejercemos en España, que somos 160.000. Porque quiere decir, ni más ni menos, que los 159.800 médicos restantes que no estamos en la secta somos “Médicos Por la Mentira”. Y a mí no me llama mentiroso ningún hijo de la gran puta. Por mucho título que tenga.

Que se estén dando conferencias, y publicando libros (uno de ellos con seis ediciones en un mes), para afirmar que no hay pandemia, o que los individuos sin síntomas no contagian, o que esto es igual que una gripe, o que es preferible la experiencia personal a las publicaciones científicas revisadas por pares, o que el dióxido de cloro funciona contra el coronavirus, o que el dióxido de cloro no es tóxico, o que las vacunas que existen ahora provocan autismo, o que las vacunas llevan microchips para controlarnos, o que los aviones esparcen desde el cielo cristales para contagiarnos, o que no llevar mascarillas es un acto saludable de rebeldía, resultaría risible si no fuese mortal de necesidad, y si quienes defienden esas barbaridades fuesen mariscadores gallegos, aceituneros andaluces o pescadores cántabros, y no licenciados o doctorados por una Universidad.

Hace poco, sesenta imbéciles acudieron a Las Canarias para reunirse en una playa a contagiarse a propósito. Habían quedado por Internet. Y yo, desde mi muro, acuso a quienes deberían ser líderes sociales, y no lo son, de favorecer esos comportamientos criminales con sus discursos absurdos.

No es época de división, ni de actuar cada uno a su bola. Por desgracia, nadie lidera la crisis. Es evidente. Digo ningún político. El Gobierno Central ha dimitido de sus responsabilidades. Incluso tiene que sobornar a los autonómicos para que acudan a las reuniones. 17 Reinos de Taifas, 17 desastres organizativos. A cuál peor. Ni una puñetera norma en común. Ni un solo registro compatible. Y además de eso, por si fuese poco, una sarta de embusteros con el título de licenciado envenenan a la sociedad en lugar de aconsejarla, de guiarla, de cuidarla, prestándose a decir lo que muchos quieren escuchar, lo que ahora vende: que el coronavirus es un invento de las superpotencias para disminuir la población mundial, para enriquecer a las farmacias y para cargarse a los ancianos, pero que, sin embargo (y mira tú que curiosa paradoja), la tal pandemia no existe.

Compañeros médicos, biólogos, abogados, farmacéuticos y licenciados de toda clase y condición que habéis optado por llevarnos otra vez a la Edad Media: sois la vergüenza de la profesión, y no sois dignos de que os llamemos compañeros, y mucho menos científicos. Sois pocos, pero metéis mucho ruido y confundís. Sois pocos, sí. Pero mala gente. Y decís cosas por las que, de haberlas dicho en la Facultad de Medicina o de Biología cuando eráis estudiantes, jamás habríais obtenido ese título del que ahora os valéis para vuestro propio beneficio. Un título del que, si de mí dependiera, seríais desposeídos de inmediato. Lástima que no se pueda.

Podría elegir muchas estupideces de las que defendéis, muchas barbaridades solemnes, pero me centraré en una sola, que en vuestra boca merecería la cárcel: “las personas sin síntomas no contagian”. Cagoentóloquesemenea. ¿Dónde estabais el día que explicaron la tuberculosis, o el SIDA, o la varicela? ¿No contagian los VIH positivos a pesar de estar asintomáticos? ¿No hay tuberculosos bacilíferos sin síntomas de enfermedad? ¿No se contagia la varicela desde pacientes en fase prodrómica? En fin. Mejor callar, que me van a estallar las meninges.

Sois líderes que habéis elegido no serlo para convertiros en bufones. Y eso, en época de zozobra, no tiene perdón de Dios. Ojalá se os seque la yerbabuena.

Ah. Y otra cosa. Mis señas las di al principio. A ver si tenéis cojones para meteros conmigo. Cojones, digo; ya que neuronas… las justitas pa beber sin ahogarse.

Cagoentó.

Juan Manuel Jimenez Muñoz.

Médico del Servicio Andaluz de Salud.
 

Carta abierta a los imbéciles

Mi nombre es Juan Manuel Jiménez Muñoz. Soy médico de familia en Málaga. Tengo 60 años, y ejerzo mi profesión desde hace 35. Mi número de colegiado es el 4.787. Y este dato lo aporto por si alguien, a raíz de esta lectura, me quiere denunciar o poner una querella. Será un honor.

El método científico, desde Galileo Galilei, nos ha sacado de las sombras. La electricidad, la radio, la televisión, los GPS, los teléfonos, los viajes espaciales, los antibióticos, las vacunas, los telescopios, la anestesia general, el saneamiento de las ciudades, la depuración del agua, las radiografías, las resonancias, los rascacielos, los aviones, los trenes, el cine, las fotografías, los ordenadores, y nuestra vida al completo, dependen de una ocurrencia de Galileo. Una ocurrencia en tres pasos para averiguar entre todos cómo funciona el mundo:

1-Establecer una hipótesis plausible sobre un problema concreto. Por ejemplo: “yo creo que el agua estancada contiene unos animalitos minúsculos que causan enfermedades”. O: “yo creo que cuando un imán gira alrededor de una bobina se genera una corriente eléctrica”. O: “yo creo que la Tierra gira alrededor del Sol, y no al revés”.

2-Realizar experimentos para comprobar la veracidad o la falsedad de esa hipótesis.

3-Publicar los experimentos para que cualquier otro los pueda reproducir, afirmar o refutar.

Y ya está. Qué tontería. Y gracias a eso, Y NADA MÁS QUE A ESO, la sociedad de 2020 es completamente distinta a la de 1700. Diré más. Si como por arte de magia pudiésemos trasladar un habitante del año 1 hasta el año 1700, apenas notaría diferencias en lo esencial de la vida: se adaptaría sin problema. Pero si trasladásemos a un habitante del año 1700 al 2020, se moriría del susto. Literalmente.

Gracias al método científico tenemos herramientas para erradicar una pandemia, o para hacerla soportable: la del coronavirus, por ejemplo. Gracias a la ciencia no hay viruela. Gracias a la ciencia no hay leprosos en Europa (o son casos muy contados). Gracias a la ciencia, los pacientes VIH positivos ya no se mueren de SIDA, sino que llevan su enfermedad como los pacientes crónicos. Gracias a la ciencia, muchos cánceres se curan.

Y que después de 300 años de éxitos tenga uno que soportar lo insoportable, resulta estremecedor: la caída del modelo y la sustitución por la farsa, por la charlatanería, por la incultura, por el pensamiento mágico, por la vulgaridad, por el despropósito y por la democracia aplicada a la ciencia, donde el analfabeto opina sobre el coronavirus en igualdad de altavoces que el más docto catedrático de virología, y donde los tratamientos y las medidas de contención de una epidemia son a la carta.

Hay grupos organizados que parecen añorar la Alta Edad Media, aquella que tan magníficamente plasmó Umberto Eco en “El Nombre de la Rosa”: con su mugre y sus hambrunas, con sus gentes muriéndose de peste o de viruela, con los libros encerrados en monasterios sin acceso para nadie, sin luz eléctrica, sin agua potable, sin nada.

Aunando esfuerzos, una mezcla infernal de terraplanistas, antivacunas, conspiranoicos, sectas satánicas, neonazis, adoradores de ovnis, hedonistas ácratas, cazadores de masones, fetichistas de los porros, delirantes con el 5G, ecologistas que no han visto jamás una gallina e imbéciles con pedigrí, pululan en todas las redes sociales instaurando una nueva religión que, mucho me temo, está calando más de lo que imaginaba en una población carente de cultura y liderazgo. Eso no es nuevo. Tarados los hubo siempre. Pero médicos y biólogos liderando imbéciles acientíficos y abjurando de la ciencia para adquirir una fama pasajera, eso nunca lo viví. Y nunca pensé que mis ojos lo verían. Y nunca creí que los Colegios de Médicos, o de Biólogos, giraran la cabeza hacia otra parte y no alzaran su voz contra el medievalismo.

Que un grupo de 200 médicos se autodenomine “Médicos Por la Verdad”, ya es una ofensa gravísima para el resto de los médicos que ejercemos en España, que somos 160.000. Porque quiere decir, ni más ni menos, que los 159.800 médicos restantes que no estamos en la secta somos “Médicos Por la Mentira”. Y a mí no me llama mentiroso ningún hijo de la gran puta. Por mucho título que tenga.

Que se estén dando conferencias, y publicando libros (uno de ellos con seis ediciones en un mes), para afirmar que no hay pandemia, o que los individuos sin síntomas no contagian, o que esto es igual que una gripe, o que es preferible la experiencia personal a las publicaciones científicas revisadas por pares, o que el dióxido de cloro funciona contra el coronavirus, o que el dióxido de cloro no es tóxico, o que las vacunas que existen ahora provocan autismo, o que las vacunas llevan microchips para controlarnos, o que los aviones esparcen desde el cielo cristales para contagiarnos, o que no llevar mascarillas es un acto saludable de rebeldía, resultaría risible si no fuese mortal de necesidad, y si quienes defienden esas barbaridades fuesen mariscadores gallegos, aceituneros andaluces o pescadores cántabros, y no licenciados o doctorados por una Universidad.

Hace poco, sesenta imbéciles acudieron a Las Canarias para reunirse en una playa a contagiarse a propósito. Habían quedado por Internet. Y yo, desde mi muro, acuso a quienes deberían ser líderes sociales, y no lo son, de favorecer esos comportamientos criminales con sus discursos absurdos.

No es época de división, ni de actuar cada uno a su bola. Por desgracia, nadie lidera la crisis. Es evidente. Digo ningún político. El Gobierno Central ha dimitido de sus responsabilidades. Incluso tiene que sobornar a los autonómicos para que acudan a las reuniones. 17 Reinos de Taifas, 17 desastres organizativos. A cuál peor. Ni una puñetera norma en común. Ni un solo registro compatible. Y además de eso, por si fuese poco, una sarta de embusteros con el título de licenciado envenenan a la sociedad en lugar de aconsejarla, de guiarla, de cuidarla, prestándose a decir lo que muchos quieren escuchar, lo que ahora vende: que el coronavirus es un invento de las superpotencias para disminuir la población mundial, para enriquecer a las farmacias y para cargarse a los ancianos, pero que, sin embargo (y mira tú que curiosa paradoja), la tal pandemia no existe.

Compañeros médicos, biólogos, abogados, farmacéuticos y licenciados de toda clase y condición que habéis optado por llevarnos otra vez a la Edad Media: sois la vergüenza de la profesión, y no sois dignos de que os llamemos compañeros, y mucho menos científicos. Sois pocos, pero metéis mucho ruido y confundís. Sois pocos, sí. Pero mala gente. Y decís cosas por las que, de haberlas dicho en la Facultad de Medicina o de Biología cuando eráis estudiantes, jamás habríais obtenido ese título del que ahora os valéis para vuestro propio beneficio. Un título del que, si de mí dependiera, seríais desposeídos de inmediato. Lástima que no se pueda.

Podría elegir muchas estupideces de las que defendéis, muchas barbaridades solemnes, pero me centraré en una sola, que en vuestra boca merecería la cárcel: “las personas sin síntomas no contagian”. Cagoentóloquesemenea. ¿Dónde estabais el día que explicaron la tuberculosis, o el SIDA, o la varicela? ¿No contagian los VIH positivos a pesar de estar asintomáticos? ¿No hay tuberculosos bacilíferos sin síntomas de enfermedad? ¿No se contagia la varicela desde pacientes en fase prodrómica? En fin. Mejor callar, que me van a estallar las meninges.

Sois líderes que habéis elegido no serlo para convertiros en bufones. Y eso, en época de zozobra, no tiene perdón de Dios. Ojalá se os seque la yerbabuena.

Ah. Y otra cosa. Mis señas las di al principio. A ver si tenéis cojones para meteros conmigo. Cojones, digo; ya que neuronas… las justitas pa beber sin ahogarse.

Cagoentó.

Juan Manuel Jimenez Muñoz.

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Carta abierta a los imbéciles

Mi nombre es Juan Manuel Jiménez Muñoz. Soy médico de familia en Málaga. Tengo 60 años, y ejerzo mi profesión desde hace 35. Mi número de colegiado es el 4.787. Y este dato lo aporto por si alguien, a raíz de esta lectura, me quiere denunciar o poner una querella. Será un honor.

El método científico, desde Galileo Galilei, nos ha sacado de las sombras. La electricidad, la radio, la televisión, los GPS, los teléfonos, los viajes espaciales, los antibióticos, las vacunas, los telescopios, la anestesia general, el saneamiento de las ciudades, la depuración del agua, las radiografías, las resonancias, los rascacielos, los aviones, los trenes, el cine, las fotografías, los ordenadores, y nuestra vida al completo, dependen de una ocurrencia de Galileo. Una ocurrencia en tres pasos para averiguar entre todos cómo funciona el mundo:

1-Establecer una hipótesis plausible sobre un problema concreto. Por ejemplo: “yo creo que el agua estancada contiene unos animalitos minúsculos que causan enfermedades”. O: “yo creo que cuando un imán gira alrededor de una bobina se genera una corriente eléctrica”. O: “yo creo que la Tierra gira alrededor del Sol, y no al revés”.

2-Realizar experimentos para comprobar la veracidad o la falsedad de esa hipótesis.

3-Publicar los experimentos para que cualquier otro los pueda reproducir, afirmar o refutar.

Y ya está. Qué tontería. Y gracias a eso, Y NADA MÁS QUE A ESO, la sociedad de 2020 es completamente distinta a la de 1700. Diré más. Si como por arte de magia pudiésemos trasladar un habitante del año 1 hasta el año 1700, apenas notaría diferencias en lo esencial de la vida: se adaptaría sin problema. Pero si trasladásemos a un habitante del año 1700 al 2020, se moriría del susto. Literalmente.

Gracias al método científico tenemos herramientas para erradicar una pandemia, o para hacerla soportable: la del coronavirus, por ejemplo. Gracias a la ciencia no hay viruela. Gracias a la ciencia no hay leprosos en Europa (o son casos muy contados). Gracias a la ciencia, los pacientes VIH positivos ya no se mueren de SIDA, sino que llevan su enfermedad como los pacientes crónicos. Gracias a la ciencia, muchos cánceres se curan.

Y que después de 300 años de éxitos tenga uno que soportar lo insoportable, resulta estremecedor: la caída del modelo y la sustitución por la farsa, por la charlatanería, por la incultura, por el pensamiento mágico, por la vulgaridad, por el despropósito y por la democracia aplicada a la ciencia, donde el analfabeto opina sobre el coronavirus en igualdad de altavoces que el más docto catedrático de virología, y donde los tratamientos y las medidas de contención de una epidemia son a la carta.

Hay grupos organizados que parecen añorar la Alta Edad Media, aquella que tan magníficamente plasmó Umberto Eco en “El Nombre de la Rosa”: con su mugre y sus hambrunas, con sus gentes muriéndose de peste o de viruela, con los libros encerrados en monasterios sin acceso para nadie, sin luz eléctrica, sin agua potable, sin nada.

Aunando esfuerzos, una mezcla infernal de terraplanistas, antivacunas, conspiranoicos, sectas satánicas, neonazis, adoradores de ovnis, hedonistas ácratas, cazadores de masones, fetichistas de los porros, delirantes con el 5G, ecologistas que no han visto jamás una gallina e imbéciles con pedigrí, pululan en todas las redes sociales instaurando una nueva religión que, mucho me temo, está calando más de lo que imaginaba en una población carente de cultura y liderazgo. Eso no es nuevo. Tarados los hubo siempre. Pero médicos y biólogos liderando imbéciles acientíficos y abjurando de la ciencia para adquirir una fama pasajera, eso nunca lo viví. Y nunca pensé que mis ojos lo verían. Y nunca creí que los Colegios de Médicos, o de Biólogos, giraran la cabeza hacia otra parte y no alzaran su voz contra el medievalismo.

Que un grupo de 200 médicos se autodenomine “Médicos Por la Verdad”, ya es una ofensa gravísima para el resto de los médicos que ejercemos en España, que somos 160.000. Porque quiere decir, ni más ni menos, que los 159.800 médicos restantes que no estamos en la secta somos “Médicos Por la Mentira”. Y a mí no me llama mentiroso ningún hijo de la gran puta. Por mucho título que tenga.

Que se estén dando conferencias, y publicando libros (uno de ellos con seis ediciones en un mes), para afirmar que no hay pandemia, o que los individuos sin síntomas no contagian, o que esto es igual que una gripe, o que es preferible la experiencia personal a las publicaciones científicas revisadas por pares, o que el dióxido de cloro funciona contra el coronavirus, o que el dióxido de cloro no es tóxico, o que las vacunas que existen ahora provocan autismo, o que las vacunas llevan microchips para controlarnos, o que los aviones esparcen desde el cielo cristales para contagiarnos, o que no llevar mascarillas es un acto saludable de rebeldía, resultaría risible si no fuese mortal de necesidad, y si quienes defienden esas barbaridades fuesen mariscadores gallegos, aceituneros andaluces o pescadores cántabros, y no licenciados o doctorados por una Universidad.

Hace poco, sesenta imbéciles acudieron a Las Canarias para reunirse en una playa a contagiarse a propósito. Habían quedado por Internet. Y yo, desde mi muro, acuso a quienes deberían ser líderes sociales, y no lo son, de favorecer esos comportamientos criminales con sus discursos absurdos.

No es época de división, ni de actuar cada uno a su bola. Por desgracia, nadie lidera la crisis. Es evidente. Digo ningún político. El Gobierno Central ha dimitido de sus responsabilidades. Incluso tiene que sobornar a los autonómicos para que acudan a las reuniones. 17 Reinos de Taifas, 17 desastres organizativos. A cuál peor. Ni una puñetera norma en común. Ni un solo registro compatible. Y además de eso, por si fuese poco, una sarta de embusteros con el título de licenciado envenenan a la sociedad en lugar de aconsejarla, de guiarla, de cuidarla, prestándose a decir lo que muchos quieren escuchar, lo que ahora vende: que el coronavirus es un invento de las superpotencias para disminuir la población mundial, para enriquecer a las farmacias y para cargarse a los ancianos, pero que, sin embargo (y mira tú que curiosa paradoja), la tal pandemia no existe.

Compañeros médicos, biólogos, abogados, farmacéuticos y licenciados de toda clase y condición que habéis optado por llevarnos otra vez a la Edad Media: sois la vergüenza de la profesión, y no sois dignos de que os llamemos compañeros, y mucho menos científicos. Sois pocos, pero metéis mucho ruido y confundís. Sois pocos, sí. Pero mala gente. Y decís cosas por las que, de haberlas dicho en la Facultad de Medicina o de Biología cuando eráis estudiantes, jamás habríais obtenido ese título del que ahora os valéis para vuestro propio beneficio. Un título del que, si de mí dependiera, seríais desposeídos de inmediato. Lástima que no se pueda.

Podría elegir muchas estupideces de las que defendéis, muchas barbaridades solemnes, pero me centraré en una sola, que en vuestra boca merecería la cárcel: “las personas sin síntomas no contagian”. Cagoentóloquesemenea. ¿Dónde estabais el día que explicaron la tuberculosis, o el SIDA, o la varicela? ¿No contagian los VIH positivos a pesar de estar asintomáticos? ¿No hay tuberculosos bacilíferos sin síntomas de enfermedad? ¿No se contagia la varicela desde pacientes en fase prodrómica? En fin. Mejor callar, que me van a estallar las meninges.

Sois líderes que habéis elegido no serlo para convertiros en bufones. Y eso, en época de zozobra, no tiene perdón de Dios. Ojalá se os seque la yerbabuena.

Ah. Y otra cosa. Mis señas las di al principio. A ver si tenéis cojones para meteros conmigo. Cojones, digo; ya que neuronas… las justitas pa beber sin ahogarse.

Cagoentó.

Juan Manuel Jimenez Muñoz.

Médico del Servicio Andaluz de Salud.

Bueno defiende su opinión, como si tuviera la verdad absoluta y todo el conocimiento, a parte de su profesión que le da +10 de "armaduda", eso piensa, pero buscando algo de él, es bastante gilipollas, y como médico un chulo, que va de víctima diciendo que le cierran páginas de facebook y hay censura, jeje eso lo dice alguien que defiende el discurso oficial, de risa.

Para tener 60 años, y creerse tan listo, tiene mucha confianza en la ciencia, farmacéuticas y los gobiernos, que han demostrado con sus acciones, que la vida de las personas les importa una puta mierda. Como si los gobiernos no han ido a pachas con las farmacéuticas en los beneficios de medicamentos que no eran necesarios incluso que han provocado muertes, que los gobiernos no hayan mentido y engañado en todos los ámbitos, como si los científicos fueran gente pura que no tiene intereses económicos y hacen pruebas y estudios por encargo, pero sobre todo que sea incapaz de creerse que la comunión de los medios mundiales controlados por el poder de unos pocos es algo altamente improbable.

Además dudo que como médico de cabecera tenga los conocimientos de virología, incluso la capacidad y tiempo de ponerse al día en covid, ya que por lo que he leído solo hace que despotricar cual forero en su pagina de facebook y escribir literatura, con la ingente cantidad de tiempo libre que tiene gracia a la pandemia.

Básicamente espera tener su minuto de gloria para salir en la tele, que ahora se paga muy bien estar con los vacunadores.
 
Pues ahora parece que no estamos muy lejos, sigue la maquinaría del NWO metiendo miedo.

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Pues nada esto es lo que nos queda a los no vacunados. Que tu familia y entorno más cercano te trate también como un apestado, pero luego se jactan de democracia y bien que se la follan cuando quieren y aqui no ha "pasao na". Van recortando tus derechos como el que va arriconando a alguien hasta el filo del acantilado y no le queda más opción que tirarse, pero luego "oiga que yo no le empujé eh, se tiró el solito. Jodí su vida pero el fue "libre" de decidir. JA
 
Pues nada esto es lo que nos queda a los no vacunados. Que tu familia y entorno más cercano te trate también como un apestado,
¿Es que esperabas otra cosa?

pero luego se jactan de democracia y bien que se la follan cuando quieren y aqui no ha "pasao na". Van recortando tus derechos como el que va arriconando a alguien hasta el filo del acantilado y no le queda más opción que tirarse, pero luego "oiga que yo no le empujé eh, se tiró el solito. Jodí su vida pero el fue "libre" de decidir. JA
Toda elección tiene una consecuencia. Ahora te toca apechugar con ella.
 
Última edición:
La EMA se pronunciará la semana que viene sobre la vacunación a los menores de 11 años. España tiene toda la infraestructura preparada para iniciar la vacunación de inmedito si la EMA da la autorización.
 
¿Es que esperabas otra cosa?


Toda elección tiene una consecuencia. Ahora te toca apechugar con ella.

¿Qué elección hijo puta? Si no me dejan vivir sin vacunarme, lo cuál es la elección que muchos ciudadanos hemos tomado. Van estrechando el cerco hasta que te tengas que arrodillar y mamarles su polla jugosa de delta plus ultra.
 
¿Qué elección hijo puta? Si no me dejan vivir sin vacunarme, lo cuál es la elección que muchos ciudadanos hemos tomado. Van estrechando el cerco hasta que te tengas que arrodillar y mamarles su polla jugosa de delta plus ultra.
Oye, no insultes que yo no tengo la culpa de que TU ELECCIÓN de no vacunarte tenga las consecuencias que tiene.

Claro que te dejan vivir sin vacunarte. Lo que no te van a dejar es hacer varias cosas sin gastarte la pasta en test y PCR´s.

Por otro lado, yo elegí vacunarme y todavía no he mamado nada.
 
Tercera dosis, ¡allá vamos!

Y el que no se la ponga es un asesino.

Alguien recién vacunado con la tercera me contaba ayer la noche infernal con pesadillas, frío, fiebre, sed y no sé cuántas cosas más. Lo mismo que le pasó con la segunda, por cierto.
 
Al final , con tanta dosis, terminan por inocularte la enfermedad entera , normal que haya gente que se les salga el hígado por la nariz.
 
hay 4 millones de no vacunados en España, con eso haces un partido político que te mete un buen número de diputados, al tiempo.
 
Alguien recién vacunado con la tercera me contaba ayer la noche infernal con pesadillas, frío, fiebre, sed y no sé cuántas cosas más. Lo mismo que le pasó con la segunda, por cierto.

Pues es su experiencia. Hay algunas personas que sufren de efectos secundarios, cosa de la que se advierte en todas las medicinas y en todas las vacunas. La mayoría no sufre de esos efectos, pero hay una minoría que sí los experimenta.

Lo que yo te puedo contar es el caso de mi padre y todos mis tíos con la dosis de refuerzo: cero efectos adversos. Y lo que sé de los vecinos (es una comunidad con mucha gente mayor), todos la tienen ya, y nadie ha experimentado ningún efecto secundario.

Cada cuerpo es un mundo.

Un saludo y buenas noches.
 
Última edición:
Oye, no insultes que yo no tengo la culpa de que TU ELECCIÓN de no vacunarte tenga las consecuencias que tiene.

Claro que te dejan vivir sin vacunarte. Lo que no te van a dejar es hacer varias cosas sin gastarte la pasta en test y PCR´s.

Por otro lado, yo elegí vacunarme y todavía no he mamado nada.

No hombre, no.

Lo de no vacunarse no es ya una elección, es una cuestión de principios; yo soy un subnormal, si, pero ni la mitad que tu, putilla vacunífera.

Te lo voy a explicar para retrasados, porque veo que te cuesta pillar el concepto. La columpiada esta del pasaporte covid, la segregación que viene, el tratar al no vacunado como un leproso, etc, no es para persuadir a los cuatro díscolos cabezotas que quedamos y convencernos de que veamos la puta luz al final que no acaba de llegar del túnel. Porque no lo van a conseguir así, lo saben ellos, lo sabemos nosotros, y lo sabe todo cristo excepto tú. Toda esta mierda, amigo, es para extorsionarte a ti, puto bobalicón, y que veas lo que te va a pasar sino estas dispuesto a seguir poniendo dócilmente la vena, obedecer, y tragar mierda cuando, como, y donde te digan.

Este es el palo que viene después de que te hayas tragado la zanahoria de que estas mierdas de vacunas funcionaban con el bombo con el que te las vendían e iban a ser la solución, borrico.

En cuanto a lo de mamar;

Cuando un tipejo viene y te pone una puska en la cabeza y te mete todo rabo en la boca, tienes dos opciones. O chupas o muerdes.

Bueno, en realidad además está la tercera vía esa del santón con gafas de la India, chuparla pero poniendo cara de asco. Puede pasar que si le metes un buen mordisco en la poya al tipejo te lleves un balazo en la cabeza, por eso los más mierdas y cobardes entre nosotros, como tú, chupan polla para evitarlo. También puede pasar que por más empeño que pongas en chuparla, te lo acabes llevando igual. Aunque también puede suceder, y de hecho es lo que más sucede, es que a mucho hijodeputa ahí fuera lo que mas dura nos la pone es ver como una puerca nos la chupa con cara de asco pensando que la vía de la no violencia le va a librar de sufrirla.

Lo que si que no sucede, es que una vez que te han arrancado la polla de un mordisco, puedas volver a ir por ahí metiéndosela en la boca a nadie más.

En todo caso, con cara de asco o sin ella, sigues siendo una chupapollas.

Hasta adiosito, tengo pollas que morder y nitrato de amonio para cocer.
 
No hombre, no.

Lo de no vacunarse no es ya una elección, es una cuestión de principios; yo soy un subnormal, si, pero ni la mitad que tu, putilla vacunífera.

Porque naciste ya con tus principios de serie. Nunca los elegiste ¿verdad?

Te lo voy a explicar para retrasados, porque veo que te cuesta pillar el concepto. La columpiada esta del pasaporte covid, la segregación que viene, el tratar al no vacunado como un leproso, etc, no es para persuadir a los cuatro díscolos cabezotas que quedamos y convencernos de que veamos la puta luz al final que no acaba de llegar del túnel. Porque no lo van a conseguir así, lo saben ellos, lo sabemos nosotros, y lo sabe todo cristo excepto tú. Toda esta mierda, amigo, es para extorsionarte a ti, puto bobalicón, y que veas lo que te va a pasar sino estas dispuesto a seguir poniendo dócilmente la vena, obedecer, y tragar mierda cuando, como, y donde te digan.

Este es el palo que viene después de que te hayas tragado la zanahoria de que estas mierdas de vacunas funcionaban con el bombo con el que te las vendían e iban a ser la solución, borrico.
El que creo que no pilló el concepto hace unos meses cuando crearon el pasaporte covid, fuiste tú. No sé de qué te sorprendes ahora.

Y corrígeme, pero creo que hasta ahora si no tienes el pasaporte covid puedes hacerte un test o una PCR para acceder a lo mismo que un vacunado.


En cuanto a lo de mamar;

Cuando un tipejo viene y te pone una puska en la cabeza y te mete todo rabo en la boca, tienes dos opciones. O chupas o muerdes.
Eso creo que se lo tienes que decir a otro. Yo no me he visto en esa tesitura amigo. Yo decidí por mí mismo, cuando me llegó el momento de decidir si vacunarme o no, elegí correr el riesgo de vacunarme, viendo que los efectos secundarios eran muy leves, y desde luego, la aparición de efectos más graves tenían una incidencia mínima. Menor por ejemplo que las reaccionas adversas al ibuprofeno, la aspirina, o el paracetamol.
Bueno, en realidad además está la tercera vía esa del santón con gafas de la India, chuparla pero poniendo cara de asco. Puede pasar que si le metes un buen mordisco en la poya al tipejo te lleves un balazo en la cabeza, por eso los más mierdas y cobardes entre nosotros, como tú, chupan polla para evitarlo. También puede pasar que por más empeño que pongas en chuparla, te lo acabes llevando igual. Aunque también puede suceder, y de hecho es lo que más sucede, es que a mucho hijodeputa ahí fuera lo que mas dura nos la pone es ver como una puerca nos la chupa con cara de asco pensando que la vía de la no violencia le va a librar de sufrirla.

Lo que si que no sucede, es que una vez que te han arrancado la polla de un mordisco, puedas volver a ir por ahí metiéndosela en la boca a nadie más.

En todo caso, con cara de asco o sin ella, sigues siendo una chupapollas.

Hasta adiosito, tengo pollas que morder y nitrato de amonio para cocer.
Como te he comentado antes, elegí por mí mismo y conscientemente, sin ninguna presión por nadie. Me parecieron mucho mejores las ventajas de vacunarme teniendo el riesgo tan bajo que tenía.

Si tú quieres comparar vacunarte con comerte una polla, me parece perfecto. Tú mismo con tus fantasías. Si te sirven para soportar las consecuencias negativas de tu elección, la cual respeto, me parece perfecto. Cada uno se consuela como quiere.

Yo por ahora no veo ninguna consecuencia negativa en mi elección. Más bien, al contrario.
 
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