Esta mañana he estado en el médico, concretamente en el traumatólogo por un problema en el hombro derecho y ha sido una experiencia bastante grotesca. Hace meses que no salgo por el pueblo para no llevar bozal ni soportar a los mascarillos y bozaleros asustados con braga-pañal de triple capa, porque creo que algún día se me irá la mano y desnucaré a una vieja y entonces vendrá el drama.
Pues bien, al llegar al local de la mutua ya he visto a un par de orondas charos de mierda haciendo cola con su bozal bien ajustado (algo que agradezco porque así evito ver sus rostros de pesadilla) y con el pertinente metro y medio de distancia. Me asomo a la puerta y descubro para mi sorpresa que no había nadie en el mostrador, y mientras lo estoy viendo una de las charos me grita "Eeeeehhhh", me giro y el citado despojo con el pelo a lo despeinado estaba diciéndome que no me colara, o eso entendí yo, porque el engendro hablaba como si tuviera el falo de un rifuyí en la boca y no se entendía bien lo que decía. Un puto asco, oigan.
Al final salió una administrativa a la calle y nos dijo que podíamos pasar dos, y lo hicieron las dos charos, que fueron despachadas enseguida porque iba a atención primario. Inmediatamente he entrado yo y me he encontrado con el percal, un cartel que decía que sin guantes ni bozal no se atendía a nadie, y dos ridículos conos unidos por una cadena ubicados un metro y medio por delante del mostrador, a su vez protegido por una mampara y las dos administrativas con sus correspondientes bozales. Para darles la tarjeta sanitaria casi he tenido que hacer malabarismos, siempre detrás de los dos conos enlazados por una cadena y a una distancia casi imposible si eres algo brazicorto y contrahecho, afortunadamente yo soy alto y aún así tuve dificultades al entregar mi tarjeta sanitaria.
Tuve que entrar con bozal, pero siempre dejando mi nariz al descubierto, y al llegar a la sala de espera del traumatólogo veo los sillones separados metro y medio y toda la mandanga, hidrogeles por todas partes para lavarse las manos y tal. Solamente estaba yo en la sala de espera. Al entrar me dice el traumatólogo que no puedo hacerlo así, y que vaya abajo a por un par de guantes y que me cubra la nariz. Como la cita hay que pedirla con al menos 15 días de antelación y tal decidí bajar a regañadientes a que me dieran los guantes. Al bajar, una cola de tres gilipollas mirándome con pavor porque llevo la nariz al descubierto, me dicen desde el mostrador que tengo que volver a hacer cola, y le digo que solo quiero unos guantes, pero me insisten en hacer cola. Total, pierdo 10 minutos en esta gilipollez.
Finalmente, y casi como si uno tuviera la SIDA o algo peor, me dan unos guantes a la debida distancia, y se me ocurre decir que todo esto es ridículo y que voy a perder mi visita al traumatólogo por tanta tontería. Enseguida las viejas murmurando gilipolleces, que si hay que ponerse bien el bozal y otras frases tópicas y típicas entre toda esta mugre bozalera acojonada. Al final, decido callarme por no perder mi visita al subnormal de traumatólogo. Subo de nuevo con los guantes puestos y el bozal con la nariz descubierta. Entro a la consulta, y el gilipollas me suelta otra vez que tengo que cubrirme la nariz, me lo subo un poco pero sin acabar de cubrirmela. Al final, como se dio cuenta de que no me daba la puta gana de tapármela desistió y la visita transcurrió sin mayores sobresaltos.
Al bajar veo que está todo despejado, es media mañana, y trato de que me den la tarjeta por un hueco del mostrador donde había menos distancia y no tenía que estirarme como un retrasado, casi como un contorsionista, para recuperar mi tarjeta sanitaria y la tipa me dice que por ahí no. Me entrega la tarjeta como si tuviera la peste y me largo de aquel antro. Al salir a la calle el bozal a tomar por el culo, pero las miradas inquisidoras de la borregada, llenas de odio y servilismo, se clavan en mi, que voy alegremente andando por la calle respirando aire puro y sin hacer caso a nadie.
Igual vosotros vivís estas mierdas a diario, pero yo, que trabajo en casa por ordenador y procuro no mezclarme con las masas en estos meses, no os parecerá nada extraño todo esto. A mi me sorprende que a estas alturas de la película todavía haya alguien con un gramo de cerebro que trague con esta puta farsa, y especialmente que existan gente tan sumamente subnormal que con el percal que tenemos encima, una dictadura sanitaria con medidas totalmente politizadas, solo se preocupe por un supuesto virus con menos mortalidad que la gripe.
Espero que llegue pronto esa vacuna de Oxford y haya una purga de anormales, y más ahora que casi dejan moñeco a uno de esos voluntarios-ameba.