Atentos a la guerra sicológica de uno que tiene mucho tiempo y está trastornao.
Un gitano de mi barrio se enfadó el domingo de la semana pasada con un colombiano (que se acaba de mudar con su familia) porque este movió, para aparcar su coche, un carrito de juguete que ponen para reservarse plazas en la toda calle. Un carrito de juguete, una bicicleta cruzada, una barbacoa, capazos de escombro, ponen toda clase de basura.
Al lunes siguiente, el gitanazo lo estuvo esperando en la misma calle, gritándole e instándole a salir de casa para hablar

Estuvo maldiciendo toda la mañana, se cabreó tanto hablando él solo que quería hasta matarlo. Se quedó sin voz. Le pegó a su propio hijo e insultó a su propia mujel.
El colombiano tiene turno de noche. Y ahora se dedica a poner gitaneo en un altavoz, cantar a grito pelado, tocar las palmas y le da a su churumbel una vuvucela para que de por culo toda la santa mañana y fastidiarle el sueño; juro por dios que ayer cantaba "ay que no pega ojo jorl jorl jorl". Si el colombiano se echa la siesta antes de la jornada vuelve a hacerlo, no conocía la exquisita perseverancia gitana

La única solución que veo es que el colombiano le raje la garganta al subnormal del gitano una noche desprevenida. Porque ni un día ha salido a quejarse (se pondrá tapones?), de hecho, se han quejado sus propios gitanos: "ya está bien...". Cuando el demonio no tiene nada que hacer mata moscas con el rabo. La siesta y los periódos de descanso del resto de seres humanos siempre han sido muy importantes para mi. Aplico al cien por cien las palabras de jesús: haz a los demás todo lo que quieras que te hagan a ti. Hay ciertas horas del día, sobre todo sábados y domingos, donde ando descalzo y procuro realizar cero unidades de ruido para no fastidiar la siesta de otros. Pienso hasta en la cucharilla del café golpeando las paredes de la taza con un tintineo taladrante.
Fastidiar el descanso de otro me parece muy cruel en este siglo xxi, más que las bombas y los genocidissss