Asta
Freak
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Algunas canciones huelen, otras son como máquinas
del tiempo ,otras saben a cocido o a churros y hay
alguna que otra que viene muy bien para darse un
ostiazo impecable contra el coche que va delante tuya.
Hay unas muy facilitas.
“Surfin U.S.A” , la de Anamaría (esa tipa que se fué
buscando sol en la playa) o la mierda de la Bomba
del tonel negro que se disfraza de bufón feudal, huelen
a Nivea y al plástico de los pelotones que regalaban
antes con la compra de la lata familiar. Huelen a crema
y a goma salada aunque estés en un hospital o
cortándote las uñas de los pies en un hide de montaña
a seis grados bajo cero.
=
Si haciendo “zapping” en la radio del coche doy con un
“trozo” de “Doña Francisquita” o “La Verbena de la
Paloma”, inmediatamente me llega un tufo al aceite frito de los
churros del barrio. Mi abuela siempre oia zarzuelas los
domingos por la mañana temprano y la radio seguía
sonando cuando subía con el junco verde repleto de tan
dominical producto. Así que “por ser la viiirgeeen de la
Paloooma, un mantón de la China-na, China-na...” huele
a churros, pero no de los de verbena sino de La Coma.
“Undercover” de los Stones tiene forma de Blandiblub
y duele tanto como uno de los pocos bofetones que me
ha dado mi padre. El blandiblub...ese moco verde que
venía en una especie de cubito de basura monísimo y
que en una ocasión acabó pegado al techo de mi cuarto
(y chorreando de forma gloriosa) cuando celebraba mi
10º cumpleaños con mi primer novio, Thierry. Era un niño
revirado al que le daban alferecías porque su padre era
diplomático belga y su madre una venezolana rumbosa
y él tenía el cerebro podrido porque el bilingüismo no le
ayudó nada en su mermado intelecto (todo lo contrario).
Y sonaba esa canción en el Radiocasette de cinco kilos
cuando, de un salto y con un grito enfermo, a mi novio
le dió por poner el moco de King-Kong de estalactita.
Aprovecho para añadir un apunte melancólico: Mi novio
decía que no quería subirse al autobús, ya con 10 años,
porque olia a “locos hacinados y asesinos peligrosos que
van a las cámaras de gas”. Thierry tenía fobia social
auténtica, pero a mi sólo me encerraba en el baño de su
casa hasta que venía su madre y me soltaba. Porque me
amaba. De lo contrario me hubiera echado a los perros.
“Ride like the Wind”, de Cristopher Cross me huele al
primer semen
porque mi primer chico había hecho
un recopilatorio romántico a base de discos de su tio por
aquello de crear ambiente .La versión de Saxon también
, y “Dias de escuela” de Asfalto y “Over the Hills” de Gary Moore.
Ahora me doy cuenta de la cantidad de canciones que huelen
a lefa. Lefa de amor, ¿eh?. Que la lefa sin amor pero
igualmente satisfactoria, la huelo cuando oigo el vuelo de Icarus
de Iron Maiden.
=

Esto me está quedando pelín ladrillo, así que acortando.
“Aviones plateados” del Último de la Fila huele a la terraza
recalentada en primavera de un cuarto piso sin ascensor y
me acuerdo siempre de mis prismáticos de voyeur. Y a un
autobús gualtrapas que iba a la playa de la Malvarrosa.
“La muerte de Sigfrido” de Wagner me hace restallar el
corazón de la misma manera que lo hizo la primera vez que
lo escuché en el Real. Y se me caen los lagrimones igual. Y
a la vez me da un pelín de miedo, como lo tuve cuando un
tiparraco de mi derecha en las butacas me tocó la nalga con
total impunidad mientras se tocaba el paquetone.
“Tranquilo majete” me sabe a un porro que me apalanqué
hecha una egoista de mierda en una casucha de Negueira
de Muñiz.
Y con cualquier canción de OffSpring siempre estoy a un pelo
de darme un guarrazo con el coche de “alante” porque canto
a gritos y hasta suelto el volante un poquito para tocar la guitarra.
Hay muchas mas, pero es que me da pereza.
Si os parece una mariconada de post tened en cuenta que es
lo que yo llamo “un post tipicamente menstrual”.
Con Dios
del tiempo ,otras saben a cocido o a churros y hay
alguna que otra que viene muy bien para darse un
ostiazo impecable contra el coche que va delante tuya.
Hay unas muy facilitas.
“Surfin U.S.A” , la de Anamaría (esa tipa que se fué
buscando sol en la playa) o la mierda de la Bomba
del tonel negro que se disfraza de bufón feudal, huelen
a Nivea y al plástico de los pelotones que regalaban
antes con la compra de la lata familiar. Huelen a crema
y a goma salada aunque estés en un hospital o
cortándote las uñas de los pies en un hide de montaña
a seis grados bajo cero.


Si haciendo “zapping” en la radio del coche doy con un
“trozo” de “Doña Francisquita” o “La Verbena de la
Paloma”, inmediatamente me llega un tufo al aceite frito de los
churros del barrio. Mi abuela siempre oia zarzuelas los
domingos por la mañana temprano y la radio seguía
sonando cuando subía con el junco verde repleto de tan
dominical producto. Así que “por ser la viiirgeeen de la
Paloooma, un mantón de la China-na, China-na...” huele
a churros, pero no de los de verbena sino de La Coma.
“Undercover” de los Stones tiene forma de Blandiblub
y duele tanto como uno de los pocos bofetones que me
ha dado mi padre. El blandiblub...ese moco verde que
venía en una especie de cubito de basura monísimo y
que en una ocasión acabó pegado al techo de mi cuarto
(y chorreando de forma gloriosa) cuando celebraba mi
10º cumpleaños con mi primer novio, Thierry. Era un niño
revirado al que le daban alferecías porque su padre era
diplomático belga y su madre una venezolana rumbosa
y él tenía el cerebro podrido porque el bilingüismo no le
ayudó nada en su mermado intelecto (todo lo contrario).
Y sonaba esa canción en el Radiocasette de cinco kilos
cuando, de un salto y con un grito enfermo, a mi novio
le dió por poner el moco de King-Kong de estalactita.
Aprovecho para añadir un apunte melancólico: Mi novio
decía que no quería subirse al autobús, ya con 10 años,
porque olia a “locos hacinados y asesinos peligrosos que
van a las cámaras de gas”. Thierry tenía fobia social
auténtica, pero a mi sólo me encerraba en el baño de su
casa hasta que venía su madre y me soltaba. Porque me
amaba. De lo contrario me hubiera echado a los perros.
“Ride like the Wind”, de Cristopher Cross me huele al
primer semen

un recopilatorio romántico a base de discos de su tio por
aquello de crear ambiente .La versión de Saxon también

, y “Dias de escuela” de Asfalto y “Over the Hills” de Gary Moore.
Ahora me doy cuenta de la cantidad de canciones que huelen
a lefa. Lefa de amor, ¿eh?. Que la lefa sin amor pero
igualmente satisfactoria, la huelo cuando oigo el vuelo de Icarus
de Iron Maiden.



Esto me está quedando pelín ladrillo, así que acortando.
“Aviones plateados” del Último de la Fila huele a la terraza
recalentada en primavera de un cuarto piso sin ascensor y
me acuerdo siempre de mis prismáticos de voyeur. Y a un
autobús gualtrapas que iba a la playa de la Malvarrosa.
“La muerte de Sigfrido” de Wagner me hace restallar el
corazón de la misma manera que lo hizo la primera vez que
lo escuché en el Real. Y se me caen los lagrimones igual. Y
a la vez me da un pelín de miedo, como lo tuve cuando un
tiparraco de mi derecha en las butacas me tocó la nalga con
total impunidad mientras se tocaba el paquetone.
“Tranquilo majete” me sabe a un porro que me apalanqué
hecha una egoista de mierda en una casucha de Negueira
de Muñiz.
Y con cualquier canción de OffSpring siempre estoy a un pelo
de darme un guarrazo con el coche de “alante” porque canto
a gritos y hasta suelto el volante un poquito para tocar la guitarra.
Hay muchas mas, pero es que me da pereza.
Si os parece una mariconada de post tened en cuenta que es
lo que yo llamo “un post tipicamente menstrual”.
Con Dios