Asta
Freak
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El sábado 12 de febrero de 2005 se ha convertido, sin duda, en una fecha del calendario que perdurará en mi memoria hasta el día en que mi destino me obligue a entregar el cucharón al Supremo Hacedor.
Hacía frio, pero el sol radiante y las ganas de vivir plenamente la vida, la amistad y la concordia entre especies, dió calor al evento que, de forma tan magnífica e intachable, organizó Don Herminio en colaboración con esas entrañables personas llamadas Ramón, Pedro y Manolo. Este grupo de seres humanos logró, casi sin esfuerzo y gracias a su arrolladora personalidad e innata bondad, que todos los que acudimos a la cita nos sintiéramos uno con el cosmos, en perfecta armonía con la naturaleza y con la raza humana.
La jornada comenzó junto al embarcadero del lago de la Casa de Campo. Las foreras empezamos a llegar en manadas. Tres autobuses Alsa nos “vomitaron” (perdón por la escatológica expresión, pero es que no doy para mas) a tropecientas de nosotras, que alegremente y trenzas al viento nos dábamos a conocer. Midgär se cayó de bruces de la emoción al bajar al embarcadero y, si no llega a ser por la patada certera de Patrizia deviandola de dirección, hubiera rodado hasta caer a las aguas turbulentas del lago. Herminio, solícito, le curó las heridas de la frente y los pies y le requisó las ollas para el caldo que traía. Para que la pobre no cargara con peso, claro.
Subsanado el problemilla empezamos a saludarnos todos, puntuales a las 12 de la mañana, y justo allí empezó ya el buen rollito.
Herminio, presa de la alegría que le produjo comprobar su capacidad de convocatoria sacó la guitarra y, como un moderno Flautista de Hamelín, nos dirigió amablemente al son del “Cumbayá Señor” a una zona de mesas que estaba apartada de miradas indiscretas.
¡Que felicidad al desempaquetar los alimentos!¡Que júbilo! ¡Que opípara se presentaba la colación!.
Había chorizos criollos, chuletas de Sajonia, brochetas de carne y brochetas de marisco, un bote con unos polvos muy raros que trajo Ramón para el condimento, filetes empanaos, cocletas de ave y litros y litros de Fanta de Mirinda, Cocacla light (cortesía de Snow que, aunque dice que no estuvo porque es humilde, fué de las más activas en el tema de la logística) y Horchata de chufa que trajo Picara. Por cierto, estaba rancia, pero por no hacerle el feo a la pobre criatura lo tiramos al alcorque de un pino piñonero. Para simular que habíamos bebido, algunas como Arianne, Candy-Candy, Anna Hammet y yo pispa, ordeñamos a....bueno...ordeñamos. JIJIJIJIJIJIJIJIJIJI. Patrizia no ayudó nada porque se lo bebía todo y no reponía el producto en las botellas. Nadie notó nada e incluso algunos como Thanathos afirmaron que la horchata estaba de vicio. Que cosas.
En un momento dado, se acercó un indigente sucio y desharrapado pidiendo algo, y Pedro se lo llevó a la fregoneta para darle algo de comer. Pedro es un santo varón.
Una hora más tarde regresó Pedro sin el pobre, que “se había ido muy contento con una ristra de salchichas”. Traía un montón de carne fresca para asar. Él dijo que era carne de cordero lechal, pero le debieron tangar en la carnicería porque ese cordero olía a animalote de varios años. Pero estaba muy bueno y con los polvitos blancos ni olía a moneiman ni nada.
Tras la comida en hermandad, los organizadores nos invitaron a jugar al “corre que te pillo”, “La gallinita ciega” y “la zapatilla por detrás”. El que perdía tenía que decir todas las verdades y quien le gustaba. El que ganaba cantaba canciones entrañables.
Picara y Midgi no quisieron jugar porque se fueron detrás de un árbol. Manolo las vió y se fué a echarles una mano, pero se debían haber mareado o algo porque no les volvimos a ver. Quizás Manolo se las llevó a una casa de socorro, porque es un encanto de persona.
Al atardecer todos estábamos ya un poco raros, como mareados de tanta felicidad. Ramón se me acercó y me dijo que me veía muy mala cara, que me tumbase debajo de la mesa.
Herminio seguía cantando a voces, cada vez más alto. Yo, que me estaba quedando sopa creí oir gritos pero Herminio me tranquilizó diciendome que era un grupo de putas que increpaba a un chulo de color negro y que éste individuo las estaba pegando.
Luego se hizo de noche muy rápido.
El lunes por la tarde me desperté en la boca del metro de Batán porque una señora me daba con un paraguas en las plantas de los piés. Tenía yo una nota con un imperdible en el pecho. Era de Heminio, que me decía que me puse muy borracha y que me tuvo que dejar ahí porque los conductores de Alsa no esperaban por nadie y se tenían que marchar.
Me duele el bajo vientre y tengo una cicatriz en un costado. Supongo que no debo beber alcohol. Además casi me echan del curro por no dar señales de vida.
Pero fue una fiesta maravillosa.
¡Gracias, amigos!
Hacía frio, pero el sol radiante y las ganas de vivir plenamente la vida, la amistad y la concordia entre especies, dió calor al evento que, de forma tan magnífica e intachable, organizó Don Herminio en colaboración con esas entrañables personas llamadas Ramón, Pedro y Manolo. Este grupo de seres humanos logró, casi sin esfuerzo y gracias a su arrolladora personalidad e innata bondad, que todos los que acudimos a la cita nos sintiéramos uno con el cosmos, en perfecta armonía con la naturaleza y con la raza humana.
La jornada comenzó junto al embarcadero del lago de la Casa de Campo. Las foreras empezamos a llegar en manadas. Tres autobuses Alsa nos “vomitaron” (perdón por la escatológica expresión, pero es que no doy para mas) a tropecientas de nosotras, que alegremente y trenzas al viento nos dábamos a conocer. Midgär se cayó de bruces de la emoción al bajar al embarcadero y, si no llega a ser por la patada certera de Patrizia deviandola de dirección, hubiera rodado hasta caer a las aguas turbulentas del lago. Herminio, solícito, le curó las heridas de la frente y los pies y le requisó las ollas para el caldo que traía. Para que la pobre no cargara con peso, claro.
Subsanado el problemilla empezamos a saludarnos todos, puntuales a las 12 de la mañana, y justo allí empezó ya el buen rollito.
Herminio, presa de la alegría que le produjo comprobar su capacidad de convocatoria sacó la guitarra y, como un moderno Flautista de Hamelín, nos dirigió amablemente al son del “Cumbayá Señor” a una zona de mesas que estaba apartada de miradas indiscretas.
¡Que felicidad al desempaquetar los alimentos!¡Que júbilo! ¡Que opípara se presentaba la colación!.
Había chorizos criollos, chuletas de Sajonia, brochetas de carne y brochetas de marisco, un bote con unos polvos muy raros que trajo Ramón para el condimento, filetes empanaos, cocletas de ave y litros y litros de Fanta de Mirinda, Cocacla light (cortesía de Snow que, aunque dice que no estuvo porque es humilde, fué de las más activas en el tema de la logística) y Horchata de chufa que trajo Picara. Por cierto, estaba rancia, pero por no hacerle el feo a la pobre criatura lo tiramos al alcorque de un pino piñonero. Para simular que habíamos bebido, algunas como Arianne, Candy-Candy, Anna Hammet y yo pispa, ordeñamos a....bueno...ordeñamos. JIJIJIJIJIJIJIJIJIJI. Patrizia no ayudó nada porque se lo bebía todo y no reponía el producto en las botellas. Nadie notó nada e incluso algunos como Thanathos afirmaron que la horchata estaba de vicio. Que cosas.
En un momento dado, se acercó un indigente sucio y desharrapado pidiendo algo, y Pedro se lo llevó a la fregoneta para darle algo de comer. Pedro es un santo varón.
Una hora más tarde regresó Pedro sin el pobre, que “se había ido muy contento con una ristra de salchichas”. Traía un montón de carne fresca para asar. Él dijo que era carne de cordero lechal, pero le debieron tangar en la carnicería porque ese cordero olía a animalote de varios años. Pero estaba muy bueno y con los polvitos blancos ni olía a moneiman ni nada.
Tras la comida en hermandad, los organizadores nos invitaron a jugar al “corre que te pillo”, “La gallinita ciega” y “la zapatilla por detrás”. El que perdía tenía que decir todas las verdades y quien le gustaba. El que ganaba cantaba canciones entrañables.
Picara y Midgi no quisieron jugar porque se fueron detrás de un árbol. Manolo las vió y se fué a echarles una mano, pero se debían haber mareado o algo porque no les volvimos a ver. Quizás Manolo se las llevó a una casa de socorro, porque es un encanto de persona.
Al atardecer todos estábamos ya un poco raros, como mareados de tanta felicidad. Ramón se me acercó y me dijo que me veía muy mala cara, que me tumbase debajo de la mesa.
Herminio seguía cantando a voces, cada vez más alto. Yo, que me estaba quedando sopa creí oir gritos pero Herminio me tranquilizó diciendome que era un grupo de putas que increpaba a un chulo de color negro y que éste individuo las estaba pegando.
Luego se hizo de noche muy rápido.
El lunes por la tarde me desperté en la boca del metro de Batán porque una señora me daba con un paraguas en las plantas de los piés. Tenía yo una nota con un imperdible en el pecho. Era de Heminio, que me decía que me puse muy borracha y que me tuvo que dejar ahí porque los conductores de Alsa no esperaban por nadie y se tenían que marchar.
Me duele el bajo vientre y tengo una cicatriz en un costado. Supongo que no debo beber alcohol. Además casi me echan del curro por no dar señales de vida.
Pero fue una fiesta maravillosa.
¡Gracias, amigos!
