A mí me gustaba mucho Alf, y llegó a gustarme de una manera sexual. De hecho llegué a tener sexo con ella. Sí, con ella, habéis leído bien.
En aquella época en la que Alf estaba de moda, yo solía jugar en un parque que había frente a una iglesia que ya empezaba a tener problemas de recaudación para mantenerse en pie. Mis compañeros de juego eran obviamente niños como yo, entre la clase media baja y el lumpenproletariado. Estaba además El Juanji, un tío ya hecho y derecho que tendría unos veintipocos pero aparentaba estar ya en la treintena. Era efectivamente un adulto con un leve pero notorio retraso mental que se juntaba con nosotros y hacía exactamente lo mismo que nosotros, desde jugar al pollito inglés y al escondite hasta lamer frigopies y comer pandilla drakis e incluso practicar el onanismo en grupo. Le dejábamos jugar con nosotros porque tenerlo cerca nos evitaba tener problemas con otros adultos y además nos conseguía revistas El Víbora y cintas VHS porno y cigarros y cerveza.
Bueno, a lo que iba, perdón, es que cuando me entra la nostalgia no paro de recordar putas mierdas nostálgicas. Pues un día llegó la feria a la ciudad y lo primero que hicimos fue ir al tren de la bruja, que aquel año se llamaba el Tren de Alf, y allí estaba Alf dándole a la gente con la escoba. El disfraz estaba bien hecho y parecía realmente Alf debido a su pequeño tamaño, aunque tenía unos andares muy femeninos y meneaba el culito de una manera tan sensual que yo llegué a empalmarme. Tan realista era que El Juanji llegó a pensar que se trataba realmente de Alf. Nosotros le intentamos convencer de que eso era imposible, que Alf era un muñeco americano pero no pareció muy convencido así que nos quedamos allí esperando a que cerraran la atracción y cuando vimos a Alf metiéndose en la parte de atrás de una furgoneta le seguimos y yo abrí la puerta y allí estaba aquel ser divino: una jovencísima enana de las que no son del todo deformes ni del todo esbeltas, quitándose el disfraz. Me empalmé nada más verla y me metí allí para tocarla y ella pegó un grito e intentó pegarme con la escoba pero El Juanji se la agarró rápidamente con la mano y luego me agarró a mí por la camiseta y me lanzó fuera. Vinieron otros feriantes a ver qué pasaba y El Juanji quedó, según la versión de Alf la enana hermosa, como el héroe que la había rescatado de mis sucias garras.
Los siguientes días El Juanji no apareció por el parque. Nos enteramos de que después de aquello se hizo amigo de los feriantes y lo tenían allí trabajando en la atracción de feria poniendo y quitando bombillas, así que fui a verle y le vi en actitud cariñosa con mi amada enana y los celos me pudieron y al día siguiente fui a su casa y le dije a su madre que su hijo se estaba juntando con gitanos que lo tenían esclavizado y se le acabaron las noches de amor con Alf. Al año siguiente volvió el tren de Alf y yo para aquel entonces ya estaba irreconocible porque me había cambiado la voz y tenía bigotillo así que aproveché para engatusar a Alf y en algún momento me permitió ayudarla a ponerse y quitarse el disfraz y un día me la follé primero sin disfraz, luego con disfraz y luego desnuda pero con la cabeza de Alf y ahí se acabó la magia, me empezó a dar un poco de asco incluso, y no la volví a ver en la vida y Alf ya desde entonces me da como repelús, aunque bueno, algo queda.