Hola de nuevo, amigos de las reflexión ultraviolenta y erudita.
Recientemente me han hecho llegar ciertas quejas según las cuales doy a entender que todo producto artístico y cultural producido en la época actual no sirve ni para hacer escayola para los canarios. No es cierto. Yo me entristezco y enfurezco a partes iguales cada vez que oigo alguien que dice "ya no se hace rocanrol como el de los rolling". Esta actitud no tiene cabida en un foro regeneracionista, optimista y de pensamiento humanista-cínico como este. Yo no creo en el mito de la zorra de mi madre que se degrada. En todo caso creo en una época inicial, ya de por sí bastante precaria, llamada Edad de Mierda, que empeoró dando paso a la Edad del Semen, y así hasta hoy, momento que podríamos designar de Edad de Love Of Lesbian.
Así que no. Hoy en día sí que se hacen buenas películas, buenos libros e incluso buena música. Y si lo dudáis, arrastrad hoy vuestras almas en pena hasta mi pueblo de mierda donde podréis escuchar unos trobadores que os pondrán los genitales como tejones y harán mover vuestra pelvis como si fuera un murciélago ahogándose dentro de un vaso de agua.
Entonces, como dice SirAno I El Sensible, ¿por qué da la impresión de que hoy en día hay muchísima más mierda? La respuesta se encuentra en la concentración, y es que de buenos escritores y músicos hay pocos. Poquísimos, en realidad, como ha pasado siempre. En cambio los farsantes se han multiplicado como los estudiantes de letras. La culpa de esto la tiene la usurpación de los medios de producción (artística) por parte del proletariado. Porque la democracia, política, cultural o de lo que sea, no es buena. Pensad que el concepto de democracia lo inventaron unos tíos que se vestían con túnicas, que vendría a ser un taparrabos con pretensiones, así que de ahí no podía salir nada bueno.
Imaginad, por ejemplo, que un gilipollas de la Italia renacentista hubiera manifestado cierta habilidad por los pinceles. Su padre habría cogido al tierno chaval y lo habría recluído dentro del domus de una celebridad local, que son siempre las peores: un viejo esteta decadente, desquiciado e hijo de puta con ínfulas de diva tiránica, una barba de dos palmos y una afición nada escondida por tocar niños sin finalidades médicas. Y allí se habría pasado durante años picando pigmento, mezclando pinturas, soportando abrandadas palizas y limpiando pinceles, en sentido literal pero sobre todo (en realidad había puesto sobre todo junto porque soy un subnormal) figurado. Y quizás un día, QUIZÁS, aquél viejo chiflado de psique torturada le hubiera enseñado a pintar piedras. Llegados a ese punto, a no ser que el chaval sintiera una pasión real por la pintura, ya se habría largado de casa no sin antes clavar el pincel en el ojo del viejo.
Era muy cruel, pero disponíamos de un óptimo filtro anti-farsantismo.
Y esto es aplicable a todo lo demás. Para escribir, la gente tenía que racionar el papel de váter y dejarse la vista moviendo la pluma bajo la precaria luz de una vela. Para cantar o tocar el piano, la gente tenía que hacer de monaguillo y padecer los abusos anales de los curas que les enseñaban a entonar agudos introduciéndoles cetros por vía rectal. Si eres un farsante, esos sacrificios no los haces.
Pero hoy en día por 4 duros cualquier farsante tiene un ordenador, una molesquine, una super 8, un ukelele o un estudio de grabación casero. Yo he visto imbéciles con una Stratocaster y media docena de lecciones de guitarra por internet incapaces de tocar decentemente una canción de los Ramones. Pero hay algunos que terminan siendo apadrinados por alguna publicación modernilla amiga de la demagogia, de aquellas que parece que cada mes tienen una veintena de artistas que revolucionarán una disciplina artística en cuestión, y les inchan el ego diciendo que "subvierten el cánon esclerótico y academicista con una propuesta urgente de espíritu punk", cuando lo que están queriendo decir es que son una puta mierda.
Ignoro las razones, pero normalmente esta gente acostumbran a ser estudiantes de Bellas Artes, Diseño o Cine que, de pronto, parece que descubren su pasión por la música, la escritura o lo que sea. Últimamente he pensado profundamente en esta misteriosa coincidencia, y he llegado a la conclusión de que este fenómeno se explica porque estas carreras están llenas de hijos de puta subnormales pretensiosos sin ningún tipo de consciencia ni remordimientos. De momento es solamente una hipótesis en la que estoy trabajando, pero ya imagino en el futuro conversaciones como las siguientes:
-Tío, acabo de entregar todo mi patrimonio a las hermanitas de la caridad. He descubierto que mi família es tan rica porque tenía un bisabuelo que era diseñador gráfico.
-Qué mal rollo. Mi tatarabuelo era un tío mucho más noble, se lucró traficando con niños esclavos africanos.
-Qué suerte.
-Pues sí.