Libros Dejando un reguero de libros sangrados tras de si

Geuvadam

Aborto de Forero
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2 May 2013
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Buenas tardes

¿Os ha pasado alguna vez? A mi me ocurrió hace dos años, tuve la osadía de tratar de protagonizar mi particular cuento de hadas y todo se fue a la mierda. Sin aburriros con detalles lacrimosos deciros que tras hablar años y años con la que presupuse la mujer de mi vida me lo jugué todo a una carta. Mi trabajo, mi casa, mis amigos, familia, y dejándolo todo partí hacia el norte a vivir con ella. Todo muy bonito y edulcorado, hasta que empezaron las cosas a torcerse por completo. Acabé siendo maltratado por todos los frentes y, claro, dado que me lo había jugado todo, decidí aguantar a ver si era capaz de arreglar la situación. Más no había manera, un día, con lo poco que me quedaba de voluntad, cogí y me largue de vuelta hacia el sur. Tras de mí se quedó mi ordenador, mi ropa, mis pertenencias y, sobre todo, la mitad de mis libros. Dado lo mal que terminamos y la de kilómetros de por medio, jamas pude recuperarlos. Y aun hoy por hoy, cuando contemplo mi biblioteca, me duele esa otra mitad amputada, perdida ya para siempre. La cual debían de ser entorno a los mil ejemplares, aunque el numero en realidad es lo de menos. Mi pregunta es ¿bajo las mismas circunstancias, parecidas o diametralmente opuestas, tanto da, habéis perdido libros que sentíais como propios, como que siempre han estado ahí con vosotros y creíais que siempre estarían? Todos eran insustituibles, tenían dedicatorias, notas a pie de pagina, y por encima de todo mis queridisimos subrayados (¿vosotros también subrayáis vuestras lecturas?) Uno de mis placeres más baratos, al que acudo a diario, es coger un libro al azar y leer sus partes subrayadas. Para mí equivale a disfrutar de nuevo, por atajos interconectados entre si, el paseo que me supuso su lectura. Para los que no son demasiado bibliófilos semejante patochada les parecerá un drama menor. Jules Janin compartía mi vision del asunto y dijo “Aquel que quiera conocer de golpe todas las desgracias de este mundo que venda todos sus libros...” Yo no me vi en la tesitura de venderlos pero si de abandonarlos empujado por las circunstancias.

Disculpad el melodrama del prologo, me pareció necesario para explicar como extravié la mitad de mis libros.

Un saludo.
 
Me pongo en tu caso y me aflora la tristeza con una mezcla de dolorosa melancolía. Nunca me ha pasado nada parecido, pero sufrir la pérdida de mis libros creo que me haría enfermar. Es más, no sé si volvería a leer. Nunca escribí en los libros y no subrayé, meticuloso que es uno, aunque ahora me arrepiento de no haberlo hecho. Lo que hago es tomar muchas notas de los libros que estoy leyendo o utilizo marcadores, post its y demás para dejar marcas en sitios donde tengo que hacer "repasos". Y cuando presto un libro donde tengo marcas o similares (cosa que muy pocas veces hago) amenazo con la muerte por empalamiento a quien ose ya no sólo mover uno sólo de esos marcadores, sino a quien se le ocurra escribir aunque sea un sólo punto. Mi biblioteca tiene un orden personal y necesario y permanece impóluta, con la humedad necesaria, y aislada en lo posible de cualquier ráfaga de polvo o humedad puntual. Y por supu, también será empalado quien modifique el orden de los volúmenes o haga cualquier tipo de estropiciio. Siempre aviso, si alguien no recuerda dónde cogió un libro, que lo diga y yo lo colocaré en su sitio, ya que tarde o temprano, y más bien temprano, me daré cuenta de quien ha sido y será ejecutado con dolor.

Amigo Geuvadam, ¿no has pensado, a pesar de la pérdida de dignidad que el acto en si pueda acarrear, en solicitar su devolución o recuperación? Si te puedo ayudar en algo, quieres que me ponga en contacto con tu ex-amada o lo que sea, no dudes en decirlo.
 
Gracias

Buenas noches

Por una serie de circunstancias ya es del todo imposible. Desde luego que también esta sobre el tapete mi orgullo.
Renunciar a el seria renunciar a una de las pocas cosas que me quedan y me han ayudado a rehacerme. Por otro lado esta experiencia me ha servido para ver lo ligado que estamos a absolutamente todo, hablando en términos carentes de toda emoción ¿no es sorprenderte que haga tanta mella la perdida de algo, en apariencia sustituible, en una persona? Bastaría con que saliera de caza, por alguna de las librerías de viejo de mi ciudad, y fuera recuperando poco a poco mis libros, subrayándolos de nuevo conforme avanzo en su lectura, haciéndolos mios de nuevo...pero no, hay algo de uno que se quede en sus paginas, y unas nuevas y virtualmente autenticas a las perdidas no logran curar esa nostalgia.

Gracias por el ofrecimiento, consuela en parte saber que hay más gente con esta pasión a la que le dolería lo mismo que a mi de encajar el golpe.

Un saludo.
 
Me extraña que no sepas que somos legión los que consideramos a nuestros libros como apéndices más de nuestro organismo corporal. El porqué lo ignoro (tampoco me he molestado en investigarlo), pero imagino que será debido a que son como extensiones de nuestra memoria. Quiero decir, si no queremos OTRO libro que no sea el NUESTRO será porque nuestra memoria es muy sensorial, y si queremos recordar lo que sentíamos o pensábamos mientras leíamos aquel libro, necesitamos verlo, olfatearlo, sentirlo exactamente igual. Si tenemos que recurrir a otro, ya no es lo mismo, es información nueva aunque el contenido sea el mismo: diferente olor, diferente tipografía, diferente extensión del texto, diferente... todo. Se deben crear nuevas conexiones neuronales, y así no vale, coño, no vale. El objetivo es recrearse en el recuerdo, no crear otro.

Así como ahora coleccionamos DVD's con contenido basura que sólo podemos apreciar nosotros, con los libros pasa(ba) igual. Creo que no hay muchos placeres mayores que el de revisionar algo que en su momento tanto te marcó. Más o menos como un cerdo que se revuelca en el barro.

He tenido un novio que se jactaba de ser capaz de deshacerse de todo lo material, siguiendo las directrices de Siddharta y Osho (o algo así). Me contó y he presenciado anécdotas ante las cuales no daba crédito y no podía hacer más que pensar en qué clase de grandísimo bastardo sin alma tenía por pareja. Pero el día que le descubrí sacando sus libros de las estanterías para dejarlos en el balcón a merced de los amigos erasmus borrachos de su hermana, con la intención de cambiarlos por libros en inglés, entendí que nuestra relación no tenía ningún futuro.

Encima cuando, unos días después, fui preguntándole por uno de los libros que él había abandonado y que a mí me gustaba especialmente y quería "adoptar", se cabreó y me gritó que qué cojones me importaba si alguien se llevaba su libro, que no fuese tan egoísta. Aún a día de hoy lamento no haberlo cogido a tiempo, ese libro perdido es una espina clavada en mi corasón (:97).

Supongo que desarrollé ese excesivo celo hacia mis libros por culpa de las continuas mudanzas a las que fui sometida desde que era apenas una bebé. En cada mudanza siempre se perdía algún libro, y yo de vez en cuando me acordaba y me decía "hostias, ¿y ese libro?", y rebuscaba en cajas y cajones... infructuosamente. Y me quedaba con la sensación de que había perdido algo para siempre, algo que jamás en mi vida podría volver a recuperar, y que ahora, para poder disfrutarlo, sólo tendría a mi memoria, mi asquerosa y endeble memoria, de la cual no me podía fiar tanto como de algo que podía tocar, ver y oler con mis propios sentidos.

Lo curioso es que también había perdido juguetes y ese tipo de cosas. Pero no recuerdo pérdidas más inconsolables que las de un libro o revista (o incluso un álbum de figuritas). Estos últimos penetran directamente en el cerebro, y no te abandonan fácilmente. Un peluche o un balón se disfrutan de manera superficial, tanto que si los cambias por otros, no pasa nada, se pueden seguir disfrutando de la misma manera. Pero un libro... no es lo mismo. Un libro te lava el cerebro. Y necesitas que esté ahí constantemente para que te pueda recordar quién eres, de lo contrario estás un poquito más perdido que antes.
 
Geuvadam rebuznó:
Buenas tardes

¿Os ha pasado alguna vez? A mi me ocurrió hace dos años, tuve la osadía de tratar de protagonizar mi particular cuento de hadas y todo se fue a la mierda. Sin aburriros con detalles lacrimosos deciros que tras hablar años y años con la que presupuse la mujer de mi vida me lo jugué todo a una carta. Mi trabajo, mi casa, mis amigos, familia, y dejándolo todo partí hacia el norte a vivir con ella. Todo muy bonito y edulcorado, hasta que empezaron las cosas a torcerse por completo. Acabé siendo maltratado por todos los frentes y, claro, dado que me lo había jugado todo, decidí aguantar a ver si era capaz de arreglar la situación. Más no había manera, un día, con lo poco que me quedaba de voluntad, cogí y me largue de vuelta hacia el sur. Tras de mí se quedó mi ordenador, mi ropa, mis pertenencias y, sobre todo, la mitad de mis libros. Dado lo mal que terminamos y la de kilómetros de por medio, jamas pude recuperarlos. Y aun hoy por hoy, cuando contemplo mi biblioteca, me duele esa otra mitad amputada, perdida ya para siempre. La cual debían de ser entorno a los mil ejemplares, aunque el numero en realidad es lo de menos. Mi pregunta es ¿bajo las mismas circunstancias, parecidas o diametralmente opuestas, tanto da, habéis perdido libros que sentíais como propios, como que siempre han estado ahí con vosotros y creíais que siempre estarían? Todos eran insustituibles

Lamentablemente, hace muchísimos años, me deshice de muchos libros, entre los cuales había uno, que desde entonces he echado en falta como si me hubiese desprendido de de una parte de mí. Espero volver a encontrarlo.
 
¿Lo de no decir los títulos de los libros súper especiales perdidos es para haceros los moñas o para disimular vuestro pésimo gusto?
 
Pues últimamente me estaba acordando mucho de El conejo de felpa :oops:
 
ruben_clv rebuznó:
¿Lo de no decir los títulos de los libros súper especiales perdidos es para haceros los moñas o para disimular vuestro pésimo gusto?

En cada casa está la típica estantería con vetustos libros que más que nada están para adornar.

En mi caso esa estantería estaba en una habitación resguardada de la casa y albergaba, entre enciclopedias y demás, obras de muchos autores de varios siglos; y entre todos ellos destacaba un libraco marrón cuyas hojas habían empezado amarillear.

Pues un dia lo cogí y me acomodé en un sofá de la habitacion , y ME QUEDÉ ENGANCHADO DESDE LA PRIMERA PAGINA.

Resultó que eran las memorias del mismísimo CASANOVA. Yo era un niño, pero desde entonces nunca volví a leer algo igual; si hasta todavía me acuerdo de su relato sobre su fuga de la cárcel de los plomos.
 
Pues esto que cuenta elCantaroRoto me recuerda a una vez que mis padres le regalaron a mi precoz hermana una edición bien gorda, de dos tomacos, de "Las mil y una noches". Ella se dispuso a leerlo tranquilamente, cuando de golpe se puso muy roja y, con voz balbuceante, fue a decirle a mi madre que el libro, posiblemente, SÓLO POSIBLEMENTE, era algo inadecuado para su edad. Ella, escandalizada a más no poder, se lo arrebató de sus manos y lo escondió. Aquel libro que, en principio, iba a ser una inocente recopilación de cuentos aptos para todas las edades, se convirtió en un libro prohibido a la misma altura que aquel libro que tenían sobre experiencias sexuales ("fui violada brutalmente por tres desconocidos, y arrastro un trauma que me impide FOLLAR..."), ergo en una tentación irresistible. Así que, una noche, toda temblequeante, me dispuse a rebuscar en cajas y estanterías hasta que lo encontré...:

Las Mil y Una Noches rebuznó:
Pero a medianoche recordó una cosa que había olvidado; volvió a su palacio apresuradamente, y encontró a su esposa tendida en el lecho abrazada con un negro, esclavo entre los esclavos. Al ver tal cosa, el mundo se oscureció ante sus ojos.
Y se dijo: "Si ha sobrevenido tal aventura cuando apenas acabo de dejar la ciudad, ¿cuál sería la conducta de esta libertina si me ausentase algún tiempo para estar con mi hermano?" Desenvainó inmediatamente su alfanje, y acometiendo a ambos, los dejó muertos sobre los tapices del lecho.

Las Mil y Una Noches rebuznó:
Había en el palacio unas ventanas que daban al jardín, y habiéndose asomado a una de ellas, el rey Schahzaman vió cómo se abría una puerta para dar salida a veinte esclavas y veinte esclavos, entre los cuales avanzaba la mujer del rey Schahriar en todo el esplendor de su belleza. Llegados a un estanque, se desnudaron, y se mezclaron todos.
Y súbitamente la mujer del rey gritó: "¡Oh, Massaud!"Y en seguida acudió hacia ella un robusto esclavo negro, que la abrazó.
Ella se abrazó también a él, y entonces el negro la echó al suelo, boca arriba, y la gozó.
A tal señal todos los demás esclavos hicieron lo mismo con las mujeres. Y así siguieron largo tiempo, sin acabar con sus besos, abrazos, copulaciones y cosas semejantes hasta cerca del amanecer.

¡Oh, Massaud! El alfanje destripando salvajemente. Las mil... y una... noches... Todos en una orgía hasta el amanecer.

Cerré de golpe el libro, y lo volví a dejar en la estantería. Ahí se quedó, sin que me atreviera a tocarlo nuevamente. Pasaron los años, hubo sucesivas mudanzas, y el libro aparecía y desaparecía reiteradamente. Hasta que un día, simplemente, desapareció para siempre. Pero nunca olvidaré esas frases chocantes, y desde luego, si voy a leer "Las Mil y Una Noches", tendrá que ser una versión completa como la que tuvimos y que aún me arrepiento de no haber tenido ovarios a pasar de la primera página.

En todo caso, os dejo el pdf de la versión más completa que he encontrado, y de la cual copypasteé los párrafos arriba citados: Las mil y una noches - Anónimo - Ciudad Seva
 
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