he vivido tanto y he comido tanta mierda.. es empírico que me contradiga; el olor de la muerte es dulce, en cambio, la vida tiene un efluvio de amargura que descompone toda esperanza.
Pasé un tiempo de prácticas con las computadoras de una oficina sindical. La IT la llevaba carlos gómez párraga que tenía los ojos de un pavo y pronunciaba mal la erre. Me gustó el lugar, la gente y el crudo mundo de la lucha contra el empresario opresor -que no son todos- y al final me quedé de carpintero. No es coña.
Reparaba las ventanas y puertas, la puta calefacción, los zócalos del suelo técnico, ponía sillas a punto, nivelaba mesas, formateaba portátiles, cambiaba tinta de impresora y le hacía en mantenimiento mecánico a la enorme flota de dos cochazos. Casi cambio todo el techo de chapa de un ala y la puerta del garaje, joder, la cambiamos por un contenedor del puerto al que le cortamos una cara con una radial. Años buenos esos dos miles cortos. Lo único que puedo decir malo de los sindicalistas es que son mani rotos y vagos.
Pasé 9 meses siendo las piernas y los brazos de un conserje que se jubilaba: el gran manolo. Y así presté servicio. yo era joven, contaba poco más de 19 años y me enamoré de Cartagena. Iba y venía cada día; luego estudiaría allí pero sin terminar. En la capital portuaria viví el rojerío de los pescadores y la gentes del mar. gitanos desteñíos, medio italianos y había un catalán de derechas. Allí escuché por primera vez eso de «a los ricos hay que matarlos a todos» escupido con desprecio y locura. Cosa que sabía desde pequeño pero nunca le había dado una forma tan jodidamente definida y concreta.
gñé, allí me empapé de todo, eran tíos con barba y con mucho coco. Y no había tanta mujer suelta, la que estaba fumaba y escupía como un feriante. pasé bajo el radar sin decir mucho y durante todo ese tiempo me quedaba a las charlas y lo escuchaba todo, al final participé un par de veces. Ojeaba papeleo sobre los derechos de los trabajadores, contratos fraude, la constitución, derechos humanos, análisis de nóminas, me enseñaron las corrientes de la política exterior y el flujo de coacciones judías que movía el mundo. Que no hay cosa más bonita en el mundo que los derechos de los trabajadoressss dios mio voy a liarme otro canelo que se me acaba. EL ACABÓN, eh?