El buitre.

Una vez iba con dos colegas por la biblioteca, recorriendo los pasillos y de pronto ¡BUM! A 10 centímetros de nuestros talones había aterrizado una estantería que acabábamos de dejar atrás.

Uno de mis amigos me miró y me preguntó '¿te ha pasado alguna vez?'

Negué con la cabeza.

'¿La primera?'

Asentí.
 
Una vez iba con dos colegas por la biblioteca, recorriendo los pasillos y de pronto ¡BUM! A 10 centímetros de nuestros talones había aterrizado una estantería que acabábamos de dejar atrás.

Uno de mis amigos me miró y me preguntó '¿te ha pasado alguna vez?'

Negué con la cabeza.

'¿La primera?'

Asentí.

Tu colega esta bien? porque yo tengo uno que tambien hace preguntas de esas que quedas de plastico, un dia llamo a mi casa, que si estaba yo, mi madre le dijo que estaba yo duchandome y el todo serio le pregunto que si estaba cantando mientras lo hacia.
 
Perros, viejas, pedos y perros y viejas muriendo de pedos.

Una vecina de mi abuela tenía un perro asqueroso muy mal cuidado, olía mal y a pesar de ser originalmente de color blanco estaba gris y marrón de toda la cantidad de mierda que tenía. A mí me tenía aprecio y solía ir hacia mí para lamerme con el rabo levantado porque era de las pocas personas (sino la única) que lo acariciaba de vez en cuando. Un día después de hartarme de comer chocolate con sobaos (la merendola lo llamaban) el chucho vino hacia mí y me pegué un pedo en su cara, el perro empezó a dar alaridos y salió corriendo tambaleándose, como si estuviese enfermo. Al día siguiente la vieja me dijo que había muerto. A los pocos días se me ocurrió hacer lo mismo con la vieja, porque olía peor que el perro y porque una vez me dio una madalena casera que sabía a mierda. No me gustaba nada esa vieja. Así que esperé a que llegara el martes, que era el día de las judías y después de comer estuve como una hora entera en posición fetal en la cama esperando a que la vieja saliera a sentarse al soportal de su casa como hacía todas las tardes. Cuando vi por la ventana que por fin la vieja estaba sentada en su silla de esparto salí corriendo de la habitación a pederme en su cara, casi me caí por las escaleras, y una vez allí delante de ella le puse mi sucio culo de querubín en toda la cara y me pegué un pedo poderoso y estentóreo, yo creo que me cagué.

La vieja gritando «hijo puta qué hase, desgrasiaooooo» y yo corriendo de vuelta a mi cuarto con el mojón en el culo. Desde luego subestimé la forma física de la vieja porque entró en casa de mi abuela con una escoba para pegarme, y mi abuela allí gritando «pero qué hase Paquita, no le pegue a mi niño», y la vieja asquerosa «que sa pegao un peo en mi cara», y mi abuela «pues pégate un peo en la suya, pero no le pegue que tiene que estudiá». La vieja asquerosa la palmó a los pocos días, yo vencí.
 
La hostia sapo, uff no se que decir, la verdad que a veces os metéis en unos lios...



Nunca he llorado del susto; que mal lo pasaste tio.

Así lo tuvo que pasar la criaturita, ahí encogido y con la cara llena de arena, llorando, y la gente pasando por allí mientras escuchaba sus quejidos. No quisiera pasar por eso.
 
Una vecina de mi abuela tenía un perro asqueroso muy mal cuidado, olía mal y a pesar de ser originalmente de color blanco estaba gris y marrón de toda la cantidad de mierda que tenía. A mí me tenía aprecio y solía ir hacia mí para lamerme con el rabo levantado porque era de las pocas personas (sino la única) que lo acariciaba de vez en cuando. Un día después de hartarme de comer chocolate con sobaos (la merendola lo llamaban) el chucho vino hacia mí y me pegué un pedo en su cara, el perro empezó a dar alaridos y salió corriendo tambaleándose, como si estuviese enfermo. Al día siguiente la vieja me dijo que había muerto. A los pocos días se me ocurrió hacer lo mismo con la vieja, porque olía peor que el perro y porque una vez me dio una madalena casera que sabía a mierda. No me gustaba nada esa vieja. Así que esperé a que llegara el martes, que era el día de las judías y después de comer estuve como una hora entera en posición fetal en la cama esperando a que la vieja saliera a sentarse al soportal de su casa como hacía todas las tardes. Cuando vi por la ventana que por fin la vieja estaba sentada en su silla de esparto salí corriendo de la habitación a pederme en su cara, casi me caí por las escaleras, y una vez allí delante de ella le puse mi sucio culo de querubín en toda la cara y me pegué un pedo poderoso y estentóreo, yo creo que me cagué.

La vieja gritando «hijo puta qué hase, desgrasiaooooo» y yo corriendo de vuelta a mi cuarto con el mojón en el culo. Desde luego subestimé la forma física de la vieja porque entró en casa de mi abuela con una escoba para pegarme, y mi abuela allí gritando «pero qué hase Paquita, no le pegue a mi niño», y la vieja asquerosa «que sa pegao un peo en mi cara», y mi abuela «pues pégate un peo en la suya, pero no le pegue que tiene que estudiá». La vieja asquerosa la palmó a los pocos días, yo vencí.

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Tirame del dedo
 
Una vecina de mi abuela tenía un perro asqueroso muy mal cuidado, olía mal y a pesar de ser originalmente de color blanco estaba gris y marrón de toda la cantidad de mierda que tenía. A mí me tenía aprecio y solía ir hacia mí para lamerme con el rabo levantado porque era de las pocas personas (sino la única) que lo acariciaba de vez en cuando. Un día después de hartarme de comer chocolate con sobaos (la merendola lo llamaban) el chucho vino hacia mí y me pegué un pedo en su cara, el perro empezó a dar alaridos y salió corriendo tambaleándose, como si estuviese enfermo. Al día siguiente la vieja me dijo que había muerto. A los pocos días se me ocurrió hacer lo mismo con la vieja, porque olía peor que el perro y porque una vez me dio una madalena casera que sabía a mierda. No me gustaba nada esa vieja. Así que esperé a que llegara el martes, que era el día de las judías y después de comer estuve como una hora entera en posición fetal en la cama esperando a que la vieja saliera a sentarse al soportal de su casa como hacía todas las tardes. Cuando vi por la ventana que por fin la vieja estaba sentada en su silla de esparto salí corriendo de la habitación a pederme en su cara, casi me caí por las escaleras, y una vez allí delante de ella le puse mi sucio culo de querubín en toda la cara y me pegué un pedo poderoso y estentóreo, yo creo que me cagué.

La vieja gritando «hijo puta qué hase, desgrasiaooooo» y yo corriendo de vuelta a mi cuarto con el mojón en el culo. Desde luego subestimé la forma física de la vieja porque entró en casa de mi abuela con una escoba para pegarme, y mi abuela allí gritando «pero qué hase Paquita, no le pegue a mi niño», y la vieja asquerosa «que sa pegao un peo en mi cara», y mi abuela «pues pégate un peo en la suya, pero no le pegue que tiene que estudiá». La vieja asquerosa la palmó a los pocos días, yo vencí.



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:benitooo:
 
Una vez estuve en Madriz. Temí por mi vida.
 
Me contaron esto que os voy a contar de una chica. Alguien cercano a ella, y flipé. Tenía yo catorce años y ella unos flamantes 18 cuando la conocí. Era guapa guapa, me acuerdo del día que la ví la primera vez. Se me acercó a pedir fuego, que yo no tenía, y luego me dio charla y me sentí tan mayor y privilegiada... y sigue siendo guapa, que por este hilo me he acordado de ella y la he buscado en feisbuk... Muy rubia, ojos de esos azules azules que duelen y no sé, no sé qué tenía además de eso. Lo tenía todo, era una preciosidad. Recuerdo que entonces yo no había visto ninguna belleza en directo. Mis amigas eran monas, pero no bellezas, y cuando se acercó a hablarme flipé con todo. Los ojos, la boca, la voz, el pelo, las maneras...
Me contaba esta amiga de ella, que vivían en la misma urbanización, que ya con 12 años le cantaban los niños "Ay Rebequita qué buena estás, que le gustas a los niños y a sus papás"
Pues a la Rebequita con 20 le dio un chungo, se peleó con el padre, y salió corriendo a la terraza a tirarse. Y se tiró.
Pero al ir a tirarse, cosas de la vida, se quedó enganchada del abrigo y el padre la subió y la metió a tierra firme.
Y luego se mudaron a un chalet.
 
Me contaron esto que os voy a contar de una chica. Alguien cercano a ella, y flipé. Tenía yo catorce años y ella unos flamantes 18 cuando la conocí. Era guapa guapa, me acuerdo del día que la ví la primera vez. Se me acercó a pedir fuego, que yo no tenía, y luego me dio charla y me sentí tan mayor y privilegiada... y sigue siendo guapa, que por este hilo me he acordado de ella y la he buscado en feisbuk... Muy rubia, ojos de esos azules azules que duelen y no sé, no sé qué tenía además de eso. Lo tenía todo, era una preciosidad. Recuerdo que entonces yo no había visto ninguna belleza en directo. Mis amigas eran monas, pero no bellezas, y cuando se acercó a hablarme flipé con todo. Los ojos, la boca, la voz, el pelo, las maneras...
Me contaba esta amiga de ella, que vivían en la misma urbanización, que ya con 12 años le cantaban los niños "Ay Rebequita qué buena estás, que le gustas a los niños y a sus papás"
Pues a la Rebequita con 20 le dio un chungo, se peleó con el padre, y salió corriendo a la terraza a tirarse. Y se tiró.
Pero al ir a tirarse, cosas de la vida, se quedó enganchada del abrigo y el padre la subió y la metió a tierra firme.
Y luego se mudaron a un chalet.
Lean esto y alucinen.
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Manel Estiarte «Rosa me miró con ternura, suave, y se puso a correr... Yo me volví loco» | Nacional | Nacional - Abc.es
 
1ª: De pequeño en un pantano con mis padres. Se metió el con mi hermano a hombros y yo cuando los vi fui detrás como el buen mongolo que era, y que sigo siendo. Pille un agujero o algo y por lo que me contaron mi padre y mi madre que estaba en la orilla, fue desaparecer y quedarse el agua mansisima. Me acuerdo de beber agua como para haber apagado un incendio, y de verlo todo verde. Al final libré porque en una de las pataleadas le pegue a una piedra y me impulse para atrás, saliendo grácilmente (boqueando como una sardina al sol vaya).

2ª: En mi 19 cumpleaños estrene coche, que se me había puesto entre ceja y ceja desde que me había sacado el carnet. Un flamante 205 gti que fui a enseñarle a mi mejor amigo a la salida de la fábrica en que trabajaba. Total, que lo ve y me dice que mola, pero que a ver si anda. Pues 160 cv que puse a todo lo que daba en la recta de la entrada de la fábrica hasta llegar a una rotonda que si vas a una velocidad decente la ves, pero a lo que debía de ir y al pillar el cambio de rasante mínimo que había justo antes no. Cuando vi que me iba directo por mucho que atravesaba el freno, mire por un segundo el velocímetro e iba a 120 justo antes de pegar el bordillo y subirme. No sé cómo nose volcó, ni como no nos estampamos en el árbol que había justo en medio, y que libramos por 1 metro.

El coche eso sí, con el chasis doblado y la llanta destrozada.

3ª: Todos los días cuando me levanto hasta que me acuesto, y ni entonces estoy a salvo.
 
No tengo claro si cuenta como casi muerte la obsesión que tenia mi hermano que le quitó mi madre a zapatillazos de ir a mi cuna y meterme pesetas en la boca siendo yo un bebè.
 
Última edición:
En una inmersión en unas islas cerca de Girona, islas Medas, nos metimos en una cueva que descencía desde unos 5 metros hasta el fondo, un arenal, situado a unos 15 o 20 metros.
Eramos 2, mi colega primero, y yo en la cola, la verdad que ambos teníamos esperiencia en éstos temas.

La cosa pintaba bien, un tubo estrecho, pero que permitía el paso holgadamente, en las paredes de la cueva, con buenos focos se veían bogavantes, alguna langosta pequeña,
en fin, bichos de mar.

En una de éstas, supongo que una roca, o algo así, me quitó el regulador de la boca, eché mano atrás, pero las estrechuras no me dejaban localizar el aparato, ni el segundo de repuesto.
Con tranquilidad, pegué un par de aletadas y estiré del pie al compañero, éste, que no podía girarse, pero que la intuición le llevó a pensar que algo pasaba, empezó a aletear
hasta el fondo.

Llegamos a la salida en unos 10-15 segundos interminables, e intenté llegar hasta el regulador del compañero, pero estaba a bastante distancia.

Ya no recuerdo más, según me contó, tiró del cordón del chaleco y subí hasta arriba, en el barco, parece ser que me dieron unos golpes y reaccioné, para mí que se me cagaron en el pecho,
o eso, o me había ido yo de bareta en el neopreno.

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Aquí el sitio de mi casi última morada.
 
Última edición:
Si gracias a eso te cagaron en el pecho hay un claro equilibrio karmico,lo bueno compensó lo malo :lol:
 
Hace tiempo, un camión entró en mi oficina. Yo entonces trabajaba en Cambeo (Orense) y estaba apoyado en la fachada, de espaldas, esperando a que se abriera la caja fuerte.

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Siempre que he estado cerca de palmar, ha sido por culpa de accidentes de tráfico. El más grave por saltarme un ceda al paso. Un autobús que iba follado me hizo un pleno. Yo no tenía visibilidad (el sol y un contenedor). Debería haber muerto pero me libré. Puntos en la cabeza, mucho dolor de huesos y el chófer con un marrón tremendo, pero no por mí (yo llegué a un acuerdo con la empresa de autobuses), sino por los pasajeros que aprovecharon el entuerto para sacar tajada de todo tipo.

Un verdadero asco. Alimañas todos. Que si bajas, que si incapacidades, incluso indemnizaciones. Recuerdo que me monté en la ambulancia y salí de allí por patas, acojonado por el revuelo. Una viejecitas plañideras gritaban que estaba muerta y yo pensé que el cielo era un lugar espantoso, porque sólo había ancianitas escandalosas.

Entre la picaresca nacional y las irresponsabilidades vamos de culo.

Aunque el ceda al paso, no me lo salté en realidad. No veía nada (un contenedor y coches aparcados me impedían ver el autobús). Llevaba un smart -no era mío-, por lo tanto no tenía ni morro que sacar para ver. Así que avancé muy despacito, porque no me quedaba otra opción que salir. Hombre, podría haberme bajado del coche para asegurarme, o preguntarle a alguna viejita, pero no me dio por ahí. Por otra parte el sol me deslumbró y tampoco vi el espejo que (supongo) había colocado en la esquina superior derecha de un edificio. Pero la carrocería de los smarts es de pvc y la estructura creo que es de titanio. Así que se partió. Si hubiera sido un coche normal, se me hunde en el costado y no lo cuento. El autobús iba follado y dejó una huella de siete metros de frenada, por eso pudieron demandar los pasajeros ya que superaba con creces la velocidad permitida. Di un par de vueltas por allí, aunque no volqué porque mantuve el control del volante y acabé en la puerta de una carnicería. No compré nada porque me piré en la ambulancia para no tener que contarle mi vida a los maderos, que me causan mucho respeto y además yo prefiero a la guardia civil con sus tricornios antiguos. Está feo que yo lo diga, pero mantengo la calma en situaciones extremas. Total, que el coche me salvó la vida o como poco, las costillas.

Debe ser que atraigo los accidentes porque he visto cada piño... Ah, y una vez me dieron una hostia por detrás .platanito.mientras yo estaba con el coche parado en un semáforo, un tío que venía hablando por el móvil mientras conducía. Lo vi venir por el espejo retrovisor, como a unos 40 km/h o así. Al verlo llegar hacia mi dudé entre bajarme del coche o agarrarme fuerte a lo que pudiera, y opté por esto último. Así y todo me hizo daño en una rodilla. Fui gilipollas de no irme al hospital diciendo que no podía mover la pierna.
 
¿Qué tal, amigos?

¿Qué tal, amigos?

Lo único que diré de los albañiles es que cuando era niño hicieron un muro en mi campo para contener un viaje de tierra en la que plantar cosas. El muro tenía unos dos metros y medio de altura, y por la novedad estuvimos jugando debajo de él toda la tarde mi hermana, mi vecino y yo. Al escondite, a treparlo, al baloncesto poniendo una canasta en lo alto...

Sé que es una lástima que tardara tanto, pero hasta esa madrugada, ya sin nadie debajo, no se cayó.
 
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