Ayer estuve escuchando el programa de la Otero y hay cosas que me dejaron flipado. Parto de la base y asumo que los encargados de valorar si Turbo es culpable o no son suficientemente independientes e imparciales como para mantenerse al margen de todo el ruido mediático y poder emitir un veredicto claro, pero me flipa un poco como venden los hechos los medios.
... Blao
Cuentan el caso de una sudamericana que, al poco de llegar a España, le debía dinero a no sé quién, 300 pavos, y no se le ocurre mejor manera de conseguirlo que rodando una escena porno, una escena porno con Torbe. No se le ocurrió, qué te digo yo, trabajar en cualquier cosa [limpiar, cuidar ancianos], o buscar otras vías alternativas como, qué sé yo, vender todo tu pelo o, incluso, en el caso de que quieras conseguirlo rápido, en negro y de 50 en 50 euros, hacer de puta 6 veces y ya tienes los 300 que necesitas, no, ella se tiene que poner a hacer porno... Más blao
Todo el rato dejaban bien claro que esto las mujeres lo hacen por necesidad y que está mal aprovecharse de la necesidad de la gente como si no tuvieran otras opciones laborales con las que ganarse la vida, no, o eres puta o actriz porno de baratillo o nada. Es curioso que nadie nunca piense que casi todo el mundo trabaja por necesidad, que si tuviéramos la cuenta llena de ceros iba a trabajar su puta madre. Que un chatarrero no lo hace por vicio, y que el señor que barre las calles posiblemente preferiría trabajar de otra cosa pero, no, aquí hay que apiadarse de las pobres mujeres indefensas que llaman a la puerta de una productora de un tío tan desagradable como Torbe porque necesitan 300 pavos de golpe y no se les ocurre mejor manera de conseguirlos que follarse al manatí con una cámara delante para que lo cuelgue en la internec.
...
Que a Turbo le caiga lo que le tenga que caer. Que si ha delinquido todo el peso de la ley le aplaste pero, coño, no vendamos un victimismo que, en muchas ocasiones, no se justifica. Que yo también he hecho trabajos de mierda en los que me han pagado 4 duros y no he ido quejándome de que me han explotado porque, al final, si los he hecho, es porque he querido.
Otra cosa es si alguna de esas chicas iba obligada o engañada, que no lo sé, pero el caso de la sudamericana ésta que contaron ayer fue, simplemente, que la tía eligió mal qué hacer en su vida en un determinado momento.