El escritorio de un hombre es el reflejo de su mente, ves un escritorio y ya sabes cómo piensa esa mente, cómo maquina ese cerebro, como esta amueblada esa azotea. Y yo digo que el cacao mental que tiene serdo en su cabecita no es ni medio sano. Una vida desordenada, dada la vuelta, sin rumbo fijo, un caos vital, una huida hacia delante, la deriva existencial, un túnel que no deja ver la luz del fondo, la caída a un pozo sin fondo, una carrera por el monte en noche cerrada a troche y moche.
Por cierto, no eres nadie si no tienes una alfombra verde para forear.
Por cierto, no eres nadie si no tienes una alfombra verde para forear.
Última edición: