He sido pro-blanco durante muchos, muchos años. Siempre fui un conservador. Todos sabéis eso.
El problema es que ya no puedo serlo porque tristemente no pertenezco a la mayoría heterosexual y no somos parte del mismo equipo, aunque a mí me habría encantado que hubiese sido así. Yo lo siento mucho Europa, pero he hecho lo que he podido. No soy un superhéroe con una doble vida y una identidad secreta como Adrien Agreste -o sí, o al menos intenté serlo en mi megalomanía obcecada y hambrienta. ¿Qué más quieres de mí? Tampoco ayuda mucho que España siempre me pusiese la zancadilla aunque era un país que me gustaba antes, o que ilovegintonic decidiese convertirme en una mascota de Internet para siempre porque soy un puto inválido sin infancia -fuiste tú, tú en concreto porque en las venas llevas la inhumanidad amoral del judío, nunca olvidaré eso. La crueldad del tirano se alimenta de la indefensión del frágil. Estoy cansado. La derecha me odia por degenerado y la izquierda me odia por racista, porque no quiero que me cuelguen de una grúa. ¿Cómo puedo mover un sólo dedo por ti cuando sólo recibo odio por todas partes, si siempre me vas a sabotear o hacer daño sin venir a cuento? Realmente no sé qué más puedo hacer, pero sólo soy un nini con un teclado, y salvar todo un continente y toda una raza me queda muy grande después de todo.
No me gustan los toros. No me gusta el flamenco. No me gusta el fútbol. No entiendo por qué me ha tocado tener un pasaporte español, o por qué tuviste que ser tan sádico conmigo sin ninguna necesidad con un odio que en realidad es real. ¿Qué te he hecho yo? Ni siquiera me dejaste ser un niño feliz y siempre traté de hacer lo que me enseñaron que está bien. Te defendí hasta hartarme, España, pero me humillaste y me escupiste a la cara porque sí, porque te pareció gracioso ser mezquino y frío con el diferente y el débil. Por eso llevo un grito cáustico de Justicia y de odio por dentro.
Ya no puedo ser facha. Ya no.
Tal vez algún día descubrirás que fui el hombre que pudo reinar y te arrepentirás de no haberme apoyado nunca. Una vez fui un pez gordo dentro del movimiento nacionalista blanco. Te pude haber defendido, pero no lo hice. Ya no quiero saber nada de ti. No quiero un trono como Damocles, que dé la cara por ti alguien a quien por lo menos trates medianamente bien. No me mereces, y te vas a arrepentir mucho de haber truncado mi vida cuando podía haber sido el MILO español.
Te desearía Feliz Navidad, pero es el cumpleaños de Jesús y he perdido la fe en Dios.
Sólo quería decir que Isaac Abravanel tenía razón y que has perdido.