Puta Luna Llena.
¡Qué hija de puta!
Está siendo la segunda más dura del año.
Un gran poder insomne, pero inductor a la reflexión.
La peor fue el 20 de agosto, que invitaba al trastorno y la enajenación.
Desobedeciendo los consejos sobre exterminio, debo decir que al final he conseguido empezar a domesticar a mis ratones domésticos, gracias al poder del amor interespecie.
Creo que quedan aún otros dos, con el tiempo se harán amigos. Comprenderán que las bondades de un calcetín usado superan con creces a guarecerse en mi aislante.
El grillo ha decidido acomodarse en un recoveco de mi ventana y ahora mismo está cantando.
Y las lechugas mantecosas ya están compitiendo entre sí por hacerse mantecosas.
El lesivo y agresivo égregor de la política y del calamitoso estado del mundo se ha reducido a niveles de forofo del fútbol promedio de los 80, gracias al uso del dispositivo en modo ninja/radio.
He avanzado significativamente con la construcción del mobiliario.
Realmente estoy construyendo muebles bonitos y funcionales.
Me he acordado de que aún tenía unos 50 pavos en la billetera de Telegram, y me he metido a convertirlos a euros, así mañana iré a comprar tornillos, maderas y un rollo industrial de papel, porque llevo días limpiándome el culo con el papel de la bolsa del pan.