No me consta que esto sea asi, aunque mi escaso apego por estas festividades familiares me impide hacerme con una idea mínimamente cualificada sobre el tema. Esto por supuesto, no me impide, al igual que cualquier tertualino televisivo que se precie, dar mi opinión y sentar cátedra como si fuera el mísmisimo Fideas dando una clase magistral sobre los frisos del Partenon.
Esta mayor lubricación en el engranaje que hace funcionar la maquinaria del ligoteo se explica claramente por la influencia que tiene en las damiselas asistentes el conocido como "efecto dominó" y la secular competitividad entre las hembras. Las solteras asistentes al ver como una competidora ha alcanzado el que viene siendo siglos tras siglo su culminación como miembro de una sociedad, es decir el matrimonio y la posterior procreación, activan automáticamente un sistema de alarma genético que las lleva a mostrar un inaudito interés por relacionarse con el otro sexo.
Aunque todo se reduzca a un contaco efímero y puramente coyuntural, habrán soslayado la insoportable sesación de fracaso que acompaña a una mujer soltera en una boda, donde su situación de desamparo sentimental y los continuos y afilados chascarrillos del tipo "¿y tu cuando te casas?" o "¿poque no has traído a tu novio?" laceran sádicamente su frágil e influenciable autoestima. Como veis, queridos hamijos, no tener ni puta idea de lo hablo no me impide cagar uno de mis habituales ladrillos.