Torquemada2.0
El calzonazos del Xanadú
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Sigo con la empresa de plásticos de LoL
José Ramón y Manolo. El dúo dinámico
Eran jefe y mecánico de un turno en la empresa. Empiezo por el segundo, el mecánico, Manolo. Un ser engendrado en la más profunda Extramadura. Unicejo, pelos saliendo por cualquier orificio, orejas, nariz, como un torrente sin control, con una mirada de anormal profundo, igualita a esas que tenían los cretinos de las Hurdes, en la película de Buñuel sobre la comarca extremeña. Al tipo le faltaba un hervor fijo. Otra característica era su pelo fosco e indomable, siempre yendo al trabajo con algunos pelos de punta otros aplanaos, dando una imagen ya total de zumbao perdido, si a eso unimos lo comentado anteriormente. Luego, además, el tipo iba perdiendo piezas dentales (no tendría por aquel entonces más de 40 años) con una velocidad endiablada, una cada dos meses. Se le iban cayendo los dientes como a un burro.
Abandonemos la descripción física y pasemos a su conducta. El tío sin conocerte de nada, en el primer día de trabajo que coincidías con él, te soltaba " Maricooooón, que bien vives maricoooón, en el sueldo te engañarán, pero lo que es en el trabajo....." quedándote tú, con una cara de WTF impresionante. Eso lo repetía hasta la saciedad durante las ocho horas de turno a cualquiera que se cruzara en su camino, obviamente, sin estar haciendo él absolutamente nada. Para más inri, este tipo tenía un apetito voraz, se traía sus sandwichs para comérselos a medio turno, pero es que además, como la gente de su turno no anduviera lista, también se zampaba la suya. Esto le costó un MegaLoL. Un técnico de calidad adscrito a su turno, harto de su conducta, junto con otro cabroncete, se la devolvieron. Durante una semana le cambiaban el sandwich de su casa por otro que hacían ellos con comida de gato, esa que parece paté. El hijoputa, se relamía y todo. Hasta que le dijo a la mujer dónde compraba aquel paté, que estaba ríquisimo. La mujer, le dijo que hacía meses que no compraba paté, de qué estaba hablando. Todavía oigo las risas de los otros
Técnicamente, otro bodoque. Un día estábamos instalando un empaquetador automático de botellas para automatizar esta labor, y obviamente todo el mundo estaba atento a este nuevo dispositivo, yo en especial, evaluando los riesgos y potenciales defectos que podían aparecer si no se ajustaba bien el dispositivo. En esto que en uno de los primeros movimientos, un separador de las botellas quedó bloqueado, y abollaba las botellas que no dejaban de salir de la máquina. Ahí apareció Manolo con un destornillador de medio metro usándolo como si fuera una alabarda contra una carga de caballería. El dueño, y el proveedor del empaquetador con las manos en la cabeza, y el jefe de equipo, José Ramón, separando al Manolo de la máquina, porque este entró en modo berserker y no dejaba de dar empellones como si le fuera la vida contra aquel separador del diablo. A mí, se me saltaban las lágrimas de la risa, os lo juro
Le toca el turno a José Ramón. Físicamente era un tío normal, con un serio problema de halítosis, pero normal al fin de al cabo.
El tío tampoco era malo técnicamente, era fino, y dejaba las máquinas fetén. Pero eso sí, siempre que no se acumularán más de dos problemas juntos, si ya se paraban tres máquinas, el tío empezaba a dar vueltas sobre si mismo, y al final terminaba mareado, y algunas veces se caía al suelo. Verídico, fui testigo de aquello al menos un par de veces que recuerde. Al hombre le podía tanto la presión, que un día de marras se pararon todas las máquinas porque el mantenimiento de aquello era de LoL, y lo no normal es que funcionaran, el tío se puso a llorar, y se fue a su coche a redimir sus penas. Ahí a las 12:00 de la mañana el dueño, intentando hablar con él, y el otro haciendo pucheros.
José Ramón y Manolo. El dúo dinámico
Eran jefe y mecánico de un turno en la empresa. Empiezo por el segundo, el mecánico, Manolo. Un ser engendrado en la más profunda Extramadura. Unicejo, pelos saliendo por cualquier orificio, orejas, nariz, como un torrente sin control, con una mirada de anormal profundo, igualita a esas que tenían los cretinos de las Hurdes, en la película de Buñuel sobre la comarca extremeña. Al tipo le faltaba un hervor fijo. Otra característica era su pelo fosco e indomable, siempre yendo al trabajo con algunos pelos de punta otros aplanaos, dando una imagen ya total de zumbao perdido, si a eso unimos lo comentado anteriormente. Luego, además, el tipo iba perdiendo piezas dentales (no tendría por aquel entonces más de 40 años) con una velocidad endiablada, una cada dos meses. Se le iban cayendo los dientes como a un burro.
Abandonemos la descripción física y pasemos a su conducta. El tío sin conocerte de nada, en el primer día de trabajo que coincidías con él, te soltaba " Maricooooón, que bien vives maricoooón, en el sueldo te engañarán, pero lo que es en el trabajo....." quedándote tú, con una cara de WTF impresionante. Eso lo repetía hasta la saciedad durante las ocho horas de turno a cualquiera que se cruzara en su camino, obviamente, sin estar haciendo él absolutamente nada. Para más inri, este tipo tenía un apetito voraz, se traía sus sandwichs para comérselos a medio turno, pero es que además, como la gente de su turno no anduviera lista, también se zampaba la suya. Esto le costó un MegaLoL. Un técnico de calidad adscrito a su turno, harto de su conducta, junto con otro cabroncete, se la devolvieron. Durante una semana le cambiaban el sandwich de su casa por otro que hacían ellos con comida de gato, esa que parece paté. El hijoputa, se relamía y todo. Hasta que le dijo a la mujer dónde compraba aquel paté, que estaba ríquisimo. La mujer, le dijo que hacía meses que no compraba paté, de qué estaba hablando. Todavía oigo las risas de los otros
Técnicamente, otro bodoque. Un día estábamos instalando un empaquetador automático de botellas para automatizar esta labor, y obviamente todo el mundo estaba atento a este nuevo dispositivo, yo en especial, evaluando los riesgos y potenciales defectos que podían aparecer si no se ajustaba bien el dispositivo. En esto que en uno de los primeros movimientos, un separador de las botellas quedó bloqueado, y abollaba las botellas que no dejaban de salir de la máquina. Ahí apareció Manolo con un destornillador de medio metro usándolo como si fuera una alabarda contra una carga de caballería. El dueño, y el proveedor del empaquetador con las manos en la cabeza, y el jefe de equipo, José Ramón, separando al Manolo de la máquina, porque este entró en modo berserker y no dejaba de dar empellones como si le fuera la vida contra aquel separador del diablo. A mí, se me saltaban las lágrimas de la risa, os lo juro
Le toca el turno a José Ramón. Físicamente era un tío normal, con un serio problema de halítosis, pero normal al fin de al cabo.
El tío tampoco era malo técnicamente, era fino, y dejaba las máquinas fetén. Pero eso sí, siempre que no se acumularán más de dos problemas juntos, si ya se paraban tres máquinas, el tío empezaba a dar vueltas sobre si mismo, y al final terminaba mareado, y algunas veces se caía al suelo. Verídico, fui testigo de aquello al menos un par de veces que recuerde. Al hombre le podía tanto la presión, que un día de marras se pararon todas las máquinas porque el mantenimiento de aquello era de LoL, y lo no normal es que funcionaran, el tío se puso a llorar, y se fue a su coche a redimir sus penas. Ahí a las 12:00 de la mañana el dueño, intentando hablar con él, y el otro haciendo pucheros.