Es que a la mayoría de nuestra generación, años 80, nos han vendido una moto que al final no llegaba ni a patinete.
Estudia una carrera, saca buenas notas, esfuérzate, que si los que hacen la FP son los tontos, tú no lo hagas, que si mira a la Jessy y al Jonathan la mierda de vida que tienen. Clasismo y elitismo rancio, titulitis, el que dirán y el aparentar, y frustraciones de vida de padres y abuelos enfocados en otras personas, con la presión que eso conlleva. Al final los títulos te valen para limpiarte el culo con ellos o colgarlos en la pared.
Y llegas a los 40, echas la vista atrás y te cagas en la puta madre que parió a todo. Esfuerzos titánicos de estudiar como una rata de biblioteca con el fin de ser más válido, tener más formación y se supone que más preparación, para obtener simples migajas, mientras ves a otros que apenas con la ESO acabada ganan más dinero que tu y tienen más estabilidad que tu, porque llevan 15 años trabajando y tú ni la mitad con contratos de mierda de tres meses.
A mis alumnos y gente adolescente les digo lo mismo. Salvo que tengan padrino o enchufe, que huyan de la estafa que es la Universidad, una institución hiperinflada y sobrevalorada como pocas, una fábrica de mediocres, parásitos, parados y ninis progreidiotas. Que hagan una FP o unas oposiciones adaptadas a su nivel (al menos te garantiza el plato de lentejas) y que aprendan idiomas y habilidades sociales (contactos), que es lo que marca la diferencia en el mercado laboral. La gran mayoría no consigue trabajo por su dedicación y esfuerzo, lo consigue por conoce a este o aquel o ha sido recomendado, no hay más.
Y no tengo envidia, al contrario, me alegro por esas personas, porque en su día muchos huyeron del rebaño y supieron adaptarse a lo que había, explorar otras opciones y ser más prácticos. Otros nos dejamos embaucar con falsas promesas de una vida cojonuda y de la leche, basada en el esfuerzo y en tener más méritos que otros, y la hostia ha sido tremenda.