Sir Ano de Bergerac
La becaria de Aramís Fuster.
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Partiendo de la psicología clínica y mi interpretación sui generis de sus conceptos podemos trazar un eje que va de la neurosis a la esquizofrenia. En los dominios de la neurosis se encuentra la necesidad de fijar todos los factores propios y ajenos para que sean idénticos a una imagen dada, por el contrario, el paciente esquizofrénico puede verse disuelto por el mundo circundante, dejándose envolver hasta perder la noción de sí mismo. La neurosis provoca angustia, la esquizofrenia es delirante.
En su primer libro Niezsche filosofa sobre los influjos de Apolo y Dionisio. Lo apolíneo es capaz de inducir el orden en las gentes envenenando con la ilusión de que las ideas prefiguran a las cosas y por lo tanto las jerarquías y los órdenes son una especie de mandato superior, lo dionisíaco por su parte agita personalidad del individuo, lo saca de sus casillas y hace que se pierda en un universo en el que no existen el bien y el mal. La intención de Nietzsche no era tanto sugerir un mundo puramente dionisiaco como criticar lo sumamente apolíneo que es el nuestro.
En mi caso particular la experiencia estética ha sido siempre el gran disolvente de neurosis. En el arte uno debe ser capaz de perderse en el objeto. Atended bien a este poema de Rilke:
¡Has de cambiar tu vida! Eso no os lo esperabais ¿eh? A mi me sigue dejando de piedra ese final. Condensa ese momento, bien podría tildar de postcoital (¿sabéis que hay quienes se quedan ligeramente deprimidos después de correrse? a mí me ha ocurrido un par de veces) de volver a uno mismo, enjaularte de nuevo tras los barrotes del yo habiendo saboreado quizás una pizca de verdadera libertad. Uno vuelve a sí convencido de que algo significativo ha debido ocurrir, las cosas no pueden seguir yendo de la misma manera a partir de ahora. Pero si no eres capaz de mantener esa tensión, ese recuerdo de que las cosas pueden ser de otra manera, gradualmente te olvidas y el orden y las ideas vuelven a regir tu vida. Naturalmente.
En su primer libro Niezsche filosofa sobre los influjos de Apolo y Dionisio. Lo apolíneo es capaz de inducir el orden en las gentes envenenando con la ilusión de que las ideas prefiguran a las cosas y por lo tanto las jerarquías y los órdenes son una especie de mandato superior, lo dionisíaco por su parte agita personalidad del individuo, lo saca de sus casillas y hace que se pierda en un universo en el que no existen el bien y el mal. La intención de Nietzsche no era tanto sugerir un mundo puramente dionisiaco como criticar lo sumamente apolíneo que es el nuestro.
En mi caso particular la experiencia estética ha sido siempre el gran disolvente de neurosis. En el arte uno debe ser capaz de perderse en el objeto. Atended bien a este poema de Rilke:
TORSO DE APOLO ARCAICO
No conocemos la inaudita cabeza
en que maduraron sus pupilas. Pero
el torso arde aún igual que candelabro
donde su vista reducida tan sólo
se mantiene y fulge. Si no, no podría
cegarte el curvado pecho, ni en el giro
leve del muslo vagara una sonrisa
hacia aquel centro en que gravitaba el sexo.
Si no fuera hermosa esta piedra trunca
bajo la caída clara de los hombros,
no luciera así igual que piel de fiera,
ni irisara desde todos sus contornos
como una estrella: pues ahí no hay un punto
que no te vea. Has de cambiar tu vida.
No conocemos la inaudita cabeza
en que maduraron sus pupilas. Pero
el torso arde aún igual que candelabro
donde su vista reducida tan sólo
se mantiene y fulge. Si no, no podría
cegarte el curvado pecho, ni en el giro
leve del muslo vagara una sonrisa
hacia aquel centro en que gravitaba el sexo.
Si no fuera hermosa esta piedra trunca
bajo la caída clara de los hombros,
no luciera así igual que piel de fiera,
ni irisara desde todos sus contornos
como una estrella: pues ahí no hay un punto
que no te vea. Has de cambiar tu vida.
¡Has de cambiar tu vida! Eso no os lo esperabais ¿eh? A mi me sigue dejando de piedra ese final. Condensa ese momento, bien podría tildar de postcoital (¿sabéis que hay quienes se quedan ligeramente deprimidos después de correrse? a mí me ha ocurrido un par de veces) de volver a uno mismo, enjaularte de nuevo tras los barrotes del yo habiendo saboreado quizás una pizca de verdadera libertad. Uno vuelve a sí convencido de que algo significativo ha debido ocurrir, las cosas no pueden seguir yendo de la misma manera a partir de ahora. Pero si no eres capaz de mantener esa tensión, ese recuerdo de que las cosas pueden ser de otra manera, gradualmente te olvidas y el orden y las ideas vuelven a regir tu vida. Naturalmente.
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