El Corte Inglés es la tienda de los funcionarios. Ves a los clientes comprando cosas caras y tienen la misma cara que cuando están en sus puestos de trabajo, esas caras inexpresivas, como caretas de plástico, gente impenetrable que no revelan ningún sentimiento, con sus tonos de voz y su modales de distanciamiento cortés. A veces me dan ganas de pellizcarles la cara y tirar con fuerza de ella para arrancársela y ver el verdadero rostro que esconden tras su careta de funcionario amargado.
El Corte Inglés, la aspiración de la clase media que quiere ser un poco más, que quiere subir un peldaño en la escala social, o aparentarlo al menos. Porque no es lo mismo ir al CI a comprar que al Decathlon como Curro. No, señores, siempre ha habido clases.
Si el CI hace un anuncio con gais es porque la sociedad ya está preparada para asumirlo y toleran la diversidad sexual. Son unos clientes potenciales con poder adquisitivo y las abuelas con cardado han sido debidamente aleccionadas para que toleren las moderneces, quien más y quien menos ya conoce algún caso de homosexualidad en su entorno y aunque maricón, el chaval es bueno, educado y de buena familia.