Con la cabeza gacha debo confesarle, guapita de cara,
(
) que en una ocasión fingí una hernia para no ir a trabajar. Ni corto ni perezoso, me armé de una botella de cazalla y una navaja de Albacete que me afiló un buen señor que era afilador con su Derbi Paleto.
Me fui al puente de Ronda y, tras jincarme el contenido de la botella acompañado de un atascaburras a base de un pan de dos quilos y tres de morcilla güeña de Torafe, afirmé un trozo de soga al quitamiedos del puente y al chicote le anudé un mosquetón.
Sin pensármelo dos veces, me realicé una incisión en el vientre y con el dedo índice a modo de garfio tiré del intestino hasta localizar el yeyuno. Entonces pasé el mosquetón por el cacho de tripa y arrojéme al vacío.
Con una facilidad tremenda mis intestinos se desplegaban hasta que el extremo que termina en el
black hole tiró y una enorme sacudida me dio la vuelta poniéndome cabeza arriba. aquello seguía desplegándose, tirando del estómago, la tráquea...
Cuando no dio más de sí (el mosquetón me oprimía la campanilla y me daban arcadas), la elasticidad de todo el sistema digestivo que ahora hacía las veces de doble cordada permitió que por un segundo tocase el lecho del río seco, momento en que con enorme habilidad corté mis ligaduras que se enrollaron con enorme furia alrededor del puente.
Yo subí dando un rodeo enorme para recuperar mis pertenencias, y no sin dificultad volví a introducírmelas por la incisión, dejando fuera lo más vistoso (el estómago y el duodeno), que llevé dentro de una cestita de mimbre comprada previamente allí a una señora longeva.
Con las tripas en el canasto y éste adherido a mi vientre con cinta americana, me fui a la oficina a demostrarle al gorrino de mi jefe que ese día no podría trabajar, pero cuál fue mi sorpresa que por avatares del calendario, ese día ya era festivo de por sí.:cry:
Y lo bien que me lo pasé, ¿eh?