-Mirá, hija, tenés una edad ya y tenés que haser algo con tu vida, ¿viste? No puede ser que estés todo el rato con boludeces, de aquí para allá, de quilombo en quilombo, tenés que sentar la cabeza.
-Ya sé lo que decís, pero aquí no hay más que descamisados y muertos de hambre, los únicos con plata son los guiris y esos están en su mundo, mamá.
-¿Y Pedro qué? ¿No te gusta el pibe? Está solteeero, tiene su buen laburo, se le ve que fácil de manejar y no es feo, ¿viste?
-Quizás...
-Mirá, hija, vete acercándote a él, mirále con esos ojos, ponéte melosa, sacá el acento argentino... Te voy a decir lo que vamos a hacer... nos mudamos al piso de abajo y así le tenemos controlado y cerca... vos ofrecete, insinuate... el pibe acabará cayendo seguro, ¿viste? Te echás a Pedro de novio, te metés en el piso y vivís gratis... ¡qué digo gratis, él te paga la renta! ¡Cobrás por vivir en tu propia casa! No te preocupes, cuando tú no estés ya le echo yo el ojo... estos pollos bien se pelan...