¿Y no hay nadie a quien simplemente oler de lejos una CocaCola o una Fanta (y bebidas por el estilo) le provoca náuseas? Diooos, ese repugnante sabor artificial, a concentrado, a químico... No era nada terrenal. Yo no podía beber más allá de zumos bien diluidos en agua (porque, si no, empalagaban y daban aún más sed), hasta que con veintitantos descubrí las bebidas energéticas... Menos mal que al pasarme a la dieta paleo se me fue la locura burn.
A día de hoy, para refrescarme, sólo bebo agua o agua con limón, y de vez en cuando, tés fríos.