El cuadro de la pared con una niña paseando de la correa a una máquina retroexcavadora que echa humo, me encanta. No, yo venía a decir que cuando una hembra está lista para la procreación lo demuestra. Cómo si no iban a saber en las granjas cuándo se puede empezar a echarlas al macho. Las terneras se ponen toriondas, se montan unas encimas de otras, están más activas e inquietas, mugen día y noche, se les dilata la vulva, se les pone de color rojo o rosa intenso, segregan un líquido transparente brillante y desprenden un olor característico (esto imperceptible para el ganadero, claro). Además de mostrarse ofrecidas, es decir, que se colocan delante del macho, para provocar su monta, le buscan y se colocan sumisas delante de él. Pues lo mismo pasa en las hembras humanas, pero todos estos síntomas del celo se disfrazan con una serie de actos culturalmente aceptados como son el baile y la contorsión donde se muestre de soslayo la flexibilidad de la pelvis y el ensanchamiento de la cadera lo cual permite el parto sin riesgo para la cría. Lo que hace Beata no es más que una muestra instintiva del celo sexual.