Andalucía Bike Race 2019
Una semana antes de empezar, la previsión era asquerosa. Tres meses sin caer una puta gota de lluvia en la región y de pronto Mordor justo en los días de la carrera. La parienta y yo casi tenemos decidido ni viajar. Para comernos una como la del año pasado, que le den por culo. Hacer 6 días de MTB con lluvia, barro y demás es una mierda, tanto para uno mismo como para las bicis. En los vídeos y tal queda muy épico y mucha gilipollez, pero sobre todo no es nada divertido. Sin embargo, unos días antes la cosa cambia y "sólo" da lluvia el día de la etapa 1, lunes, y quizá algo en la etapa 2. En ese caso, y considerando que la primera etapa es la contrarreloj de apenas dos horas, pues bueno, nos liamos y vamos.
Para el que no lo recuerde, la ABR es la primera división del MTB en España, aunque el cambio de fechas le ha perjudicado y han venido menos pros, por la cercanía con la Cape Epic, que ha sido apenas 15 días antes.
Pues nada, que nos plantamos en la salida. La parienta y yo decidimos ir en general cada uno a nuestra bola, y si coincidimos en algunos momentos de las etapas pues genial, y si no da igual. El día de la contrarreloj las tías de categoría máster empiezan a salir en intervalos de 1 minuto a las 10 de la mañana, yo hasta las 12 menos algo me toco el nabo. El recorrido son 38 km y +800, muy parecido al del año anterior aunque algo más largo. Esta no es mi guerra, yo en esta modalidad apenas si caliento, sin embargo mi parienta es lo que le va, calentones de dos horas a fuego. Tanto, que me saca 2 minutos en meta, aunque también hay que decir que ella libró de lluvia y yo la segunda hora me cayó la del pulpo y los caminos se jodieron.
La segunda etapa, también en Linares, ya era maratón. 70 km con +1400, muy cabrones porque se trata de subidas cortas y duras, de las que muscularmente te dejan muerto. Las piernas responden, y tras los primeros km llegamos a un cresteo por cerros con bajadas técnicas donde aprovecho que técnicamente este año voy mucho mejor y adelanto a tropecientos corredores. Y además, en dos tramos de conexión de pista, me sale el rodador que llevo dentro y también vamos a toda hostia. Llegamos a la parte más bonita de la etapa, un sendero técnico rodeando un pantano, de estos que tiene una pendiente del copón a un lado y la montaña al otro, que a mí me encanta pero a la gente con vértigo las pasa putas. El disfrute es colosal, y aunque me como algún pequeño tapón, tiro de fuerza y subiéndome en la loma voy adelantando. Pero más adelante, ya sin gente y gozando, noto que el pie derecho se me sale de pronto del pedal. Paro y con horror veo que se me ha caído un tornillo de la cala, la cual llevo casi suelta. Me cago en mi vida, ahora qué coño hago. Me empiezan a pasar corredores y decido buscar a ver si por casualidad el tornillo que me falta está cerca, porque en cuanto he notado lo del pie he parado. La Virgen de Fátima en forma de tornillo se aparece a unos 20 metros de donde estaba, porque encuentro el puto tornillo, saco la multiherramienta, quito el barro, lo pongo apretando a saco y encendido y cabreado reemprendo la marcha a toda hostia. Tanto, que en 20 minutos y después de subir un par de rampas como un descerebrado me pega un aviso el isquio izquierdo, templa macho. En la siguiente bajada voy todavía cagándome en Dios por la pérdida de tiempo y claro, cuando no vas a lo que vas, pues hostión. Sin consecuencias, arañazos en la pierna derecha pero nada más. Poco más adelante cazo a varios de los que me habían adelantado y en un par de senderos técnicos paso por encima a otros, pero a 15 km de meta, con todavía algunos rampones considerables restantes, el isquio dice que se acabó. Tengo que parar otra vez, estirar, darme de hostias en el músculo (los tíos lo arreglamos todo así) y aligerar cadencia hasta el final, que por fortuna es algo más llevadero. Aún así, etapón, pues entro muy bien de tiempo, 4 horas y 25 minutos.
La tercera etapa, otros 73 km y +1900, es en Andújar. Los dos años anteriores se me dio muy bien, y tiene dos de las mejores bajadas de toda la prueba. El principio es demoledor, porque se suben varias paredes de porcentajes imposibles seguidas, que te desgastan un huevo, para luego emprender el ascenso a Santa María de la Cabeza por pista unos 7 km. En ese momento noto que voy mejor que ningún año, el ritmo es bueno, las sensaciones buenas y vamos un colega y yo adelantando a todo Cristo. Una vez coronada la parte final, que es en sendero de piedras hijoputa y por primera vez lo subo entero montado, empieza el festival. En un par de trialeras de bajada vamos como posesos y notamos que tenemos el día tonto, lo bajamos todo y a toda hostia. En una de las bajadas estrella, la famosa de los Caracolillos, ni me creo cómo vamos. Se trata de una antigua calzada romana hecha polvo, pero es una maravilla. Vamos pegando gritos para que se vayan quitando los que van dudando, y en la parte más técnica, en una curva a izquierda entre dos piedras, veo a dos que no hacen amago de echarse a un lado, así que a tomar por culo, paso por encima de la piedra izquierda, bajo la tija todo lo que puedo y me lanzo por un escalón de medio metro... ¡y paso! Hostia puta que subidón de adrenalina, en mi puta vida había intentado nada semejante. Un poco más alante pillamos tapón en una parte estrecha, pero tras dos minutos en cuanto se abre les adelantamos, aunque mi idea de mejorar mi tiempo en esa bajada con respecto al año pasado se va al garete. Después de esa pasada de descenso, viene la subida al Madroño, un km de pista que decido subir andando porque ronda el 25% y luego se tiende, donde ya me monto y se desvía hacia otro sendero de raíces de subida que este año también subo montado salvo un pequeño paso entre árboles. A partir de ahí viene la otra bajada del copón, más de 15 minutos de trialera donde de nuevo volamos y en la parte final cazamos a 3 tíos que van juntos, que deciden que no les vamos a adelantar y nos van cortando los pasos que intentamos. Mi colega y yo nos miramos y por nuestros cojones que vamos a pasar, así que en una parte donde el sendero está a la izquierda y a la derecha hay piedras, decidimos hacer de cabras y voilá, los 3 se quedan con cara de gilipollas porque los pasamos por donde en teoría no se puede. En esa parte oigo dos veces al menos la horquilla hacer tope, pero me suda la polla, que reviente. Tras bajar, los últimos 5 km de vuelta a Andújar son un sube-baja de rampas donde pago lo a toda hostia que voy y de nuevo los isquios me revientan, menos mal que ya estamos cerca. 2 km de carretera que uso para soltar piernas y no llegar acalambrado. Llegada en 4 horas y 40 minutos y a beber como un cosaco para rehidratarse, y me tomo una pastilla de sal extra en la autocaravana. La parienta llega unos 25 min después.
La cuarta etapa ya nos lleva a Villafranca de Córdoba. Son 53 km y +1400. Esta zona la conozco del año 2017, menuda encerrona de senderos y trialeras, esto tiene pinta de ratonera. Salimos y empieza la cosa con 15 km de carretera ondulada. Pero esto qué cojones es, que vamos en dirección contraria a donde yo pensaba. Tras un giro a derecha, nos meten por pistas de olivares siempre tendiendo hacia arriba, pero de senderos técnicos ni rastro. Me voy cagando en Dios, yo aquí no he venido a rodar tanta pista, y tras 35 km el cabreo es mayúsculo, qué desperdicio de etapa. Muy dura, rampón tras rampón, pero sin gracia ninguna, y sin partes técnicas que es donde la cosa da juego. En el km 40 por fin algo de sendero, pero con los rampones que se mezclan y el barro se hace incómodo. Eso si, el desnivel va haciendo daño, sin embargo hoy la musculatura está mejor que nunca, y en los últimos 10 km decidimos mi colega y yo aumentar el ritmo en las subidas porque en las bajadas de pista nos vamos tocando la picha. A 5 km, por fin, la única trialera de verdad del día, corta pero juguetona, que por fortuna hacemos sin estorbos. Cazamos a 4 tíos y una tía, y en una carretera de vuelta al pueblo nos ponemos a toda hostia, tanto que casi nos saltamos un desvío para un último sendero fácil antes de meta, y no es que nos lo saltemos, es que casi atropellamos al pobre voluntario que agitaba la banderita desesperao. 3 horas y 20 minutos, cortita pero decepcionante etapa en cuanto a recorrido.
La quinta etapa era presumiblemente la etapa reina, ya en Córdoba capital. 87 km con +1800. Y Córdoba es senderolandia, la cosa se presenta intereresante. Empezamos por el famoso canal, todo llano donde hacemos los primeros 15 km de etapa a toda leche llegando a los pies de la subida a la Canchuela a 33 km/h de media. En MTB, ojo. Cada uno a su ritmo, pero es cabrona porque mezcla partes fáciles y pasos de piedras, donde se monta la de Dios con los atascos. Sin embargo esta primera parte de la etapa es un bluff, poco sendero, mucha pista, los primeros 50 km decepcionantes aunque físicamente muy exigentes. Pero todo se va a la puta mierda en el km 25. Mi colega, ya con problemas en el cambio desde el principio, rompe cadena. Parón y a reparar con el eslabón rápido, que no se va mucho pero perdemos sobre todo el ritmo. En el km 30, en la única bajada técnica de esta primera mitad, que hacemos como cabrones por desesperación, yo destalono la rueda trasera. Otra vez parada y a meter cámara, porque ni con la bombona de CO2 aquello talona bien. Ya rallados, en el km 35, no me lo puedo creer. Pinchazo mío otra vez en la rueda trasera. Aquello es ya la nada, porque tras poner la cámara de mi colega, ya había usado la mía, ni siquiera nos pilla nadie por detrás, va el resto de gente ya en otro mundo. Y además acojonados porque ya sin cámaras de repuesto, aún quedan 15 km para el punto de avituallamiento donde hay asistencia mecánica, como pinchemos alguno otra vez, nos vamos a hinchar a andar... Pero afortunadamente, y yendo en las bajadas como abuelas reumáticas, llegamos, pedimos un par de cámaras para poder llevar de repuesto y tiramos de nuevo fuerte. En esta segunda parte están las zonas más técnicas, de puta madre porque es en ellas donde recuperamos el ritmo y las ganas, y a 20 km de final empezamos a cazar a gente que nos había adelantado, mi parienta incluida. La bajada famosa de los escalones la hacemos casi solos, algo bueno tiene ir retrasados, y es posiblemente la otra gran bajada de la carrera junto a las de Andújar. Aquí los que vamos pasando nos miran como extraterrestres, es normal porque en estas posiciones de carrera no se suele ver gente bajando así. En la última parte se me va el bidón a tomar por culo, menos mal que mi colega que va detrás lo veo y me lo trinca. Aún quedan los senderos de Santo Domingo, donde vamos cual alma lleva el diablo cazando más gente, menuda remontada estamos haciendo, de piernas vamos fenómeno. En un rampa de bajada con curva, cuando ya estamos lanzados, vemos abajo a tres gilipollas que se han parado justo el final, gritamos para que se aparten porque ya en la rampa no podemos frenar, y no se ni cómo los esquivamos, pero hay que ser capullo para pararse ahí. A 170 pulsaciones se nos escapa algún insulto, no me jodas hombre, qué coño hacéis ahí parados, etc. Pero no pasa nada más, seguimos y llegamos a meta en unos honrosos 5 horas y 15 minutos, que con todo lo ocurrido, está de puta madre. Por la tarde, me voy a un taller a reparar la rueda trasera, que por fortuna no tiene nada y en cuanto quito la cámara, relleno líquido y meto presión con la máquina, talona perfectamente.
La sexta etapa, para ser la última, es dura. 57 km y +1500, con la subida del Reventón para empezar, y añadidos 200 corredores extra que sólo corren este último día. Es inevitable que se arme la marimorena. Eso si, subir el Reventón lleno de gente animando rollo Alpe d´Huez es increíble. No es algo muy empinado, pero muy pedregoso que junto al gentío dificulta enormemente no poner pie a tierra alguna vez. Yo la verdad es que subí montado bastante más de lo que pensaba, porque salvo un par de veces conseguí mantener el tipo. Una vez superado, hoy ya si nos metieron por el mar de senderos de la zona. De todos los tamaños, dificultades y colores. Y de piernas, cascado ya pero bien, aún aguantaban. Eso si, el desnivel hacía pupa en cada rampón. Por fortuna la rueda iba perfecta y no tuvimos problemas mecánicos ya. Iba mucha gente ya reventada, porque pasábamos auténticos cadáveres. Cuando llevas 6 días de MTB el aspecto técnico te mejora por huevos, y en las partes complicadas pasábamos como si nada, cómo mola. La lástima fue que en la última bajada complicada mi colega se calzó una hostia considerable. Yo que la vi delante, fue la típica caída de ir ya medio bizco, sin los reflejos al 100%, porque la zona no era especialmente complicada. Se metió una piedra en pleno pecho, pero por suerte pudimos terminar sin más contratiempos. Tercera ABR a la saca seguida. En meta me llega la noticia de que mi parienta también se ha metido un tortazo, además se hasta dónde ha sido. Llega a meta renqueante de la rodilla derecha pero sólo ha sido el golpe, ahora toca celebrarlo y nos vamos directamente a beber cerveza en el puesto que hay, ya con las medallitas y tal. El momentazo del día tiene lugar en la entrega de premios, donde por lo visto ha habido algún error de cronometraje, hay polémica y entre el público abuchean a un corredor, que se baja del podio y se tira a por el tío y se empiezan a dar de hostias. Hay un chico al lado que estaba viendo el espectáculo con su bici, pero los que se están peleando se caen encima y le parten el cuadro. Yo lo siento pero desde la lejanía cerveza en mano me estoy descojonando, y deseando que al que se ha puesto a insultar le calienten bien, por gilipollas, tú quién coño eres para insultar a nadie, y menos sin saber qué ha pasado exactamente.