Y más que pálida y deslucida, tenebrosa, porque el Madrid casi nunca gana limpio, como sí hizo contra el Bayern de Múnich. Gana con ventajas, trampas y errores arbitrales ¿Alguien puede dudar de que si el holandés no les regala cinco minutos de prolongación, el Madrid no empata en el minuto 92 y 34 segundos? Solo los irreales madridistas no lo dudan, inmersos en su habitual alucinación colectiva negadora de lo evidente.
Pero lo tenebroso fueron dos alevosas entradas, una del lateral con barba y otra de Morata que lesionaron y sacaron del campo y del partido a los laterales del Atlético Filipe Luis y Juanfran. Con ambos fuera de combate, y sin que al árbitro expulsara a los agresores, ni siquiera sacara tarjeta, ni pitara falta en la agresión a Juanfran, el Madrid forzó los córners que le darían, gracias al árbitro longevo, el empate y el partido.
Lo único noble y bonito de ese equipo que se mira en el hortera de Cristiano Ronaldo, es la calidad y tesón de Sergio Ramos. Su cabezazo es de quitarse el sombrero y ya pido, desde ahora, el Balón de Oro 2014 para Sergio Ramos, que eliminó al Bayern con dos goles seguidos de córner y resolvió la final de la misma manera. ¿No se lo dieron al insulso Cannavaro?, pues ahora nadie lo merece como Ramos.
Desde luego Cristiano, que se borró de la final, y no es la primera vez, para aparecer en el último instante haciendo el ridículo tras su inmerecido e intrascendente gol. Con su gesto Cristiano sí que estaba pidiendo un plátano, pero fue tan cutre que no quisieron ni tirárselo.
Que les aproveche la décima, que debería ser la quinta, pues las primeras 5 se las robaron al Barça en los despachos al quitarle con trampas a Di Stéfano. Con Neymar no pudieron, pero ya se ha visto los líos que nos han causado desde los despachos claro, que en el campo llevan años sin ganar al Barça.