Athenee Palace, Bucarest
El recepcionista de guardia del hotel Athenee Palace en Bucarest era un joven bien parecido, alegre y amable. Me dio 5 veces más que la tarifa oficial al cambiar el dinero, entregándome sin disimulo montones de lei rumanos. Luego me ofreció una mujer. Se quedó perplejo cuando decliné, insistiendo en que podía conseguirme cualquier cosa que se me antojara.
Detrás del mostrador se erguían columnas de marmol con capiteles corintios dorados, como en el interior de una catedral. Sentada en un sofá, detrás de unade ellas, había una mujer delgada y atractiva, de tez morena y esmaltada, pelo negro cortado a lo chico y ojos aceituna subrayados por un rimel violeta a juego con su minifalda.
-¿No quiere usted comprarme la botella de champán? -preguntó desde el sofá, señalando la botella.
-No gracias - le contesté.
Venga. - se levantó y vino hacia mi-. La llevamos a la habitación y nos la bebemos entera, tu y yo juntos.
-No, gracias.
-¿Como puedes rechazar la oferta? Por el precio del champán, me tienes a mi tambien.
Más tarde, en la discoteca en el sótano del hotel, se me acercó a la mesa otra mujer de un rubio verdoso, con la cara muy empolvada. Dejó caer un arrugado rollito de papel en mi plato. Lo abrí y leí: Me llamo claudia Cardinale. Mi telefono es el 70 82 54.
Hice el ademán de un no con la cabeza. Recogió su papelito y se fue a probar suerte con otro.
Compré 2 botellas de agua mineral y volví a mi habitación. Al entrar en el ascensor, fui acorralado por la morena del champán:
-Anda, llévame a tu habitación.
-déjame en paz, estoy con mi mujer. Mira, tengo 2 botellas de agua, una para mi y otra para ella.
-No me lo creo. Te vi llegar esta noche e ibas solo. Lo que pasa es que no te gustan las mujeres.
Bajo la helada mascara del comunismo y de la violencia revolucionaria, Rumanía seguía viviendo, inalterable e indestructible.
John Reed se había instalado en el Athenee Palace allá por 1915, cuando el hotel apenas contaba un año.
Comentó: "Es un desfile permanente de mujeres de mala vida, y es que el ciudadano de Bucarest no se considera como tal si no presume de que su ciudad tiene más prostitutas que 4 ciudades juntas"
Goldie Horowitz escribió en 1941: "Eran mujeres occidentales, pero flotaba a su alrededor un perfume de harén."
El corresponsal de The New York Times C. L. Sulzberger, al iniciarse la WWII, señana: "Bucarest es una ciudad deliciosamente depravada...las innumerables profesionales tenían poco éxito debido a la entusiasta rivalidad de aficionadas procedentes de todas las clases sociales, de princesas para abajo." Y añade:
"Los chanchullos eran lo más estimulante. El primer funcio nario con el que me encontré abrió un cajón de su escritorio dejando entrever toda la colección de billetes extranjeros. Trató de sobornarme, prometiendome un cambio de mercado negro un 15% más elevado que el que me había ofrecido el recepcionista del Athenee Palace."
Hannah Pakula, biógrafa de la reina María de Rumanía, recoge el comentario de un miembro de la antigua aristocracia que afirma que, en rumano, no existe una palabra para definir el dominio de sí mismo: "Tanto el término como el concépto resultan extraños e intraducibles para la mente rumana."
"Rumanía no es un país, sino una profesión" se burlaba Nicolás II, último zar de Rusia y primo hermano de la reina María.
La prostitución, el mercado negro y la denuncia de amigos y vecinos estaban tan arraigados en la tradición rumana que hasta llegaban a tener un cierto encanto natural e inocente. Uno se escadalizaba al principio. Pero al cabo de unas semanas terminaba por rendirse. Ytodavía se dejaba uno llevar por el lado perverso de la naturaleza humana, enamorándose del país y de sus gentes. Incluso había quien pensaba que los rumanos eran poseedores de un sentido especial para vivir y sobrevivir, un sentido del que el resto del mundo carecía. Y entonces se hacía la luz...
Un país así es una tentación para los escritores y corresponsales extranjeros. En los primeros años de la WWII, "rara vez se alojaban menos de 50 corresponsales en el Athenee Palace", cuenta Robert St. John, jefe de la delegación de la Associates Press en Bucarest. El Athenee Palace era el único hotel en la Europa bélica donde oficiales nazis y aliados compartían el mismo techo, donde los periodistas británicos y americanos podían entablar conversación y tomar una copa con oficiales uniformados de las SS. Pero la principal atracción era la que ofrecían los rumanos: por un lado, habían acogido el nuevo orden fascista con entusiasmo, y, por el otro, lo corrompían a destajo para atenuar sus efectos.
En opinión de Goldie Horowitz: "Los nazis quedaban engatusados por la acuosa mirada de señoritas de buena familia que conseguían que se acostaran con ellas antes de darles oportunidad de que comprobaran el origen ario de sus abuelas."
Naturalizada americana, Horowitz procedía de una acaudalada familia judía de Berlín. Bajo el seudónimo de R. G. Waldeck, esta atractiva y elegante periodista escribió una autobiografía repleta de cotilleo e intriga sexual, bajo el título de athenee Palace Bucharest. Robert St. John resume su versión personal de la depravación de Bucarest en esta anécdota: "Cuando los alemanes se hicieron dueños del comedor del Athenee Palace, una de las escenas más singulares era ver como los oficiales nazis de alto rango invitaban a comer o a cenar a Goldie Horowitz; algunos de ellos serían ejecutados como criminales de guerra."
El libro de Horowitz,agotado hace unos 50 años, ofrece un primer plano sobre las costumbres rumanas con todo lujo de detalles. Olivia Manning, joven esposa de un miembro del British Council y clienta asidua del Athenee Palace, da una imagen más general de estas costumbres en "The balkan trilogy, un best seller que se convirtió en una serie televisiva. Y hubo muchos más. El hundimiento de Rumanía durante el fascismo, de 1939 a 1941, visto desde el vestíbulo y las habitaciones del Athenee Palace, engendró un verdadero género literario basado en las memorias de los periodistas.
Estas obras proporcionan un copioso telón de fondo histórico para la transición rumana hacia otra forma de fascismo en la década de los 70 y 80.
Los rumanos se dicen de raza latina y hablan un idioma románico, se hayan sumidos en un violento mar de eslavos, al tiempo que viven olvidados por el resto del mundo latino. Su historia comienza en el 101 de nuestra era, cuando legiones romanas bajo el mando del emperador Trajano conquistaron el territorio de dacia, en el sureste de Europa. Durante 150 años los soldados romanos se entremezclaron con las mujeres del lugar, creando, segun la teoría de los historiadores rumanos, una raza latina que ha conservado su pureza racial hasta nuestros días. En realidad, los rumanos solo fueron los primeros de una de invasores que arrasarían esta tierra, mezclándose con sus habitantes.
Ya lo dice el historiador americano de origen húngaro John Lukacs, aunque en un tono poco halagador: "La historiografía y propaganda oficial en Rumanía declaran que los rumanos descienden directamente de las legiones de Trajano. Es como si Ronald Reagan se dijera descendiente de Pocahontas. Sin embargo hay un toque burlesco en la latinidad de muchos rumanos que resulta muy semejante al europeísmo de los argentinos.
Lo cierto es que su físico guarda mayor parentesco con otras razas latinas que con los eslavos y húngaros que los rodean. Es indudable que la lengua rumana es latina, pese a las numerosas palabras eslavas, turcas y griegas que contiene. En cuanto a la gente, tiene algo de teatral y de sensual como los italianos; ya sea en política, en la vida diaria o en la forma de hablar y gesticular, el viajero no hayará este tipo de rasgos en ninguna otra parte de europa oriental.
Adrián Poruciuc, especialista en historia y etnología rumana de la U. de cuza, en Jassy, recuerda que "150 años apenas representan una milésima de segundo en el tiempo. Las legiones romanas permanecieron mucho más tiempo en gran bretaña que en Rumanía. ¿Acaso dejaron huellas raciales y lingüisticas en ese país? Casi ninguna. Pero fíjese en nosotros. Esto me induce a pensar que, además de los romanos, seguramente hubo algun otro elemento latino en nuestra raza, pero que aun lo desconocemos.
No podemos excluir la posibilidad de otro influjo latino durante los oscuros siglos que siguieron a la retirada de las legiones. Rumanía tiene la situación geográfica menos envidiable de toda europa. Sus históricas tierras de moldavia y Valaquia. regadas por el danubio, se encuentran al este y al sureste de los cárpatos, completamente abiertas a las invasiones de Rusia y de ucrania al este, y de Turquía al sur. Ni siquiera polonia ha sido tan apaleada. Ha sufrido una invasión tras otra: bizantinos, visigodos, los hunos bajo atila, ávaros, gépidos, eslavos, búlgaros, húngaros, tártaros, turcos y otros más. En el siglo IX, la ocupación por parte de los búlgaros, recien convertidos al cristianismo ortodoxo hizo que los rumanos cambiaran sus tradiciones cristianas latinas por los ritos eslavos de oriente; el hecho rompió un importante lazo psicológico con el resto del mundo latino.
...Los campesinos Rumanos son como la mamaliga(gachas de maíz) rezaba un dicho del lugar "por mucho tiempo que se les tenga hirviendo, no se pasan".
Pero cada vez que se les ocurría explotar, como en las revueltas campesinas de transilvania de 1437 y 1514, y en las rebeliones de Valaquia y moldavia de 1784, las secuelas fueron espeluznantes: se despedazaban los cuerpos con tenazas y se cocían luego los pedazos para introducirlos en la boca de otras víctimas que los tenían que ingerir a la fuerza. Como lo demuestra la revolución anti-ceaucescu de 1989, la historia rumana se sigue inspirando en el mismo patrón: largos periodos de docilidad interrumpidos por erupciones de violencia tan breves como espectaculares.
...Los rumanos pensaron que les iría mejor con un soberano extranjero, y coronaron a un primo prusiano de kaiser guillermo I...aunque John Reed hable de Carol I como de "un insignificante reyezuelo alemán...en un pequeño e insignificante palacio", era lo que necesitaba el país: un severo prusiano, trabajador obsesivo que prefería un alojamiento espartano a la vida lujosa, y las tareas administrativas a los placeres de la carne. A pesar de sentirse estrechamente unido a su Prusia natal, lo último que hizo Carol antes de morir en 1914 fue negarse a entrar en la guerra del lado de su primo, el kaiser...