Gregory_Peck rebuznó:
En las sesiones maratonianas de juegos (a veces de 22.00 a 10.00 que terminaba en desayuno) caían fácilmente las cervezas y curiosamente muchas latas de Monster, no yo porque no me gustan demasiado las bebidas energéticas./QUOTE]
Uhhhhhhhh, sesiones maratonianas de 10 horas jugando con cartas de colores y dibujitos, bebidas energeticas y partidas que terminan en desayuno. Madre mía , habéis reescrito el significado de hombría y salir de fiesta.
Yo pensaba que en este foro debido a su contenido no se permitía la entrada a menores de 16 años
Charlie sheen aprueba este hilo, es mas, esta deseando de irse con vosotros a jugar una partida de esas para saber que es una fiesta de verdad
Seguro que como usted ha pertenecido al nivel más bajo del ejército le interesará saber que los juegos de guerra en tablero han sido usados a lo largo de la historia como sistema de entrenamiento.
Por ejemplo, los oficiales prusianos usaban un juego llamado Kriegspiel para mejorar sus habilidades. De manera que aprendían a usar a la carne de cañón, el soldado de infantería, como unas simples fichas. Durante las guerras napoleónicas el infante servía de tapón mientras la artillería acababa con las líneas enemigas. Después de la masacre, la infantería propia atravesaba las líneas enemigas y el oficial ganaba prestigio y gloria. A nadie le interesaba lo que quedaba de los soldaditos de a pie. Exactamente igual que en un juego de guerra de tablero.
El general se perdía las fiestas y las borracheras. El alcohol se le deja a los soldados. Desde al antigüedad el vino se ha suministrado generosamente a la tropa porque hace que resulte más fácil matar a otro ser humano; y además provoca una sensación de euforia, seguridad y valor muy útil para el comandante. En la armada británica, durante el imperio, el ron era tan o más útil que el látigo.
Así que no desdeñe al jugador de juegos de mesa. Éste adopta el papel del que manda a los soldaditos. Usted representaría a las fichas sacrificables. Piense en ello. En cualquier caso sus anécdotas castrenses me resultan muy entretenidas.