El problema de Mohamed con los uniformes
El joven de 19 años detenido en numerosas ocasiones por agredir a policías y vigilantes, utiliza hasta seis identidades distintas
21.09.11 - 02:39 -
AINHOA DE LAS HERAS | BILBAO.
Intentó robar un bolso en una iglesia y cuando le descubrieron, gritó que estaba siendo víctima de un ataque xenófobo
Para la Ertzaintza es Mohamed B., para la Policía Municipal de Bilbao, Mohamed E. En total, según los archivos policiales, ha utilizado seis identidades distintas, pero sólo tiene una huella dactilar. Nació en Marruecos hace 19 años, en su ficha figura que el día 1 de enero de 1991, fecha de nacimiento que se utiliza cuando se desconoce la real. Mide 1,64 metros y lleva el pelo al estilo mohicano. Su aspecto resulta característico.
Desde que hace un año, en octubre de 2010, llegó a Bilbao acumula tal cantidad de antecedentes que los policías ya le conocen. Sería un multirreincidente más si no fuera por su fijación con las fuerzas de seguridad. «Los uniformes le llaman la atención», confirma un agente de Bilbao que ha tenido que identificarle y después detenerle. De las 18 veces que ha terminado en los calabozos de Garellano, diez han sido por un delito de atentado contra la autoridad, es decir por enfrentarse o agredir a los policías.
Hace dos semanas fue detenido en cuatro ocasiones consecutivas por morder y golpear a agentes municipales de Barakaldo y a vigilantes del metro, a uno de los cuales le rompió varios dientes. No se presentó al juicio rápido por uno de estos casos y fue condenado a pagar una indemnización de 350 euros a la víctima, pena que nunca cumplirá porque se declara insolvente.
«Es un 'buscalíos'»
Las patrullas saben ahora que si se encuentran con él han de tener cuidado. «Es un 'buscalíos'», advierten. El grado de agresividad que muestra ha llevado a un policía local bilbaíno a redactar un informe alertando de la posibilidad de que el joven sufra problemas psíquicos. Pasa de la violencia a la risa y al llanto en cuestión de minutos.
Mohamed llegó desde Granada, donde pesaba sobre él una orden de expulsión de dos años. En el escaso año que lleva viviendo en Bizkaia; primero, en el centro de la Diputación para menores de Amorebieta hasta que se determinó su mayoría de edad, y después buscándose la vida en la calle en Bilbao, ha protagonizado más de un centenar de intervenciones con la Ertzaintza, de las que 15 ha terminado esposado, por todo tipo de delitos. Desde hurtos en comercios, a robos con violencia o daños a terceros, además de los reiterados atentados contra agentes de la autoridad.
Además, ha sido acusado de dos delitos contra la libertad sexual por someter a tocamientos a dos chicas, a una de ellas en Galdakao. Y ha permanecido una temporada entre rejas, entre los pasados meses de febrero y marzo.
En la pasada Aste Nagusia provocó varios altercados. En el Casco Viejo, una zona en la que suele moverse, lanzó una botella contra un coche patrulla. Al detenerle los agentes, rompió la luna de una ventanilla cuando intentaban trasladarle a comisaría. También agredió a un joven que regentaba una barraca.
El incidente que más se recuerda entre los policías fue el que le llevó a entrar en la iglesia de los Santos Juanes durante un funeral. Allí, se colocó detrás de dos mujeres e intentó robarles el bolso. Un ertzaina que asistía al oficio religioso porque era familiar del fallecido, fue alertado por las víctimas y le siguió hasta la calle, donde le retuvo mientras avisaba al 112.
El joven empezó a gritar denunciando que estaba siendo víctima de un ataque xenófobo. «Es una treta que suele utilizar, poner a la gente a su favor», explica un policía. Varios ciudadanos hicieron un corrillo y recriminaron al ertzaina de paisano su actitud, sin saber que realmente el muchacho, «con cara de niño», había intentado robar a dos señoras. Finalmente, una unidad de la Policía Municipal le detuvo y varias personas fueron imputadas por insultar y amenazar al policía fuera de servicio que le capturó.
Y después de este currículum, Mohamed sigue libre para indignación de los uniformados que le han sufrido. «Parece que vale más la integridad de un delincuente que la vida de un policía», censuran.