el viejo dela montaña
Muerto por dentro
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En mi infancia tuvo un peso importante las recreativas. Coincido con el resto que eran sitios de perdición, los veranos, nos daban los 5 duros y nos mandaban a las recreativas para que no diéramos por culo en la casa.
Siempre había una pandillita enredando, estaban allí todo el día, eran los malotes, años después a muchos los veías por la calle y parecía que habían envejecido en doble. También estaban los listos de "te lo paso"?
También estaban los gitanos que llegaban por allí y te decían protocolariamente, o me das lo que llevas o te estampo la cara contra la pantalla, lo decían como recitando y sin mucha convicción, con desgana, no le ponían pasión, se habían acostumbrado a lo fácil.
La verdad que el ambiente era muy desagradable, mirando con perspectiva muy enganchado a las maquinitas tenía que estar para ir allí. Un día se me pusieron 4 o 5 chunguillos detrás, y de vez en cuando sentía una colleja, que impotencia sentí, así que grité enrabietado y medio llorando io me cago en tu puta madre (lanzado al aire), mi hermano que estaba en otra maquinita me escuchó, y se puso detrás de los graciosos, esperando a ver que ocurría, al siguiente que me dió, una vez localizado se la devolvió en la nuca, pero con el puño cerrado de manera que le hizo una brecha.
Ahí los chunguillos se convirtieron en chivatos de clase y mi hermano no volvió a entrar en aquel estercolero.
Siempre había una pandillita enredando, estaban allí todo el día, eran los malotes, años después a muchos los veías por la calle y parecía que habían envejecido en doble. También estaban los listos de "te lo paso"?
También estaban los gitanos que llegaban por allí y te decían protocolariamente, o me das lo que llevas o te estampo la cara contra la pantalla, lo decían como recitando y sin mucha convicción, con desgana, no le ponían pasión, se habían acostumbrado a lo fácil.
La verdad que el ambiente era muy desagradable, mirando con perspectiva muy enganchado a las maquinitas tenía que estar para ir allí. Un día se me pusieron 4 o 5 chunguillos detrás, y de vez en cuando sentía una colleja, que impotencia sentí, así que grité enrabietado y medio llorando io me cago en tu puta madre (lanzado al aire), mi hermano que estaba en otra maquinita me escuchó, y se puso detrás de los graciosos, esperando a ver que ocurría, al siguiente que me dió, una vez localizado se la devolvió en la nuca, pero con el puño cerrado de manera que le hizo una brecha.
Ahí los chunguillos se convirtieron en chivatos de clase y mi hermano no volvió a entrar en aquel estercolero.
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