- Registro
- 18 Abr 2006
- Mensajes
- 14.715
- Reacciones
- 8.186
Hace un tiempo me quedé sólo en un piso de Madrid. Había estado subarrendando las habitaciones que no usaba y cubría los gastos gracias a la buena voluntad de extranjeros poco duchos en nuestro idioma y nuestras costumbres.
Un día recibí una llamada. Era una vieja conocida, una chica con la que había tenido algún encuentro tiempo atrás.
- ¿Qué tal? ¿Sigues estafando Erasmus?
- Yo no estafo a nadie, presto un servicio. Tampoco son Erasmus... pero no, estoy solo en el piso.
- Quería proponerte un negocio.
- Tienes mi atención.
- No sé si sabes a qué me dedico ahora...
- Pues lo último que sé es que estabas en [un trabajo de mierda]
- No, resulta que eso se acabó y ahora me dedico a dar masajes... Eróticos.
- Ah, muy bien.
- No sé cómo tomarme que te sorprenda tan poco.
- Tómatelo como quieras, ¿tú estás contenta?
- Pues la verdad es que se gana un dinerillo, pero el sitio en el que estaba me ha hecho una jugarreta y ahora no tengo dónde dar los masajes. Por eso te llamaba, una compañera y yo estamos buscando montárnoslo por nuestra cuenta y si todavía tienes sitio podríamos llegar a un acuerdo.
Y así fue, llegamos a un acuerdo respecto a cómo repartirnos el botín, en ese tema no entraré en detalle, si me lo permitís. Y si no que os jodan.
Le hicimos unos retoques al piso, que necesitaba bastante mano femenina. Trajeron un par de futones, unos colchones de gomaespuma para tirarlos en el suelo, y les puse un par de espejos estratégicamente colocados para que el receptor del masaje viera culo. Normalmente presentas el espejo con un lápiz o dando un golpe al marco para que se incruste en la pared, pero en este caso las chicas se ponían a cuatro patas y cuando se veían bien, ahí era el sitio donde colgarlo.
Trajeron cortinas y muchas velas perfumadas. Toallas blancas y tapajuntas para los azulejos del baño.
Se comprometieron a mantenerlo así de limpio siempre, pero luego tuve que poner una asistenta porque se relajaron. Pero esa es otra historia...
Las fotos se las hicieron ellas, yo les pasé el photoshop y opiné sobre cuáles eran más elegantes, porque no quería que mi casa fuera un burdel cutre, claro.
Pusieron algunos anuncios y la cosa empezó poco a poco, los primeros días estaban nerviosas porque se habían gastado pasta en decorar el chiringuito, pero en cuanto empezó a funcionar ya hubo cierta "normalidad", si es que esa palabra encaja de alguna manera en toda esta historia.
Me estoy dando cuenta de que me quedan un montón de detalles por dar, pero supongo que eso le dará algo de recorrido al hilo.
Preguntad lo que queráis, que yo responderé lo que me salga del nabo.
El título del hilo era cómo se referían ellas al tinglado. Las dos eran estudiantes universitarias, de dos carreras bastante dispares y, a mi juicio, sorprendentes. Vamos, que no eran hippys de letras puras que no querían dar un palo al agua.
Un día recibí una llamada. Era una vieja conocida, una chica con la que había tenido algún encuentro tiempo atrás.
- ¿Qué tal? ¿Sigues estafando Erasmus?
- Yo no estafo a nadie, presto un servicio. Tampoco son Erasmus... pero no, estoy solo en el piso.
- Quería proponerte un negocio.
- Tienes mi atención.
- No sé si sabes a qué me dedico ahora...
- Pues lo último que sé es que estabas en [un trabajo de mierda]
- No, resulta que eso se acabó y ahora me dedico a dar masajes... Eróticos.
- Ah, muy bien.
- No sé cómo tomarme que te sorprenda tan poco.
- Tómatelo como quieras, ¿tú estás contenta?
- Pues la verdad es que se gana un dinerillo, pero el sitio en el que estaba me ha hecho una jugarreta y ahora no tengo dónde dar los masajes. Por eso te llamaba, una compañera y yo estamos buscando montárnoslo por nuestra cuenta y si todavía tienes sitio podríamos llegar a un acuerdo.
Y así fue, llegamos a un acuerdo respecto a cómo repartirnos el botín, en ese tema no entraré en detalle, si me lo permitís. Y si no que os jodan.
Le hicimos unos retoques al piso, que necesitaba bastante mano femenina. Trajeron un par de futones, unos colchones de gomaespuma para tirarlos en el suelo, y les puse un par de espejos estratégicamente colocados para que el receptor del masaje viera culo. Normalmente presentas el espejo con un lápiz o dando un golpe al marco para que se incruste en la pared, pero en este caso las chicas se ponían a cuatro patas y cuando se veían bien, ahí era el sitio donde colgarlo.
Trajeron cortinas y muchas velas perfumadas. Toallas blancas y tapajuntas para los azulejos del baño.
Se comprometieron a mantenerlo así de limpio siempre, pero luego tuve que poner una asistenta porque se relajaron. Pero esa es otra historia...
Las fotos se las hicieron ellas, yo les pasé el photoshop y opiné sobre cuáles eran más elegantes, porque no quería que mi casa fuera un burdel cutre, claro.
Pusieron algunos anuncios y la cosa empezó poco a poco, los primeros días estaban nerviosas porque se habían gastado pasta en decorar el chiringuito, pero en cuanto empezó a funcionar ya hubo cierta "normalidad", si es que esa palabra encaja de alguna manera en toda esta historia.
Me estoy dando cuenta de que me quedan un montón de detalles por dar, pero supongo que eso le dará algo de recorrido al hilo.
Preguntad lo que queráis, que yo responderé lo que me salga del nabo.
El título del hilo era cómo se referían ellas al tinglado. Las dos eran estudiantes universitarias, de dos carreras bastante dispares y, a mi juicio, sorprendentes. Vamos, que no eran hippys de letras puras que no querían dar un palo al agua.