Josz
Asiduo
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- 5 Ene 2004
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Hoy he crecido, ya puedo considerarme un adulto, lo que he vivido esta mañana ha sido la gota que ha desbordado el vaso de mi juventud.
Venía de trabajar desde Santa Cruz, escuchando por la radio los testimonios de las personas que ayer colaboraron en primera instancia en las labores de ayuda y salvamento de las víctimas; no negaré que cuando me he dado cuenta estaba llorando, me encontraba realmente tocado, todo lo que había absorvido de los medios de comunicación estaba aflorando... una lluvia de tristeza salía de mis ojos...
El punto culminante vino después, una vez llegué a mi ciudad a eso de las 11.58, la gente comenzaba a salir de sus oficinas y comercios, empezaban a posicionarse para los quince minutos de solidaridad y condena que pronto empezarían... al llegar a casa 5 minutos después, mi calle, una de las más concurridas de mi ciudad, era una hormiguero humano, de gente compungida y abatida por lo sucedido, así que velozmente aparqué el coche y me uní a la causa... lo que a continuación ha sucedido es indescriptible, lo recuerdo para escribirlo y es que se me ponen los pelos de punta que parece que me van a destrozar el jersey... Mi calle estaba plagada de personas, algunas paraban sus coches y se bajaban, otras sobre la marcha se quedaban quietas donde bien podían, en silencio, unas miraban al cielo, otras al suelo, otros como yo destrozabamos nuestras mandíbulas con un gesto de rabia y asco, pero pfffff... el silencio, ese silencio, era aterrador y reconfortante, el sonido de un móvil incluso molestaba, ha sido tremendo, unos minutos de auténtica hermanación, unos minutos que no olvidaré jamás.
Venía de trabajar desde Santa Cruz, escuchando por la radio los testimonios de las personas que ayer colaboraron en primera instancia en las labores de ayuda y salvamento de las víctimas; no negaré que cuando me he dado cuenta estaba llorando, me encontraba realmente tocado, todo lo que había absorvido de los medios de comunicación estaba aflorando... una lluvia de tristeza salía de mis ojos...
El punto culminante vino después, una vez llegué a mi ciudad a eso de las 11.58, la gente comenzaba a salir de sus oficinas y comercios, empezaban a posicionarse para los quince minutos de solidaridad y condena que pronto empezarían... al llegar a casa 5 minutos después, mi calle, una de las más concurridas de mi ciudad, era una hormiguero humano, de gente compungida y abatida por lo sucedido, así que velozmente aparqué el coche y me uní a la causa... lo que a continuación ha sucedido es indescriptible, lo recuerdo para escribirlo y es que se me ponen los pelos de punta que parece que me van a destrozar el jersey... Mi calle estaba plagada de personas, algunas paraban sus coches y se bajaban, otras sobre la marcha se quedaban quietas donde bien podían, en silencio, unas miraban al cielo, otras al suelo, otros como yo destrozabamos nuestras mandíbulas con un gesto de rabia y asco, pero pfffff... el silencio, ese silencio, era aterrador y reconfortante, el sonido de un móvil incluso molestaba, ha sido tremendo, unos minutos de auténtica hermanación, unos minutos que no olvidaré jamás.