Julio Anguita al hoyo - AHORA SÍ QUE LA HA DIÑAO, PASAD A LLORAR

Es que hay dos Anguita, el Anguita político que era un cabrozano, y el Anguita jubilado de los discursos grandilocuentes.

El Anguita político y cabron le pondría los pelos de punta a más de un progre treintañero si se lo pusieran delante. Como hemos podido ver, el Anguita político defendía a herri batasuna. También iba armado, como muchos políticos de su época y era partidario de portar armas. Eso se lo cuentas a los podemitas de turno y lees implosióna la cabeza.

Para ver este contenido, necesitaremos su consentimiento para configurar cookies de terceros.
Para obtener información más detallada, consulte nuestra página de cookies.


Aquí el ejemplo.

Anguita estaba amenazado, Abascal no.

Si es que...
 
Última edición:
Pero coño es que además, y por si las anteriores declaraciones efectuadas en el sentido de pedir "que se reduzca a escombros a HB" pudieran haber sonado algo "agresivas" para el entorno batasuno, luego encima se tomó la molestia de matizarlas para decir que "Yo no he pedido que se presione a HB, sino simplemente que se muestre el discurso jomeinista que tienen en todo su horror. En su opinión es más eficaz dar la máxima publicidad a sus discursos para que "esos exabruptos" sean conocidos por todos.", no fuera que los demócratas se confundieran y pensaran que estaba de su lado.
Desde luego, y al igual que todo el conjunto de la izquierda radical, se preocupaba muy mucho, pero muy mucho, de que cualquier palabra suya no fuera a molestar a organizaciones terroristas, separtismos de izquierdas e incluso separatismos de derechas (!!!). Ante todo que cualquier enemigo de España, cualquiera, no sintiera que los tienen enfrente o que se las tendrán que ver con ellos; ante todo que cualquiera que quisiera dinamitar la unidad del país o incluso dinamitar un centro comercial con inocentes y niños no fuera a pensar que contaban con IU como enemigos. Siempre una actitud tibia, siempre el doble juego, siempre palablas melifluas, jamás una oposición frontal. Siempre con una justificación para ellos a mano.
A mi en general no me va mucho lo de meterme en polémicas infinitas de las que os van por aquí para salir definidos como titanes de la moralidad, pero mucho menos tener que tragar con redutio ad etarra como base de la que partir. Este tipo de discursos son un barullo que mezclan y confunden todo para acabar desprestigiando lo que se quiere de antemano. Querer ofrecer una vía democrática para canalizar un problema de violencia no es apoyar el terrorismo, es algo que ha hecho prácticamente todo estado civilizado que ha tenido el mismo problema. Todo el mundo en este país conoce quienes han sacado y quieren seguir sacando rédito político del problema de ETA y no ha sido Anguita y su partido precisamente.

Aquí nadie está intentando quedar de titán de la moralidad. Debatir sobre la moralidad o las virtudes de alguien no implica afirmar que las tuyas propias sean superiores, de la misma forma que si yo critico la calidad de un delantero de un equipo de primera división no me estoy poniendo a mí mismo como un delantero de mejor calidad que él, de hecho ni necesito haberle pegado una patada a un balón de fútbol en mi puta vida para hablar de si fulano o mengano es buen delantero. Que haya que explicarte esto a ti manda cojones. Pero muchos cojones.


Exactamente qué virtudes son entonces las que adornan a Anguita, vamos a ver, fanboy. ¿Una ideología probadamente errónea y que sólo funciona sobre el papel pero jamás en la realidad? ¿La defensa de un estado genocida que llega hasta tal punto que te entierras con su bandera y no con la de tu país? ¿El no ser consciente de que formas parte de la misma mierda que los demás? ¿La incapacidad de haber tenido éxito electoral a nivel nacional? ¿El proponer soluciones fantasiosas a problemas realistas? ¿La tibieza, cuando no la colaboración, con los enemigos internos de España? ¿La petición de chuminadas formales que en ningún caso son un problema sustancial como lo de la monarquía y la república? Porque, en puridad, lo único que se puede colgar en su haber es, a saber: no haber robado (¡vaya logro!), que hablaba bien (aunque dijera tonterías) y que... ¿qué más?

Otra cosa en el haber de Anguita era la capacidad de, con su oratoria y sus ideas pseudomesiánicas, embelesar a mucha gente y hacerles creer que él era un político diferente, distinto, con soluciones, con ideas basadas en la solidaridad y el amor y la justicia, con ideales, con idealismo. Y este idealismo, absolutamente utópico, lo compran quienes compran las utopías, los idealismos, los "otros mundos son posibles", "to er mundo e güeno" y que robar al rico para dárselo al pobre a lo Robin Hood es algo bueno: los adolescentes. Así, muchos de vosotros comprasteis eso a los catorce años y hoy, con casi cuarenta, lo seguís comprando. Y esto, amigo mío, es algo a poner en tu debe, no en su haber. En tu debe, que en vez de utilizar la experiencia vital y la inteligencia que los años te han debido de dar en darte cuenta de que este era un iluminado que decía muchas tonterías y no robaba, lo has utilizado en construir un pedestal para seguir teniéndolo encumbrado donde no se merece estar.
 
Sin ir más lejos, el bueno de Pablo Hasel, que hasta pone en duda que hiciera purgas y tal.
The cito aquí porque me has recordado por dónde salió el perla ese el día que tuvimos el muñeco, ¿ese subnormal se da golpes en el pecho con el comunismo, no? Paradójico:
Para ver este contenido, necesitaremos su consentimiento para configurar cookies de terceros.
Para obtener información más detallada, consulte nuestra página de cookies.
 
The cito aquí porque me has recordado por dónde salió el perla ese el día que tuvimos el muñeco, ¿ese subnormal se da golpes en el pecho con el comunismo, no? Paradójico:
Para ver este contenido, necesitaremos su consentimiento para configurar cookies de terceros.
Para obtener información más detallada, consulte nuestra página de cookies.


En el año 37, durante una reunión del Partido en un distrito moscovita, el secretario local del partido pidió a todos los asistentes un aplauso para Stalin. Todos en pie, a aplaudir como si no hubiera un mañana... Un minuto, dos minutos, tres minutos... El cansancio empezaba a asomar, pero nadie quería ser el primero en dejar de aplaudir. Cuatro, cinco minutos... Aquello se hacía eterno y empezaba a ser un tormento (a estos también les fallaba la pila ya...). Nueve minutos, diez... Todos se miraban unos a otros, deseando que el de al lado parara de una puta vez y así hacerlo todos, pero nadie se atrevía. Con los once minutos de ovación ininterrumpida, y con todos a punto de colapsar, un director de fábrica de la zona, miembro comité local, dejó de aplaudir y se sentó. Todos pararon inmediatamente, se había atrevido a hacer lo que todos estaban deseando, respiraron aliviados y se dio por concluida la reunión. Aquella misma noche, ese director de fábrica fue detenido por el KGB y condenado a diez años de prisión en el Gulag.

Moraleja: da igual lo fervorosamente comunista que seas, siempre habrá quien considere que no lo eres lo suficiente y te quiera mandar al Gulag por ello.
 
Última edición:
Ya habréis leído -o más bien no- en este hilo que yo no soy ningún defensor de Anguita, más bien al contrario, pero esto me ha gustado: “España durará lo que dure el sol y las playas.”

Para ver este contenido, necesitaremos su consentimiento para configurar cookies de terceros.
Para obtener información más detallada, consulte nuestra página de cookies.
 
Bueno, por alimentar de contenido el hilo (no lo llameis "container") es por traer el último articulo de Julio Anguita en El Confidencial, muy reciente. Repito, que cada cual lo interprete a su manera y se debata. Puede que sea interesante.

«Antonio Gramsci (1891 1937), filósofo y dirigente del Partido Comunista Italiano decía que: "El viejo mundo se muere. El nuevo tarda en aparecer. Y en ese claroscuro surgen los monstruos"».

Las crisis de toda índole que la pandemia ha agravado, nos traen al presente las palabras del político sardo y, desde luego, nos obligan a reflexionar. El orden político económico mundial representado por la civilización industrial en su desarrollo capitalista, nació por la confluencia de dos hechos: la revolución científico técnica de finales del siglo XVIII y la democracia representativa como desarrollo alicorto de la Revolución Francesa, también de esa fecha. Esa génesis llevaba en sí misma el embrión de una contradicción agravada desde mediados del siglo XX; a saber, la incompatibilidad entre unos derechos predicables para toda la humanidad y la búsqueda de la ganancia personal como motor único del sistema. La agudización de este conflicto tiene dos fechas: 1948, Declaración de Derechos Humanos y 1972 con la publicación de Los límites al crecimiento. En este sentido y desde la experiencia de las últimas décadas puede afirmarse que el viejo mundo, en su versión del neoliberalismo globalizado, se está muriendo.

* * *

Pero hay muertes y muertes. Y desde luego que ningún ingenuo piense que el óbito es sereno cual llamita que se extingue lánguidamente. El conflicto, las tensiones, los horrores incluso, son el cortejo que acompaña al moribundo. Y porque, también con él, se van nuestros hábitos de consumo y de valores con los que la cotidianeidad nos ha impregnado. Solamente la pronta aparición del nuevo mundo (si aparece) podría acortar el sufrimiento.

Pero no nos engañemos, el nuevo orden no vendrá cual Nacimiento de Venus del pintor Sandro Botticelli. Será -es- un parto con dolor, con ansiedades, contradicciones y también sufrimiento. Pensemos históricamente cuánto esfuerzo y cuánta lucha han costado el acceder, siquiera medianamente, a las conquistas democráticas y sociales que una parte de la humanidad todavía posee. Tampoco está asegurada la venida del nuevo mundo; entre otras cosas porque no viene si no se le trae. Y desde luego, a fin de no instalarse en una parusía laica, el mundo que se desea nace en el seno de este viejo, y está concretado en proyectos, plazos, programas y renuncias, aunque sean transitorios. La tarea es ardua, aunque tiene la subjetiva recompensa de dar sentido al existir. Se necesitan muchas parteras y muchos comadrones. Y además, una multitud de los viejos topos que describía Karl Marx.

Austeridad

Volvamos a Gramsci y a las palabras con las que comienza este artículo. Es posible, y hasta probable, que no se vea o no se quiera ver el fin de una época a pesar de los datos y evidencias de cada día. También es posible y probable que el nuevo orden o la nueva sociedad, sean considerados quimeras, delirios y ensoñaciones aunque la Historia nos demuestre cuántos cambios positivos para el ser humano fueron antes considerados locuras y disparates.

Pero lo que es evidente para nuestros ojos y oídos es que, en este claroscuro de España, estamos rodeados de monstruos.

...

Que no os haga bola, que tampoco sea condescendiente con lo que decía este hombre.
 
En el año 37, durante una reunión del Partido en un distrito moscovita, el secretario local del partido pidió a todos los asistentes un aplauso para Stalin. Todos en pie, a aplaudir como si no hubiera un mañana... Un minuto, dos minutos, tres minutos... El cansancio empezaba a asomar, pero nadie quería ser el primero en dejar de aplaudir. Cuatro, cinco minutos... Aquello se hacía eterno y empezaba a ser un tormento (a estos también les fallaba la pila ya...). Nueve minutos, diez... Todos se miraban unos a otros, deseando que el de al lado parara de una puta vez y así hacerlo todos, pero nadie se atrevía. Con los once minutos de ovación ininterrumpida, y con todos a punto de colapsar, un director de fábrica de la zona, miembro comité local, dejó de aplaudir y se sentó. Todos pararon inmediatamente, se había atrevido a hacer lo que todos estaban deseando, respiraron aliviados y se dio por concluida la reunión. Aquella misma noche, ese director de fábrica fue detenido por el KGB y condenado a diez años de prisión en el Gulag.

Moraleja: da igual lo fervorosamente comunista que seas, siempre habrá quien considere que no lo eres lo suficiente y te quiera mandar al Gulag por ello.
Nunca me he creído esa historia. No porque no me crea algo así de Stalin, si no porque me parecía muy paródica.

Por más que fuera Solzhenitsyn quien la explicara.
 
Arriba Pie