Sir Ano de Bergerac rebuznó:
Mi pregunta es ¿Es posible pasar de un estado infantil, a un desarrollo completo sin haberte enfrentado a ti mismo?
Ganador de dos oros olímpicos y una plata, fue campeón mundial ocho años consecutivos, rompió 26 récords mundiales en 4 categorías de peso distintas. Nunca fue subvencionado, nunca tuvo acceso a material moderno, entrenadores brillantes o cualquiera de las ventajas que tiene un atleta olímpico moderno. Pudo lograrlo porque sabía que la clave del éxito en este deporte es la fuerza mental, mucho más que la física.
Nunca fue un niño especialmente talentoso ni nació en una familia particularmente solvente. Pasó por diversos baches durante su niñez y durante los primeros años de su carrera deportiva, nunca tuvo nada fácil. De pequeño fue víctima de diversos ataques de asma que le obligaron a perderse más de un tercio de su escolarización, por lo que fue asignado a la clase de los chavales lentos. Creció en la Gran Depresión en los barrios bajos de Sacramento. Cuando estalló la Segunda Guerra Mundial, su familia, como todas las de origen japonés de la costa Oeste, fue internada en un campo de concentración. Tras tres años viviendo en un barracón rodeado de alambres de espinos, al regresar a su casa después de la guerra se sentía como un chico de 15 años inmigrante en su propio país.
El internamiento mejoró su salud. Un compañero suyo de barracón lo inició en el entreno con barras y discos rudimentarios. Su fuerza mejoró gradualmente y llenó algo su cuerpo con más presencia pero también más confianza en sí mismo. Ese año de entreno y la revista Strength&Health ejercieron una gran influencia positiva sobre él durante sus años de instituto. Mejoró tan rápidamente que en 1950 ganó el campeonato de la costa Oeste con récord absoluto para su categoría de peso (355 kg con 67'5 kg).
Se perdió el campeonato mundial de ese mismo año porque tres días antes falleció su madre. El siguiente año se centró en mejorar todavía más su carrera deportiva pero fue llamado a filas por el conflicto de Corea. Después de 11 semanas de adiestramiento militar pidió destino en la cocina para poder tener tiempo para entrenar, estrategia que le resultó hasta que los norcoreanos empezaron a considerar los cocineros como objetivos principales, pues el ejército americano era conocido por depender de su estómago y sin acceso a comida caliente se asumía que los soldados estadounidenses se desmoralizarían. La mayoría de cocineros eran asesinados o heridos.
Fue destinado a una base del pacífico pero fue informado de que había sido seleccionado como candidato para el equipo olímpico de 1952 por el entrenador Bob Hoffman. Ganó la medalla de oro en Helsinki, pero no pudo recogerla porque le exigieron trasladarse a la alemania occidental para completar su servicio militar. Alí se ganó la vida como "competidor invitado" en diversas competiciones que se organizaban entre clubs. En el lugar donde fue asignado tuvo suerte de tener acceso a un set olímpico, pero nada más. Ni jaula ni plataforma de levantamiento y por supuesto discos de hierro. Sin embargo esa falta de recursos le obligó a ingeniárselas para innovar y refinar contínuamente su entreno, de modo que en cada competición igualó o superó el récord mundial de clase media (400 kg).
Su personalidad básica no cambió por la suma de todas esas experiencias, pero le permitió aprender que la clave para ser feliz es forzarse a mejorar contínuamente sin importar lo que ocurra y que las adversidades e impedimientos están ahí para poner a prueba nuestra resolución y hacernos personas mejores, más fuertes. Aceptar los desafíos es lo que nos hace perseverar para conseguir los objetivos más grandes en la vida.
Poner excusas nunca te lleva a ninguna parte, pero encontrar la solución a un problema es de lo que el deporte (y la vida) tratan en realidad.