Mi ranking:
KNIGHTS OF THE ROUND: Lo máximo que logré fue pasármelo con 75 pesetas. Era jodidamente difícil el puto juego, aunque te tirabas tu hora fácilmente hasta llegar al malo maloso del bastón de la última pantalla.
CADILLAC AND DINOSAURS: Éste era bastante más fácil. Por tanto, salía barata la partida y no te picabas con tus amigos, pues la terminamos dominando todos.
PANG: A mí no me hacía mucho esta puta mierda, pero como era la que estaba en el bar de debajo de mi casa le eché horas y horas. Eso sí, no me lo pasé hasta que tuve el mame y "dinero ilimitado".
STREET FIGHTER 2: El mejor de mi época. Lo tenían en unos cuantos bares de mi barrio y acudíamos en masa alguna tarde a quemar la máquina. Llegamos a tener absoluto fervor por esta recreativa, hasta el punto de que todos mis amigos tenían en la pared un reportaje de Hobby Consolas en el que te venía el origen, la descripción y los movimientos de cada jugador.
Ni que decir tiene que fuimos todos a ver la película y nos pareció y nos sigue pareciendo la mejor de la historia. Yo siempre me cogía a Blanka. Si lo sabías manejar, era el puto mejor.
TEHKAN WORLD CUP: Esta máquina fue la jodida bomba de relojería durante años para todos nosotros. Era la más vieja y lamentable de unos recreativos del centro de mi ciudad, pero nos picábamos a ver quién metía más goles a la primera selección, que siempre creímos que fue Escocia. El récord de mi pandilla de retards fue 33-0. Os reto desde este momento a mejorar la cifra. En varias páginas de expertos y aficionados he visto que lo establecieron en 46-0. No se lo cree ni su puta madre.
NBA JAM: No era gran cosa y era más cara que los cojones de Dios, pero como podían jugar cuatro personas, poco menos que la quemamos. Eso sí, siempre había hostias porque uno de los dos de cada equipo era un chupón y el otro se picaba.
Recuerdo otra buenísima (pero no sé el nombre, halluda) de balonmano del ciberespacio, en el que te enfrentabas diferentes selecciones a las que tenías que pulir con goles y efectos. El equipo de Australia estaba formado por unas amazonas. Si alguno sabéis cuál es la rom para Mame, os la felaría sin cesar. Jamás la he vuelto a encontrar.
Por otra parte, mucho hablar de maquinitas, pero ninguno ha incidido en los locales de mala muerte donde se "arrejuntaban", los temidos recreativos. Recuerdo los siguientes:
SALA JOKER: Ésta estaba en el centro de la ciudad. La regentaba un viejo hijo de puta que murió hace años, no te dejaba entrar a mear al baño porque decía que la gente se drogaba y pedía el DNI a todo el mundo para dejarte jugar al billar. A nosotros nos terminó cogiendo cariño, porque hubo una temporada que nos pasábamos horas muertas allí, jugando a una máquina de fútbol en la que había balones de cuero a tus pies a los que tenías que pegar hostias y que era muy ama; además de que le hicimos millonario con los futbolines.
SALA COLÓN: Tenía el admirado Sega Rally, el Virtua Tennis y uno de futbol absolutamente AMAZO que salió sobre el 2000, que no recuerdo su nombre. Como buenos mongolos, antes de irnos siempre echábamos a una máquina de ésas de "recupera la moneda", en las que tienes que girar unos mandos para recuperar el euro que has metido o lo atrapa. Retraso total.
RECREATIVOS DON SANCHO: Lo puto peor de lo peor. Había una luz amarilla tenue, una capa de humo que te impedía ver y centenares de gitanos pidiéndote cinco duros o llamándote de todo para picarte cuando jugabas a algo. Más de una vez nos dieron el palo ante la pasividad del dueño. El buen hombre tuvo la idea de hacer un mix recreativos-cibercafé y metió unos ordenadores para jugar al Counter. La idea le duró un mes, el tiempo que tardaron los chachos en llevarse cada componente, cada tuerca, cada centímetro de estaño de cada ordenador.
LOS TRES RECREATIVOS DE MI BARRIO: Sólo entré en unos tras burlar las estrictas medidas de seguridad que imponía mi madre, y nos dieron un par de hostias a un amigo y a mí porque nos petaron en la primera pantalla de Asterix y Obélix y le rechistamos a uno que nos dijo que éramos muy malos. Y lo hizo uno de una estirpe peor que la gitana, un cani de barrio, de esos hijos de puta sin piedad que no les importaba tirarte en un contenedor calle abajo o pincharte un balón con tal de lolearse. Aún así, el dueño mantenía un relativo control y le duró el negocio unos cuantos años.
Los otros dos los cerraron tras varias redadas. Era tal la jodida chusma que se concentraba allí, que cuando íbamos mis amigos y yo a dar una vuelta por el barrio, evitábamos pasar por esas calles. Como te vieran los gitanos y kinkis que allí anidaban un sábado por la tarde con tus amigos, te podías dar por robado, y suerte tenías si no terminabas con una hostia en la cara y una patada en los huevos.
Tiempos felices, sí.