Los días de la lona.

stavroguin 11 rebuznó:
Joder, pues el amigo Anton Paulovich ha clavado el T.D.S P.T.S

Es que para mí ese relato es el más misógino que tiene. A mí me hiere el alma más el otro, el de La cigarra, porque me siento muy identificado con el señor Dímov y en este cuento al marido ni lo describen, sólo su profesión (algo de trenes, ¿no?), pero Agafia encaja en este subforo como un guante. No lo puse en el refugio literario porque tampoco quiero animaros a ser más misóginos todavía, :lol:.
 
Y punto. No le acepto críticas a la conveniencia de este poema. Aqui encaja sin rozadura alguna, es el consuelo que el coruñés necesita para sus noches de angustía: leer el vació ajeno de quienes se sintieron como él.

Insomnio

Madrid es una ciudad de más de un millón de cadáveres
(según las últimas estadísticas).
A veces en la noche yo me revuelvo y me incorporo
en este nicho en el que hace 45 años que me pudro,
y paso largas horas oyendo gemir al huracán, o ladrar los perros,
o fluir blandamente la luz de la luna.
Y paso largas horas gimiendo como el huracán,
ladrando como un perro enfurecido,
fluyendo como la leche de la ubre caliente de una gran vaca amarilla.
Y paso largas horas preguntándole a Dios,
preguntándole por qué se pudre lentamente mi alma,
por qué se pudren más de un millón de cadáveres en esta ciudad
de Madrid,
por qué mil millones de cadáveres se pudren lentamente en el mundo.
Dime, ¿qué huerto quieres abonar con nuestra podredumbre?
¿Temes que se te sequen los grandes rosales del día,
las tristes azucenas letales de tus noches?

Dámaso Alonso
 
El Profeta rebuznó:
Y punto. No le acepto críticas a la conveniencia de este poema. Aqui encaja sin rozadura alguna, es el consuelo que el coruñés necesita para sus noches de angustía: leer el vació ajeno de quienes se sintieron como él.

Insomnio

Madrid es una ciudad de más de un millón de cadáveres
(según las últimas estadísticas).
A veces en la noche yo me revuelvo y me incorporo
en este nicho en el que hace 45 años que me pudro,
y paso largas horas oyendo gemir al huracán, o ladrar los perros,
o fluir blandamente la luz de la luna.
Y paso largas horas gimiendo como el huracán,
ladrando como un perro enfurecido,
fluyendo como la leche de la ubre caliente de una gran vaca amarilla.
Y paso largas horas preguntándole a Dios,
preguntándole por qué se pudre lentamente mi alma,
por qué se pudren más de un millón de cadáveres en esta ciudad
de Madrid,
por qué mil millones de cadáveres se pudren lentamente en el mundo.
Dime, ¿qué huerto quieres abonar con nuestra podredumbre?
¿Temes que se te sequen los grandes rosales del día,
las tristes azucenas letales de tus noches?

Dámaso Alonso

Si por coruñés se refiere a un servidor, puntualizo que soy un lucense rural adaptado a las Rías Baixas.

Me gusta el poema. Aunque soy más de prosa, la poesía urbano-nocturno-alienante de Alonso siempre me ha fascinado.

Aunque en ese apartado, Borges no tiene rival:

Desde uno de tus patios haber mirado
las antiguas estrellas,
desde el banco de la sombra haber mirado
esas luces dispersas,
que mi ignorancia no ha aprendido a nombrar
ni a ordenar en constelaciones,
haber sentido el círculo del agua
en el secreto aljibe,
el olor del jazmín y la madreselva,
el silencio del pájaro dormido,
el arco del zaguán, la humedad
-esas cosas, acaso, son el poema.
 
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