Ferris...
Las mujeres tienen tal pulsión natural (es decir, no electa y por tanto inconsciente) por conseguir el mejor macho posible para ser fecundada que si pones a tres tias a trabajar juntas en una oficina las tres sincronizarán sus menstruaciones para no partir en desventaja con respecto a sus competidoras. Supongo que esto lo sabrías, pero parate un momento a reflexionar sobre ello. Mientras la mujer en cuestión solo piensa en su oficina como ese centro de trabajo, ese matadero al que tiene que ir todos los días y aguantar a sus compañeras y jefes, su biología lo ve como una oportunidad latente de que se de una situación de procreación y actua moviendo ficha. Es algo milagroso.
Pues bien, toma conciencia que un género con un mecanismo de supervivencia y procreación tan avanzado, tan competitivo, tan extenuante para ellas al punto de llevarlas a perder el control de sus pulsiones, no va a caer en el error de comentarle a una pieza deseable que alterna con otros machos por ahí, so temor atávico y casi proveniente de las cavernas pero que sigue en nuestros adns marcado a fuego, de ahuyentarlo por riesgo que la hembra barragana te endiñe resultados geneticos (descendencia) de otro macho, que es el primer y mayor motivo de rechazo de un hombre hacia una mujer, desde el principio de los tiempos hasta ahora.
No es que sea adulta, es que no te valora como opción. Puede funcionar el rollito que llevas en el caso de hacerte el amiguete para conseguir un cafe y una vez allí seas atractivo y demuestres personalidad. Pero ya sabemos que no es el caso. Has plantado mal las bases desde el minuto uno. Como dice el Gran Wyoming en "Muertos de Risa" (Alex de la Iglesia/1999) a las tias hay que dejarles claro desde primeras que "yo quiero follar". No hace falta ser grosero, ni decirlo explicitamente. Hay muchas formas de hacerlo ver y entender.
Sigo opinando que el principal problema para que ligues no es tu fealdad, ni tu higiene ni tu dejadez, Esas cosas contribuyen. El principal problema es de autoestima. Estás tan necesitado de compañía que subconscientemente casi prefieres una amiga (no ya novia porque ni tu mismo valoras que puedas llegar a tenerla alguna vez) con la que las tardes y los fines de semana no se hiciesen guadianescos que fornicación puntual o esporadica.