Estas tertulias de sobremesa sirven para ver quién realmente tiene puta idea de historia o es un enterado abonado al Discovery Channel. Porque cuando te hablan de la invasión de Polonia o Checoslovaquia, como si fueran entidades nacionales legendarias que vieron violada su integridad en lugar de dictaduras creadas ad hoc menos de 20 años antes por los vencedores de la IGM, te das cuenta de hasta qué punto la manipulación consiste no tanto en inventar sino en ocultar las partes que menos convienen al discurso oficial.
Por ejemplo, ya que hablamos de Checoslovaquia, su mayor problema no era Hitler, sino los propios eslovacos, que no podían ni ver a los checos. Ni siquiera los alemanes de los sudetes llegaron a ser tan beligerantes con el poder de Praga como los eslovacos, a los que no se puede tildar precisamente de racistas o eslavófobos, porque son tan eslavos como los checos. Para crear el estado checoslovaco fue preciso sacar el tiralíneas en el vagón de Compiègne y meter con calzador a 4 millones de alemanes, 2 millones y medio de eslovacos, 1 millón de húngaros, 1 millón de polacos y medio millón de ucranios en un corral gobernado por 6 millones de checos, que ni siquiera eran mayoría. No sólo los alemanes de los sudetes presentaron a los comicios de 1919, que por cierto ganaron, una propuesta de autogobierno que fue rechazada. El gobierno de Ucrania reclamó repetidamente a Praga que reconociera el derecho a la autodeterminación de Rutenia, y Polonia hizo lo mismo varias veces con la Silesia. Por su parte, Hungría jamás reconoció las fronteras checoslovacas. En cuanto a los eslovacos, reclamaron la simple y llana separación del nuevo estado desde el mismo momento en que lo crearon los aliados.
El presidente Benes, al que luego convirtieron en un mártir del expansionismo nazi, era un dictador teledirigido desde Moscú. Hitler invade Chequia porque ante la reclamación de la anexión de los sudetes, Praga responde con la movilización general, aupada por los soviéticos y los británicos, muy interesados en mantener el control del importante complejo industrial Skoda. Bohemia y Moravia se ocupan sin que se dispare un solo tiro, los eslovacos se desentienden y se autoproclaman independientes, los polacos invaden Silesia y los húngaros concentran tropas en la frontera checa y entran en la zona carpatoucraniana. La minoría ucraniana de Rutenia por su parte imita los pasos de los eslovacos, se constituyen como independientes y se colocan bajo la protección alemana.
A Chamberlain realmente lo que nunca se le perdonó no es que no tuviera cojones, es que no pusiera su país al servicio de intereses de terceros y declarara la guerra a Alemania bajo cualquier pretexto, como sí tuvo a bien hacer ese adalid de la democracia llamado Churchill que perdió todas las elecciones democráticas en las que se presentó.