Resulta que antes era un depravado y ahora todos quieren meterle el rabo a la puerca. Como cambia el punto de vista con el culo y las tetas delante...
Regreso de un finde ampliando horizontes y apenas estoy vivo y entero.
Paso el viernes a recogerla y aparece con un vestido largo hasta los talones, vaporoso y con vuelo. Ni rastro de sujetador o bragas debajo. Y ya tieso como un palo. En la autovía se saca las tetas y me dice pare en la próxima área de servicio. Pajote, mamada, y lefada en la boca. "esta es la última vez que te corres en todo el finde" me dice.
Toda una declaración de intenciones. No me quiere blando ni un solo segundo. Arranco, salimos y la puta de ella todo el rato sacándose las berzas o el chocho por el vestido. No había mucho que hablar y no me dejó meterle más mano hasta llegar a nuestro destino, así que iba como un monto en celo.
Nada más cerrqr la puerta del Airbnb empieza el follercio como putos animales y empalando la como si se la quisiese sacar por la garganta.
Cuando estaba a punto de correrse me empuja, se me quita de encima y me dice que nada de correrse, ni ella ni yo. Que se arregla y me invita a cenar. Se mete a la ducha y mientras yo me la casco frente a ella.
Se viste de manera dantesca, con ropas que posiblemente tuviera de su época de puton juvenil. Blusa roja dejando ver casi todas las berzas y minifalda de cuero negra (nada debajo).
Y así, vestida, montando el numerito, salimos a buscar un sitio en el que cenar y empezar la noche. Los peores momentos de mi vida. La tía siendo consciente de como iba yo, y jugando conmigo y enseñando de vez en cuando. Numerito en el restaurante solo con su presencia. Cenamos y pimplamos con la cabeza puesta en lo de después y más cachondos por el morbo del tabú público.
Luego buscamos un garito de copas y aunque era bastante pronto aún, la oscuridad del sitio permitía escabullirse a los baños. Ahí calló una mamada, de nuevo, sin final, hasta que ella me sacó a empujones del baño. Empezaba a fastidiarme.
El alcohol iba subiendo, la gente iba llegando y controlábamos cada vez menos. Después de morreos, sobeteos y cerdeo público durante un buen rato, se sacó las tetas y el segurata nos echó entre vítores de los parroquianos del pub.
A la salida un chaval aún más joven que yo le pidió mamar y ella, que ya iba mecedora, le metió la cabeza entre las tetas. "Vamos" me dijo subiéndose metiéndose las berzas en la blusa.
Otro rato la segunda parte de la noche del viernes y el sábado entero.