Continuo con la noche.
La dama se había cansado de mandar y quería recibir duro. Se había tumbado en la mesa boca arriba imitando lo que había hecho la francesa el día anterior, evidenciando el trato que quería recibir.
Revigorizado por recuperar mi posición me había lanzado a reventarle la boca. Tal era el frenesí que intente meterle hasta los huevos. Uno entro, pero con el segundo tuve que abortar misión. A la vieja no se le notaba la polla entrando por el cuello como a la francesa, porque tenía bastante más carnes que ella, pero tragaba igual de bien. Le tenía pillado ya el punto de la arcada y la forcé varias veces. Algo que siempre me resultaba muy agradable y que hice también entonces, fue dejar el pene metido lo más adentro posible y esperar sin moverme un rato, hasta que llegase el espasmo de ahogamiento. En ese momento, la laringe se contrae violentamente y masajea el glande con sus convulsiones. Cuando comenzaban las arcadas, la sacaba, la incorporaba un poco y le daba un traguito de vino a petición suya, para que no bajase el ritmo.
Mi vieja cachonda acostumbra a llevar unos modelitos de zorrón bastante espectaculares que nunca defraudan y que realzan bastante sus atributos. Ese día llevaba uno rojo y negro bastante sexy que le subían las tetas hasta el cuello. Así que me dispuse a follarme el melonar y ella, adivinando mis intenciones, se recompuso, bebió un pcoo más y se volvió a poner en la pose, subiendose y pretando bien más tetas. Yo se la hinqué con fuera y tan pretas estaban que casi no se desliza entre ellas. Evidentemente, la pose me situaba con las piernas abiertas sobre su cabeza, por lo que debajaba a la vieja sin más opciones que comer culo o tratar de evitarlo. Nunca había tenido la más mínima curiosidad ni me habían comido el ojete, y estuvo bien, pero tampoco entra en mi top de prácticas imprescindibles. Ella besaba y lamía, pero mi fuente de placer e interés eran las berzas.
Volví a su boca una vez más y la vejé hasta el límite de mi orgasmo, cuando decidí parar. Me senté en el sofá y puse la tele. Ella se arrodilló delante de mí y me comió el cimbrel a baja intensidad, como quién da un masaje. No entendía ni papa de lo que decían en la tele, pero me ponía tenerla ahí, esforzándose mientras yo sudaba de ella.
Le limpie las babas y fluidos de la cara con un trapo de cocina que había por ahí y le di más de beber. Su mirada empezaba a divagar y su estabilidad empezaba a estar comprometida. No media bien la intensidad de la mamada y no quería correrme ya, por lo que la mandé escaleras para arriba. Subió haciendo el puton y medio arrastras, y vi la oportunidad. Le dije que le iba echar unas fotos para subirlas a su Tinder, y pareció confiarse un pcoo respecto a su celo por la privacidad. Son las fotos que tenéis adjuntas. Después lance el móvil al sofá y fui a por ella.
Cuando la cacé en las escaleras, mientras subía medio arrastras, le arranque el tanga de un tirón. Era mi presa y yo el depredador que había estado días contenido. También iba algo achispado por el alcohol, deshibido, pero no borracho. Le abrí las nalgas. Quería culo. Mi culo, el que me pertenecía y llevaba días sin perforar. Meti la cabeza y la boca y luego los dedos. La enganche del ojete como un anzuelo de engancha en la boca de un pez, y mientras se la metí por delante. Intento zafarse entre risas, subiendo a trompicones varias escaleras, y yo detras sin sacársela, empujando aún más. Al final llegamos a la segunda planta y me la folle en el pasillo contra el suelo. Fue tremendamente morboso que ella se arrastrase hacia la habitación mientras yo la aplastaba contra el suelo.
Le di la vuelta y le eche el grupo en la cara. Se quedó agonizando boca arriba, con las tetas fuera del sosten, el pelo lefado y las bragas rotas. Y entonces me dio las gracias y no movió ni un músculo más, salvo para jadear.
Sudoroso, baje al salón otra vez, dejándola ahí, y me eché un par de cervecitas y me comí unos trozos de pizza.
Ya iba borracho. Ella estaba seca en el pasillo, y empecé a preguntarme si le habría dado un chungo o algo. Subí cervezas y la caja de pizza que quedaba a la habitación y ella se incorporó penosamente al verme.
Entramos a la habitación y se despatarró en la cama. Como ella aún no había tenido su orgasmo, aunque yo ya estaba físicamente saciado, le abrí las patas y le metí los dedos. Mas, más, más... Ella no regia muy bien, y estaba en una especie de somnolencia etílica.
Un dedo, otro dedo, otro... No tenía el control de sus músculos y estaba muy dilatada. Pille el lubricante de la mesilla y me embadurne la mano. Y no tardo mucho en entrarle todo el puño en el coño. No tengo las manos muy grandes, es cierto, pero sentí que era un gran logro. Force su orgasmo con los dedos y la dejé ko. Me dispuse a acabarme la pizza, y decidí que era buena idea hacerlo sobre su cuerpo inerte. Le tiré dos trozos encima, en las tetas, y relamí los restos.
Si, varios niveles más de degradación alcanzados en una noche. Fue el punto álgido amigos.
Al día siguiente despertamos tardísimo y con una brutal resaca. Ella me despertó de un manotazo y me dijo, limpiándose el tomate de la pizza de las tetas: pero que cojones has hecho??? Has comido en mi??
Parecía enfadada, pero se empezó a descojonar, hasta que paró y dijo: ufff, me va a reventar la cabeza. Correte en mi boca y quitame el sabor del alcohol, anda.
Yo, que viendo el panorama me sentía en el fondo de mi depravación, y también afectado por una resaca asquerosa, me puse en pie como pude, y me clave una paja mañanera rutinaria, como la que te haces cualquier mañana tonta. Corta y directa. Solté mi zumo en su boca y tragó gustosa.
"Estas fatal" me dijo.
"Pero serás zorra, si eres tú" respondí.
Ese día no hubo más sexo. Me recompuse lo suficiente como para coger el coche y conducir hasta la playa nudista.
Llegamos ahí sin duchar y con la ropa justa para ir en el coche. Pasamos el resto del día tirados en la playa, desnudos y sin hablar, destruidos por el dolor de cabeza y la malagana. Ella más que yo.
Al final de la tarde yo estaba mejor y volvimos a la casa. Al día siguiente tocaba recoger y emprender el camino de vuelta.
El epílogo para otro día, pero ya no me quedan más fotos. El pico de degradación y depravación se alcanzó ese día.