La especie humana es por naturaleza polígama; la monogamia es una imposición cultural relativamente reciente, sancionada en las religiones monoteístas por la mayor autoridad que se puede concebir: Dios.
Con el descubrimiento de la agricultura y la ganadería, la humanidad dio un salto cuantitativo colosal en cuanto al nivel de energía disponible para su desarrollo.
Pero para producir toda esa energía hacen falta muchas manos. Si a un pagafantas la ley positiva divina o humana le concede el privilegio de poseer dos o más putas, esto significará que ese "excedente" de furcias que posee dicho pagafantas no estará disponible para otros pagafantas, que verán cómo los pagafantas más poderosos acaparan la mayoría de los coños.
Esta situación conlleva un elevado número de célibes en la población masculina: el celibato es considerado en la doctrina social de la Iglesia como una enfermedad social, es decir, una enfermedad de la sociedad: los hombres célibes producen mucho menos que aquellos que han contraído matrimonio dado que un hombre para mantenerse a sí mismo no necesita esforzarse demasiado, pero para mantener a una familia, criar hijos, cumplirle los caprichos a la zorra de turno, etc., necesita hacer un esfuerzo considerable; debido a ello se verá obligado a trabajar como un esclavo y a aguantar cantidad de putadas por las que no pasaría en caso de estar soltero.
Al asignarle mediante mandato divino una zorra a cada pagafantas se consigue así todo un ejército de esclavos atados a un coño, que harán lo indecible y asumirán abnegadamente toda clase de riesgos con tal de proporcionarle a la furcia de turno todo lo que ésta necesite, mientras ella está con el coño cómodamente sentado en casa. Asimismo dicho pagafantas contribuirá a engendrar a la siguiente generación de esclavos destinados a sostener el sistema diseñado ex profeso por la Iglesia e instituciones de poder afines para pegarse la vida padre a su costa mientras los curas fornican con toda cuanta zorra se les pone delante (devotas feligresas, niñas de corta edad, putas, etc.).
La miserable vida de todos estos pagafantas se desarrolla en un marco diseñado por personas con un objetivo muy claro en mente: vivir a su costa a base de alienar la auténtica naturaleza humana. A dichos pagafantas sólo les quedan tres opciones: seguir con su miserable existencia como miembros productivos de la sociedad engendrando a la nueva generación de esclavos y dejándose la piel trabajando para sostener el sistema que concede toda clase de prebendas y privilegios a sus amos; divorciarse de la zorra en cuestión lo que, dadas las leyes feminazis existentes, le conducirá irremediablemente a la completa ruina moral y económica; o finalmente quitarse de en medio (suicidarse) sin hacer ruido ni molestar a terceros y que otro pagafantas le sustituya como proveedor de recursos de la que antaño fue su furcia. La opción recomendada es la primera.