Qué precioso hilo, qué donaires, qué pasión desatada, y, cuánta gallardía que mostráis vosotros, ¡oh, foreros y locuras!, esgrimiendo vuestras almas proyectadas, incluso, sobre los recuerdos generosos y sin usuras que creéis recordar de...
Ellas, Las Puras.
Y olvidando las torturas, las insatisfechas erecciones frenéticas, las agitaciones palitroques más las tristes efusiones de unas lechas desde gónadas las cuales, en verdad que de hembra ascéticas, sufrían, padecían y se dolían de ausencias nunca sanadas como males de desplantes, de caprichos, de taimados birlibirloques que al alma que aquí lucís, aquella que al mundo regala ternura, melancolía y esencia, traía por las anchas avenidas de la amargura por donde, cabizbajos, resonabais penas de amor, tristezas de clamor y priapismos de solitarios sin campana, badajos.
¿Acaso no fueron los noventa el despertar de la bestia?
De princesas descarriadas, abandonadas, obsesionadas, disfrazadas de alma de hombre, de soberbias ya pulidas y acabadas, de miserias, gestos, venganzas y de mentiras untadas de relumbre, mas jamás dueñas vuestras eximias virilidades y ni siquiera cercanas, de la no nimia aventura sino grande esta holganza con semejantes beldades, o de poseer en el propio lar ni un solo adarme de ese calor que solo prende...
Una Hestia.
Y aquí estáis pimpantes y aún de miembro rampante, y qué Dios os bendiga por ello, ¡así, feliz Navidad, ho ho ho!, os desea de corazón este pobre cantante a vosotros, los del alma errante, pero como aquí enseñáis, todavía almados de la perfección de esa humana luz tan alumbrante.
Y que el año que viene no os sea otro de estos dos miles afrenta, que para vosotros vuelvan los noventa cuando quisieron ascender hasta regentas,
Ellas Y Aquellas quienes solo eran Cenicientas un pelín sargentas.
Un abrazo a todos, ¡y felices fiestas!