Blood
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- 11 Abr 2010
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Bueno, el futuro ya llegó y algunas ideas que antaño parecían sólo de ciencia ficción se convierten, no sólo en posibles, sino en realizables a corto plazo.
Hoy he leído un artículo que me ha impresionado, aunque no del todo para bien.
Un neurocientífico español (el Dr.Yuste), catedrático de la Universidad de Columbia (EEUU), quiere imponer lo que a la postre serán las bases legales para regular la neurotecnología.
¿Y qué es exactamente la neurotecnología, te preguntarás tú humilde forero? Pues ni más ni menos que la ciencia que estudia los métodos que nos permiten analizar e influir sobre el sistema nervioso del ser humano, especialmente sobre el cerebro.
¿y eso puede ser peligroso? Seguirás preguntándote.
Bueno pues todo depende. En principio uno puede pensar que entrar en un cerebro humano para corregir algo que no funciona bien, como por ejemplo cualquier tipo de parálisis funcional (paraplejias, tetraplejias), trastornos nerviosos tipo Parkinson o cognitivos tipo Alzheimer, puede ser algo muy noble y muy beneficioso para aquellos que lo sufren, pero ésta invasión de nuestro sistema nervioso y cerebral también abre una peligrosa puerta hacia lo desconocido.
El análisis y la estimulación neuronal lleva en estudio muchos años y hay muchos logros que ya han sido conseguidos. El propio Dr. Yuste consiguió el año pasado manipular el comportamiento de ratones interviniendo su cerebro y haciéndoles beber zumo activando determinadas neuronas de de sus cerebros a voluntad.
También hay desarrollada un prótesis visual inalámbrica para ciegos, que mediante un millón de electrodos es capaz de conectar un cerebro a un ordenador y a la red. Esta prótesis financiada por DARPA (agencia de investigación del ejercito americano), podría estimular hasta 100.000 neuronas de un cerebro humano, con lo que se podría modificar cualquiera de las habilidades humanas.
Sería posible, por ejemplo, hacer que una persona multiplicase su capacidad auditiva, su vista, su olfato e incluso, lo mas inquietante, su capacidad cerebral.
Se sabe que Apple ya está invirtiendo ingentes cantidades de dinero para fabricar un Iphone que vaya directamente conectado al cerebro del usuario, lo que se conoce como una interfaz cerebro-maquina no invasiva. Se supone que podría recibir información del terminal directamente al cerebro, leer mensajes, alarmas o mandar comandos de ejecución de órdenes, y todo sin necesidad de sacar el terminal del bolsillo.
¿Acojona, no?
Facebook también ha invertido muchos millones de dólares en el mismo sentido, ya que han ido a parar a una empresa que estudia la comunicación entre cerebros y ordenadores y Microsoft también ha invertido otros tantos en la compañía de I.A. de Elon Musk (Neuralink), que está investigando como aumentar la capacidad cerebral de los humanos mediante conexiones cerebrales a ordenadores.
Es decir, que partimos de la base ética de mejorar la vida de personas enfermas o discapacitadas, pero avanzamos hacia la posibilidad de querer conectarnos a las máquinas para mejorarnos a través de la I.A.
Los avances científicos ya han permitido realizar experimentos tales como comunicar 2 cerebros humanos para traspasar información de uno a otro a distancia, recrear virtualmente imágenes a voluntad en una persona accediendo a sus ondas cerebrales y también es posible, gracias a la encefalografía, leer pensamientos simples de un sujeto.
Ya hay bastantes compañías que han desarrollado dispositivos tipo diadema, capaces de registrar la actividad cerebral de las personas sobre las que los usan. Se están desarrollando para poder controlar mentalmente a las máquinas; conducir un coche, maniobrar un dron, realizar una operación quirúrgica, en principio para poder prescindir del error físico (que siempre es posible al ser tareas manuales), pero sobre todo, para tratar de evitar nuestras propias limitaciones físicas.
¿Mola mazo, verdad?
Pero aquí empieza el problema. Ya existen dispositivos que permiten ver la concentración del usuario, la atención, donde mira, que le excita, cuando se cansa, todo enfocado a la seguridad (evitar que nos durmamos al volante, despistes, etc), pero también uno entiende que si es posible visualizar ese tipo de reacciones, también sería bastante posible leer la mente humana para saber que está pensado alguien, cuáles son sus miedos, sus gustos o sus mas oscuros secretos.
Buah chaval, esto ya no mola tanto.
Tampoco podemos olvidar que si es posible mejorar, modificando neuronalmente nuestras capacidades, nuestros sentidos, también sería posible, como he dicho antes, crear superhumanos a capricho. Inicialmente con super sentidos (super vista, super oído, super olfato, etc) pero también con super inteligencia. Y yo creo que ahí está la parte ética del asunto.
Y tu te preguntarás, ¿qué no es ético en incrementar la inteligencia de un ser humano?
Y yo opino, pues que dejaría de ser un ser humano y pasaría a ser otra cosa, ya que no pensaría como un humano ni razonaría como un humano, por tanto, no sería humano sino un híbrido humano-máquina.
Cuando IBM empezó con el desarrollo del Deep Blue en los años 90, muchos pensaron que nunca sería posible ganar a un campeón del mundo de ajedrez usando I.A.
En 1997 el Deeper Blue derrotó a Kasparov.
Hasta hace muy poco tiempo la amenaza para el ser humano venía dada por la posibilidad de que las máquinas usasen su I.A. para atacarnos y derrotarnos, pero actualmente la amenaza va en el sentido de poder potenciar el cerebro humano gracias a la I.A. con lo que no es que las máquinas se hagan tan inteligentes como los seres humanos, sino que el propio ser humano se deshumaniza y se transforma en otra cosa, perdiendo su esencia.
Por otro lado también existe la posibilidad de perder verdaderamente nuestra privacidad si a través de las máquinas puede leerse nuestra mente.
En palabras del Dr. Yuste: “Lo que me preocupa con más urgencia inmediata es el desciframiento de los neurodatos, ya que la privacidad máxima de una persona es lo que piensa, y ya empieza a ser posible descífrarlo.”
¿Qué nos deparará el futuro cercano?
¿Seremos hombres-máquina a corto plazo?
¿Se quedó corta la saga Terminator y nuestro fin está en nuestro propio desarrollo tecnológico?
¿Es Dios un robot?
Como bien advirtió Einstein, “Temo el día en que la tecnología sobrepase nuestra humanidad”
Hoy he leído un artículo que me ha impresionado, aunque no del todo para bien.
Un neurocientífico español (el Dr.Yuste), catedrático de la Universidad de Columbia (EEUU), quiere imponer lo que a la postre serán las bases legales para regular la neurotecnología.
¿Y qué es exactamente la neurotecnología, te preguntarás tú humilde forero? Pues ni más ni menos que la ciencia que estudia los métodos que nos permiten analizar e influir sobre el sistema nervioso del ser humano, especialmente sobre el cerebro.
¿y eso puede ser peligroso? Seguirás preguntándote.
Bueno pues todo depende. En principio uno puede pensar que entrar en un cerebro humano para corregir algo que no funciona bien, como por ejemplo cualquier tipo de parálisis funcional (paraplejias, tetraplejias), trastornos nerviosos tipo Parkinson o cognitivos tipo Alzheimer, puede ser algo muy noble y muy beneficioso para aquellos que lo sufren, pero ésta invasión de nuestro sistema nervioso y cerebral también abre una peligrosa puerta hacia lo desconocido.
El análisis y la estimulación neuronal lleva en estudio muchos años y hay muchos logros que ya han sido conseguidos. El propio Dr. Yuste consiguió el año pasado manipular el comportamiento de ratones interviniendo su cerebro y haciéndoles beber zumo activando determinadas neuronas de de sus cerebros a voluntad.
También hay desarrollada un prótesis visual inalámbrica para ciegos, que mediante un millón de electrodos es capaz de conectar un cerebro a un ordenador y a la red. Esta prótesis financiada por DARPA (agencia de investigación del ejercito americano), podría estimular hasta 100.000 neuronas de un cerebro humano, con lo que se podría modificar cualquiera de las habilidades humanas.
Sería posible, por ejemplo, hacer que una persona multiplicase su capacidad auditiva, su vista, su olfato e incluso, lo mas inquietante, su capacidad cerebral.
Se sabe que Apple ya está invirtiendo ingentes cantidades de dinero para fabricar un Iphone que vaya directamente conectado al cerebro del usuario, lo que se conoce como una interfaz cerebro-maquina no invasiva. Se supone que podría recibir información del terminal directamente al cerebro, leer mensajes, alarmas o mandar comandos de ejecución de órdenes, y todo sin necesidad de sacar el terminal del bolsillo.
¿Acojona, no?
Facebook también ha invertido muchos millones de dólares en el mismo sentido, ya que han ido a parar a una empresa que estudia la comunicación entre cerebros y ordenadores y Microsoft también ha invertido otros tantos en la compañía de I.A. de Elon Musk (Neuralink), que está investigando como aumentar la capacidad cerebral de los humanos mediante conexiones cerebrales a ordenadores.
Es decir, que partimos de la base ética de mejorar la vida de personas enfermas o discapacitadas, pero avanzamos hacia la posibilidad de querer conectarnos a las máquinas para mejorarnos a través de la I.A.
Los avances científicos ya han permitido realizar experimentos tales como comunicar 2 cerebros humanos para traspasar información de uno a otro a distancia, recrear virtualmente imágenes a voluntad en una persona accediendo a sus ondas cerebrales y también es posible, gracias a la encefalografía, leer pensamientos simples de un sujeto.
Ya hay bastantes compañías que han desarrollado dispositivos tipo diadema, capaces de registrar la actividad cerebral de las personas sobre las que los usan. Se están desarrollando para poder controlar mentalmente a las máquinas; conducir un coche, maniobrar un dron, realizar una operación quirúrgica, en principio para poder prescindir del error físico (que siempre es posible al ser tareas manuales), pero sobre todo, para tratar de evitar nuestras propias limitaciones físicas.
¿Mola mazo, verdad?
Pero aquí empieza el problema. Ya existen dispositivos que permiten ver la concentración del usuario, la atención, donde mira, que le excita, cuando se cansa, todo enfocado a la seguridad (evitar que nos durmamos al volante, despistes, etc), pero también uno entiende que si es posible visualizar ese tipo de reacciones, también sería bastante posible leer la mente humana para saber que está pensado alguien, cuáles son sus miedos, sus gustos o sus mas oscuros secretos.
Buah chaval, esto ya no mola tanto.
Tampoco podemos olvidar que si es posible mejorar, modificando neuronalmente nuestras capacidades, nuestros sentidos, también sería posible, como he dicho antes, crear superhumanos a capricho. Inicialmente con super sentidos (super vista, super oído, super olfato, etc) pero también con super inteligencia. Y yo creo que ahí está la parte ética del asunto.
Y tu te preguntarás, ¿qué no es ético en incrementar la inteligencia de un ser humano?
Y yo opino, pues que dejaría de ser un ser humano y pasaría a ser otra cosa, ya que no pensaría como un humano ni razonaría como un humano, por tanto, no sería humano sino un híbrido humano-máquina.
Cuando IBM empezó con el desarrollo del Deep Blue en los años 90, muchos pensaron que nunca sería posible ganar a un campeón del mundo de ajedrez usando I.A.
En 1997 el Deeper Blue derrotó a Kasparov.
Hasta hace muy poco tiempo la amenaza para el ser humano venía dada por la posibilidad de que las máquinas usasen su I.A. para atacarnos y derrotarnos, pero actualmente la amenaza va en el sentido de poder potenciar el cerebro humano gracias a la I.A. con lo que no es que las máquinas se hagan tan inteligentes como los seres humanos, sino que el propio ser humano se deshumaniza y se transforma en otra cosa, perdiendo su esencia.
Por otro lado también existe la posibilidad de perder verdaderamente nuestra privacidad si a través de las máquinas puede leerse nuestra mente.
En palabras del Dr. Yuste: “Lo que me preocupa con más urgencia inmediata es el desciframiento de los neurodatos, ya que la privacidad máxima de una persona es lo que piensa, y ya empieza a ser posible descífrarlo.”
¿Qué nos deparará el futuro cercano?
¿Seremos hombres-máquina a corto plazo?
¿Se quedó corta la saga Terminator y nuestro fin está en nuestro propio desarrollo tecnológico?
¿Es Dios un robot?
Como bien advirtió Einstein, “Temo el día en que la tecnología sobrepase nuestra humanidad”