Un tag me ha dado la clave. ¿Salir a la calle? Si, hay que salir a la calle. Pero la calle asusta, inquieta, intimida, provoca vértigos y esta cuajada de emboscadas y precipicios. En la calle aletean aviesos miles de miasmas, gérmenes maliciosos, virus terribles y fulminantes que son avariciosos cual judios en su búsqueda de nuevas presas con la que abonar la inmesidad de la Tierra.
Lo peor de la calle, sin duda, lo que estremece, aterroriza, sumerge en el pánico más atávico al forerio presente es que las calles, por encima de las pandemias y los humores, estan llenas de GENTE, gente real, en tres dimensiones. Gente incontrolable, que no desaparecen a golpe de ratón, autónomas en sus decisiones, capaces no ya de agredir, sino de relacionarse, de tomar contacto carnal y verbal de nuestro cuerpo. Si, LA GENTE TE PUEDE TOCAR E INCLUSO HABLAR CONTIGO.
En estas condiciones la propuesta no puede triunfar. Abandonar la madriguera, el feliz refugio bajo las radiaciones del monitor y enfrentarse a eso tan incómodo e inalterable llamado realidad, no es una opción asumible por la mayoría de los próceres y acólitos de nuestro sacrosanto foro. Las calles quedarán inmaculadas, prístinas, radiantes, impolutas, sin ceder su castidad a la fálica punta de un grueso y agresivo rotulador.