Solo pagafanteé una vez en mi vida en una cita, hamijos.
Fue el día más... asqueroso de mi vida. Fue un dia en el que al llegar a casa me dije:
"A Dios pongo por testigo que jamás volveré a pagafantear"
Tenía 18 añitos, era un cervatillo, era una ingenua y fácil presa. Ella era una TETONA (qué tetas joder...) de 25 por aquel entonces.
Acababa de romper con su malote, nos conocimos casi de nada y casualmente, nos dimos el móvil y quedamos una tarde tras hablar bastante.
Me desplacé de Barcelona capital a Terrassa en el puto tren a las cuatro de la tarde de un puto mes de febrero o así, y ella me recogió con el coche.
Qué tetas... joder qué tetas.
Bueno me subí al coche y me acojoné. Quería estrujarle las tetas y no podía, era una zorra muy segura, y yo me sentía como un niño a su lado, era evidente que me rechazaría porque en todo momento era simpática pero se dirigía a mí como un... "amigo". Sus cartas estaban bien claras. No había dudas.
Vamos a la cafetería de un jodido centro comercial a beber tres cafés con leches seguidos tirándonos como cuatro o cinco horas allí mientras la zorra me habla de su ex. Del chungo de su ex. Del traficante de pastillas de su ex. De lo claro que tiene que no lo quiere. Que sí, que no era mal chaval, pero que no, que nada. Y me saca su foto. Y me habla de cuando unos skins estuvieron apunto de apalearlo porque era muy moreno de piel y lo confundieron con un moro. Y que si él tenía mucho complejo porque se ve que era un retra de estos que en vez de "r" pronuncia "g" al hablar.
Imaginaros qué panorama. Imaginaros qué puta mierda. Toda una jodida tarde así, hablando de
mierda que no me importaba para nada y con ese escotazo delante y esas teeeeeeeeeeeeeeeeeeetazas que tenía y yo no podía ni siquiera tocar su mano, ni siquiera comerle la boca, ni siquiera disfrutar de una pajilla que pudiera hacerme.
Nada.
Cogimos a las nueve de la noche el coche y ese fue el momento más duro. Porque el reloj iba contra mí. El tiempo se acababa. Yo tenía una pequeña esperanza porque tenía a esas dos tetas demasiado cerca, a menos de un metro, justo al lado mio, justo en el asiento del piloto. Ella seguía con su simpatía y su cachondeo de hermana, y mi polla como casi toda la cita dura. No tuvo el puto detalle de acercarme a mi casa, me dejó en la puta estación de tren, estando en el quinto coño, a las casi diez de la noche, con un frío de la ostia, en la puta Terrassa.
Puta. Puta, puta y puta.
No me pasó más. Es imposible que me pase de nuevo.
No os cortéis una mierda cuando quedéis. No quedéis por quedar. Quedad cuando la tia muestre un interés rotundo y no ambiguo. Hay mil maneras de saber si una tia está por ti. No se pueden explicar o ni se deberían explicar, porque si se os debe explicar eso significa que no valéis para ligar.