Vamos con Boix.
Es un martes de mierda, frío, salgo de currar como a las dos, y me apetece meterme unas rallicas.
Siendo la época en que más tomaba, no tomaba ni de coña mucho. En esto era muy arbitrario. Podía ser una vez al mes como una cada tres o como cinco al mes en el peor de los casos.
Voy a un pub en dónde conozco a un gipsy pureta que vende. El tío guardaba su merca en una caja de cerillas, iba siempre bufado, con sus sellos de oro, y estaba siempre chupándose la polla acerca de lo buena que era su dronja, y exagerandose compulsivamente, lo cual lo hacía un ser entrañable.
Pero no estaba. Y entonces aparecen ellos, la parejita.
Un pedazo chungo con su gipsi novia, que realmente estaba buena.
Hay que decir que yo no es que lo conociera, de oidas sé quién es, y bueno, es gente peligrosa y tal, conocíamos a gente en común como luego más tarde supimos hablando.
Me paran a ver si quiero pillar que ellos saben dónde. Obviamente el juego lo sabemos. Una pareja de liantes que van locos por parasitar farla.
El estaba fuerte, típico garrulo malotisimo, perilla gordaca, y esa voz señores, esa voz grave no, lo siguiente, grave y chunga, que siempre tienen estos personajes. Esa voz que intimida y te señala que ojo.
Al final me meto en un taxi con estos dos. Básicamente es como lo de los yugoslavos pero mucho peor, porque estos sí que son chungos, sobre todo él.
Frase que recuerdo mientras vamos en el taxi "si nosotros nos enrollamos contigo tú tienes que enrollarte con nosotros", con esa voz cazallosa.
Que yo pago la coca es evidente, que ellos consumirán de ella más, la pregunta incluso es cuánto, o incluso si yo voy a llegar a consumir media cleca de esa coca pagada por mí.
Una vez con dos gramos en nuestro poder, pues ya empiezo a oír lo de la base. Malo. Se la va a querer fumar y en un rato se va a quedar sin.
Llegamos a un bajo mugriento de una conocida calle del barrio de Les Corts.
El lugar dónde viven podéis imaginarlo.
Lo que más recuerdo fue mi sillón, que era como de un corte conservador aunque gipioso y cutre, que no casaba con el resto de la casa, que no voy a decir que tenía este estilo o el otro porque es que aquello de estilo no tenía nada.
Tras meterme una cleca, el tipo ya empieza con la base de los cojones. Me pregunta si alguna vez fumé de eso y le digo la verdad, que nunca, y nunca quise, y solo fumé base esa vez.
Yo permanecía sentado en aquel sillón, él estaba de pie preparando la fumada, y me responde:
- Pues ahora la vas a probar.
Ojo con la manera en que te lo decía. Diría que era un tono amenazante. Yo estaba ya acojonado, y yo jamás tuve intención de fumar base y cedí porque es que daba miedo de verdad.
Tengo que decir que no me pareció para tanto y ni mucho menos me creó adicción, aunque creo que para que estas cosas te enganchen tienes que consumir varias veces.
La cosa va transcurriendo con conversaciones típicas de esta gente. "Oye tú conoces al...?", "y conoces al tal?", "conoces al no se quién que es primo de no sé cuál que va siempre con una alpha plateada?", sacándote a cada nombre cuál más delincuente.
Y hay un momento en que escucho:
- Escucha... por qué no vas a la gasolinera de aquí al lado y compras una botella de whisky?
Ya estamos... aquí ya acabó todo. Es muy evidente que efectivamente quieren que me pire para fumarselo todo.
Sí, intenté el "quien de los dos me acompaña?" y otras inútiles salidas, pero nada. No resultó.
Tan evidente era que obviamente ni siquiera fui a la gasolinera. Esperé cinco minutos fuera, toqué su puerta y no abrían.
Me siento en un parque cercano, con una mala hostia que flipas, notando que no tenía el tabaco, lo tenía en casa de esos dos.
Y ahí empiezo a emparanoiarme. Empiezo a encabronarme. Igual me había metido medio gramo, pero es que no pude contenerme. Es eso y la edad. Por absurdo que parezca tenía huevos de ir a desafiar a este tío, a las tantas de las noche...
El tabaco era casi la excusa. Oye que todo me da igual pero el tabaco me lo devuelves. Ese era el relato.
Voy, toco. No abren. Les digo que el tabaco me lo saquen.
Entonces es cuando escucho un suspiro, un ufff... que sale del alma, y una terrible voz cazallosa que dice "LO VOY A MATAR".
Entre que se levanta de dónde estaba sentado y trata de abrir la puerta se escucha el "crrr" de que había preparado la pistola. Llegué a versela porque tratando él de abrir la puerta la novia desesperadamente queriendo pararlo intecedia a gritos en la puerta con todo su cuerpo y toda su alma para que el notas no saliera.
Mira que evidentemente el tipo es más poderoso que ella, pero ella puso tanto de su parte que pudo ir evitando que él saliera.
Salgo por patas, sin correr, pero con una cosa en el estómago que nunca más creo que mi cuerpo pueda volver a reproducir.
A los cuatro días la veo a ella por el barrio y la paro reclamándole.
Llevaba un ojo muy morado, y otras señales en su cuerpo.
Me dice que su novio cuando me fui yo "me metió una paliza, Slk...", con esas palabras mismas y sumo lamento. Que él estaba celoso de mí, y que empezó a emparanoiarse, y que tuviera en cuenta el riesgo que aquella noche ella había tomado por mi.
El estado de los moratones si coincidía con el tiempo que había pasado. Que se lo hizo él es casi seguro, que se lo hizo aquella noche también. Que fue por celos hacia mi mucho lo dudo, que ella no tenía intención de engañarme como aseguraba pues obvio que es falso, ella estaba metida en el ajo y me animaba también con lo de la gasolinera. Simple y llanamente el tipo es agresivo e iba muy drogado.
La perdono, y me alejo.
Fin.