MarcoKra
Clásico
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- 23 Jul 2014
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Jose y yo follamos normalmente, como cualquier pareja, inventamos nuevas posturas que ya estaban todas inventadas, pero que cada vez que las llevábamos a la práctica parecían creadas por nosotros. Y poco a poco fuimos conociendo nuestros gustos, y aprendiéndonos a dar placer.
Yo le quería y gozaba con él, y por ese motivo, accedía a todas sus peticiones. Quería sexo oral, yo se lo hacía, me lo quería hacer... me dejaba. No con pocas prevenciones al principio, pero diluyéndolas todas en sus saliva y dejándome llevar por los placeres que su lengua provocaba en mí.
Nuestra confianza creció, y un día después de darnos placer tumbados uno en los brazos del todo, jugamos al “Y a ti que te pone...” Relajados, yo pensando algo que me pusiese, y el diciendo cosas como: “me gustaría un trío”, que yo no sabía si era en serio o no. Si lo decía por sondearme o escandalizarme, o si realmente le apetecía.
- ¿De verdad quieres un trío?
- Bueno, ¿lo quieres tú...?
- Yo pregunté primero
- Lo importante es llegar a una conclusión. Yo si tú quieres...
- ¡Pero si lo has propuesto tú!!!!! Vamos a hacer un trío y encima va a quedar como que ha sido idea mía, no eres tú listo ni nada...
- Al fin y al cabo la que me acosaste hasta que me conseguiste fuiste tú..
- ¡Ya estamos!!¡ Pero si babeabas por mí! Todo el mundo lo decía... yo sólo te lo facilité.
- Me acosaste.
- No.
- Si.
- No.
- Si.
- ¿Entonces lo del trío es en serio o es en broma?.
- Hay otras cosas que me gustarían más que un trío.
- ¿Qué?
- No te lo digo.
- ¿Tú eres tonto?
- Para que te lo voy a decir me vas a llamar guarro...
Me reí.
- ¿Pero no estamos jugando a decir la verdad? Además no quiere decir que lo hagamos, pero imagínate lo que lo voy a exprimir para excitarte.
- Bueno me gustaría...
- ¿Qué?
- Nada.
- ¡Jose!!!!!
- Vale, vale... Correrme en tu boca. Y que te lo tragases.
Sé que decía la verdad, porque el simple hecho de decirlo hacía que su voz enronqueciese de ganas y la mirada de sus ojos se nublase. ¿Tragármelo? Nunca lo había pensado, pero si debiera hacerlo, probablemente me diera una impresión desagradable. No sé... una cosa es comer de todo... pero no sé. A él parecía que le hacía ilusión.
- ¿No me llamas guarro?
- Si saco la lengua lo verás en la punta, pero no te voy a dar el gusto de adivinar mis respuestas, así que no, no te lo llamo.
- ¿Entonces lo vas a hacer?
- ¡He dicho que no te lo llamo! ¡ No que piense hacerlo!
- Si ya sabía yo...
- Oye, que si jugar al “a mí me pone” se va a convertir en una medida de presión, no jugamos más, ¿eh?? Que hemos quedado en que no es vinculante lo que aquí se diga.
- Si...ya... lo sé. Pero cómo no me llamaste guarro...
Tengo buena puntería y el cojín le alcanzó en plena boca, mientras me dirigía al baño. Bueno... si no lo he probado, no puedo saber si me gusta... Y bueno, tampoco se trata de que llegue a cogerle gusto y tenga que ordeñarle todas las mañanas para el café. Sería darle ese placer...
Al fin y al cabo, una tiene que hacer tantas cosas que no le gustan, que no creo que esa sea más desagradable que otra diferente.
- ¿Lo estás pensando, Miren?
- No seas pesado, Jose y ¡déjame ducharme tranquila!
- ¿Pero lo estás pensando?
- ¿A ti te gusta que te vomiten en la polla??
- ¿Es una fantasía tuya?? Si es así estoy dispuesto a probarlo por ti, mira si soy complaciente.
No hay modo, siempre me hace reír.
Todo el día me rondó la idea por la cabeza. La verdad es que es curioso de qué cosas te enteras cuando preguntas.
Al día siguiente tampoco podía dejar de pensar en ello. Y lo peor fue, que a cada persona que miraba a la cara me asaltaban dudas. Mi jefe tan compuesto, explicándome un proyecto,¿se correría en la boca de su mujer? Ufff difícil respuesta, si ya me cuesta imaginar que se corra. La de administración, esa tiene una cara de viciosa que no veas, seguro que se lo traga todo... Ains, que malamente está una cuando se obsesiona.
A la noche tuvimos sexo otra vez, y mi chico me pidió que se la comiera un poco.
- ¿Te aviso cuando me vaya a correr?
- Tú tan sutil como siempre. Aún no lo he pensado José.
- Ah. Entonces te aviso.
- Y si hacemos una cosa, te corres en mi boca y yo te lo paso a la tuya, ¿y lo tragas tú? Me dices como sabe y miro a ver si me animo.
Le observo, esta es una pregunta trampa, de cómo reaccione, no sólo verbalmente, si no con los gestos de su cuerpo, se juega que se cumpla su fantasía o no. No sé si él se da cuenta de ese detalle. Pero parece que tarda en contestar.
- Bueno...
- ...
- No te rías. Realmente en sentido estricto, tu argumento tiene trampa, al fin y al cabo yo me trago tu leche si te corres en mi boca.
- Es verdad, pero lo haces porque quieres, no porque yo te lo haya pedido, ahí hay un pequeño matiz de diferencia.
- Discutir contigo es muy cansado, siempre llevas razón argumentando.
- Pero no has contestado...
- Vale, sí. Lo haré.
Ahora me ha descolocado, hubiera jurado que diría que no. Debe tener muchas ganas de cumplir su fantasía.
- Por tres razones: 1. Todo lo que venga de tu boca me vuelve loco, 2. hay que probar de todo y eso no lo he hecho aún, 3. Me pondría muy malo, pajearme en tu boca y que te lo tragases. Pero muy malito...o sencillamente verlo caer allí.
- Habrá que buscar una enfermera, si tan malo te pones. –
contesto en plan duro, aunque bien sabe el muy capullo que me desarma con su dulzura.
- Calla, ni me hables de imaginarte en plan pornoenfermera, que me corro sólo de pensarlo.
Mis cojines ya se saben el camino hasta su cabeza. Y yo tengo una práctica terrible mientras escapo y él me agarra una teta para seguir con los mimos. Aunque me vuelvo a dejar caer en la cama, me apetecen mimos, y al fin y al cabo.. ¡aún es de noche!
El trabajo fue muy interesante al día siguiente, no se me iba de la cabeza, lo que él me había dicho. Y estaba ensimismada en mis reflexiones a la vez que trabajaba. Por un lado pensaba que si cedía a todos sus caprichos no sabía dónde íbamos a acabar, al momento siguiente pensaba que tampoco era tanto pedir, y si tan feliz le iba a hacer, pues igual merecía la pena. Procuré no hablar mucho, no fuera que si me preguntaban si tenía listo el informe contestase: Sí, ¡ya me lo he tragado todo!
La siguiente vez que tuve su polla en la boca, mientras la lamía, y pasaba la lengua arriba y abajo, me acordé de su petición...
- Jose...
- mmmmmm??
- Estoy pensando...
- Pero mujer... ¿ahora???
- Jose...
- Mmmmmmmmmm?
- Es sobre lo de tragárselo...
- Ahhh, bueno, eso me interesa, si no te diría chupa y calla.
Sólo necesité pasar los dientes por su capullo para que se callara y atendiese, es bueno tener fama de que eres capaz de darle un bocado si es necesario.
- Estaba yo pensando...
- No sé si es que tengo toda la afluencia de sangre en la polla o que te repites...
- ¿Dónde está el cojín??
- Vale, ¿qué pensabas?
- A ti te gustaría que yo te la comiese, y que cayera el semen en mi boca ¿verdad?
- Sí, eso me gustaría...
- Ver como gotea por la comisura de mis labios, después de que te hayas corrido de gusto y ¿que eso te dé placer mientras te estás corriendo?
- ¿¿Esto es para una encuesta o sencillamente quieres ver si soy capaz de correrme contándomelo??
Ciertamente su polla se había puesto como una piedra mientras se lo decía, la tenía agarrada con mi mano. Y le miraba a los ojos, abrí la boca y saqué la lengua. La pasé por la punta de su capullo...
- Entonces, te gustaría...
- Siiiii mmmmm
Agarré el glande pinzándolo con mis labios y deslicé la lengua haciendo círculos a su alrededor. La sorbí como una pajita, mientras no dejaba de mirarle a los ojos.
Sus ojos me decían en silencio, me gusta, sigue, ¿¿lo vas a hacer hoy? Yo me la seguía comiendo sin contestar ni con la mirada, entre otras cosas porque no lo sabía, así que seguí metiéndola y sacándola en mi boca, acariciando los huevos con la mano, exprimiéndolos, dejándola salir de mi boca para tragarme los huevos, uno primero y otro después, él resoplaba de placer y de gusto, me la pasé por la cara, por el cuello, por las tetas, acaricié mis pezones con su capullo, volví a hacer el camino hacía arriba, y la apreté contra mis labios cerrados, como si no la quisiera dejar entrar, dejando que entrase despacio, despacio, lamiendo, mordiendo, sobando...
La tenía en la boca, cuando sentí sus espasmos, casi noté cómo se tensaban sus venas para expulsar su placer condensado en líquido, él no me avisó de que se iba a correr, pero creo que no podía, cuando estaba a punto de llegar a mi boca, me aparté, y su semen se desparramó por mis tetas. Mirándole aún, pasé un dedo por las gotas que estaban en mis pechos, y lo unté. Me lo llevé lentamente a la boca, y lo chupé. El sabor era... peculiar. Ni dulce, ni salado, un pelín ácido, cogí un poco más y lo repetí, con el semen aún en mi boca, me levanté y le ofrecí mis labios. El me los comió y rechupeteó mi lengua.
La experiencia fue buena, él me confesó que le había gustado más que su idea original, que le había puesto mucho y que me lo agradecía porque lo recordaría siempre. A mí el sabor ni me gustó, ni me disgustó, sencillamente he probado cosas peores y no lo pondría entre mis platos favoritos, o bebidas...
Pero para darle un capricho podría soportarlo, y quizás se conformase con hacerme puntería en la boca... así que aunque él se dio por satisfecho y no me agobió más, yo seguí madurando la idea, le di tiempo para disfrutar de lo que había pasado y seguí pensando cuando sería la mejor ocasión.
La verdad que habíamos estado agobiados con trabajo, ambos dos y ya nos tocaba darnos un homenaje. Estuve pensándolo todo el día y maduré un plan. Le mandé un mensaje al móvil, diciéndole si le apetecía que nos fuéramos a cenar fuera. El me dijo que sí, y quedamos. Tenía una cita.
Como él salía más tarde y era un día de diario, él quedó en ir al restaurante directamente, y yo pasé por casa para ducharme y vestirme. Vestirme para matar. No quería que se me muriera el pobrecito, pero sí dejarle un poco maltrecho. Así que me puse un top negro, una falda negra, por encima de la rodilla con un poco de vuelo para que resultase más cómoda. Medias- medias, con liguero incluido pero sin tanga, zapatos de tacón negro, y una chaqueta roja. Y allí me dirigí.
- ¿Qué celebramos?
- Pues nada en particular. Me apetecía salir y hablar. Y cómo hoy me tocaba fregar a mí...
- Qué sepas listilla, que los turnos se corren. Así que mañana te toca también fregar a ti.
- Eso, eso, tú romántico, yo me vengo sin ropa interior a cenar contigo, lo planeo todo y tú me sales con algo tan prosaico como el turno de fregar.
- ¿Has dicho sin ropa interior?
- ¿Friego yo mañana no?
- Claro. Pero¿ has dicho sin ropa interior? Me vacilas.
- Te aseguro que no.
- ¿Pero porque no has traído ropa interior?
- Bueno, por si nos da un apretón.
- Un apretón dice!! ¿¿ dónde, aquí??
Yo estaba sentada a su lado, dejé caer mi mano sobre su polla, y me acerqué un poco a él. Con una caída de ojos de lo más inocente le pregunté:
- ¿¿Aquí es mal sitio??
Me encanta el poder que ejerzo sobre su líbido, sentir como su polla se endurece inmediatamente bajo mi mano me hace feliz. Simple que es una.
Me acerqué aún más, para que la conversación no fuera audible para nuestros vecinos de las mesas circundantes. Y le dije lo suficientemente cerca del oído, para que mi aliento le llegase sugerente:
- Hoy tengo ganas de experimentar. Espero que tú también.
- ¿Y eso qué quiere decir?
- Pues que no te tomes postre...
- Mira que eres.
Me removí en la silla subiéndome la falda un poco por las caderas. Cogí su mano, y la coloqué en la parte interna de mis muslos, donde la piel se hace tan suave que parece mentira que algo tan sumamente delicado pueda existir, y mirándole a los ojos le dije:
- Soy. Pensé que te gustaba por eso.
- Si tenemos prisa, mejor te digo por qué no me gustas, vamos a acabar antes.
- No hables mucho, que como me metas en discusiones filosóficas igual nos enfadamos antes de llegar a casa.
- Pues follamos en el parking.
- ¿¿En el parking???
Ahora fue él, el que me miró con un brillo juguetón en los ojos y me dijo, acercando sus labios a mi oreja:
- ¿¿En el parking es mal sitio?
¡Qué copión! Se libró de que ese restaurante no tenía cojines La cena transcurrió entre caricias, conversación y risas. A veces somos tan amigos que se me olvida que es también mi amante, y a ratos se me olvidaba la pose de mata hari que llevaba esa noche. Aunque su mano recorría incansable mi muslo arriba y abajo, y rozaba suavemente y a poquitos mi intimidad, acariciando el pelo que tenía en el monte de Venus. Y producía en mí escalofríos que subían y bajaban por mi espalda.
Nos dirigimos al coche. A mí ya se me había olvidado lo del parking. Pero la llegar al coche, él se acercó y me susurró al oído mientras me abrazaba que era una bobada no llevar ropa interior para nada. Yo le miré intrigada, y él me tumbo en el capot del coche. Me levantó la falda y dejó mi culo al aire. Yo estaba un poco nerviosa por si nos veía alguien, pero su lengua hizo que me olvidase de escudriñar atentamente y dejarme llevar hasta que casi me llegué a correr. El pareció adivinar la pronta llegada de mi goce y se levantó, penetrando de un golpe mi lubrificada rajita, y llevándome hasta mi orgasmo a golpes de cadera pero sin correrse él.
En el coche le gasté la típica broma del “queagustomehequedadoahoraparaquévamos a seguir”, él me llamó bruja como es habitual, y como me gusta tanto como me lo dice, le saqué la polla y le pajeé hasta llegar a casa. Lentamente, recreándome con el pulgar en el glande, y marcándole un ritmo lento y constante.
Corrí por las escaleras delante de él, para que no me alcanzase y me tumbase en un descansillo, ya lo hicimos una vez para cubrir el expediente de situaciones de riesgo y casi nos pilla la vecina del segundo, que estoy segura que sería capaz de hacer un retrato robot de los del tercero follando para poder dar las explicaciones en plan diagrama.
Así que entré por casa corriendo, y para cuando él llegó a casa y se metió en el baño, yo ya estaba en la cama desnuda. Él se puso a lavarse los dientes, lo cual me recordó que yo no lo había hecho y me encoraginó que se parase en estos momentos a tales menesteres. Me levanté. Y me apoyé en el quicio de la puerta, mirándole. Con la boca llena de espuma, me dio la risa. Ya estaba desnudo, pero se estaba lavando los dientes. Su polla casi rozaba el lavabo, así que me arrodillé delante de él y se la comencé a comer. Un poquito. Le dejé terminando sus labores y me fui a la cama.
Me tumbé de espaldas, mirando hacia mi mesilla. Y él llegó a la cama. Se acostó, y se acercó a mí por detrás. Me encanta que se acople a mi cuerpo, sentir su aliento en mi nuca, y su polla contra mi culo, sus manos rodeándome posesivas y posadas sobre mis pechos. El comenzó a acariciarme, resiguiendo la curva de mi cintura y mi cadera con su mano. Yo permanecí quieta. Centrándome en esas sensaciones, y con la mala idea de dar la intención de que me iba a dormir. Me deje recorrer con sus dedos, lentamente, mientras valoraba el grado de excitación por la dureza de su polla firme contra mi culo. Y decidí, que había llegado el momento. Me levanté, y le pedí que se sentase en la cama, me acomodé entre sus piernas y empecé a lamerla con todo el empeño, conciendudamente, disciplinadamente, subiendo y bajando su pellejo. Dejando que su polla recorriera cada uno de los rincones de mi húmeda y receptiva boca. Moviendo la lengua, que golpeaba su polla lentamente, mirándole a los ojos, viendo su excitación. Cuando vi que estaba preparado, abrí la boca y saqué la lengua, sin dejar que mis ojos se despegasen de los suyos, que me miraban entrecerrados por el peso del deseo, comencé a pajearle sobre mis labios. Despacito, dejándole ver mi rosada lengua como una promesa. Él se contrajo, y dejó salir su semen sobre mi lengua, yo abrí la boca para que no se perdiese nada, pero sin evitar que unas gotas cayeran por mi barbilla y rodasen por mis pechos. Cerré la boca y me tragué toda la leche. Mientras le miraba, y él permanecía hipnotizado mirándome a mí. Fue un momento intenso y especial. No marcado por el sabor del líquido que me recorría mi garganta, si no por el hecho de que él sabía que lo hacía por complacerle a él, y a mí me daba placer ofrecerle esa fantasía como ofrenda de amor. Y mientras me relamía, con una sonrisa en los labios, le susurré un brindis: Salud... El sonrió.
Me levanté, le besé en la boca, y me fui al baño a asearme. Cuando volví a la cama, apagué la luz, me abracé a él, y le di las buenas noches.
- Jose...
- ¿Si, Miren?
- Mañana te lo tragas tú para completar las sensaciones.
Silencio.
¡El muy tonto creerá que no sé cuando se hace el dormido! Mañana debo decirle que exagera demasiado la respiración para ser natural.