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Asiduo
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Igual os estáis percibiendo en el grupo equivocado y de ahí os vienen los problemas.
Si hubieras leído bien en vez de avalanzarte a decir...
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Igual os estáis percibiendo en el grupo equivocado y de ahí os vienen los problemas.
Más alta que la tuya, te lo garantizo. No obstante575 palabras según el contador de palabras de Word, ¿cuál es tu velocidad de lectura?
Esta es la clave. Aprende a sintetizar, pazguato.ganas de leer tu diarrea verbal
Si hubieras leído bien en vez de avalanzarte a decir...
Tienes antecedentes, Max. En cualquier caso, no llegas al nivel del mongobongo abridor del hilo, que tiene un amasijo cerebral importante y una capacidad para el ridículo notable.
Curiosamente, el que tiene discapacidad por subnormal eres tú y no él.
Pues estaba bien argumentado. Menos abalanzar con uve.La culpa es mía por escribir algo medio en serio.
Pues estaba bien argumentado. Menos abalanzar con uve.
Me refiero al verbo, dear Max.Te refieres a la serie?
¿Y para qué sirve el respeto de los tontos?
.
¿Piensas que un tipo puede creerse inteligente y a la par ser subnormal?
El único problema que tengo con tontos vacilones es que no puedo emplear violencia contra ellos sin consecuencias penales.
Dicho esto, con tontos tranquilos, humildes, e incluso cariñosos, toda la paciencia del mundo.
Igual os estáis percibiendo en el grupo equivocado y de ahí os vienen los problemas.
Teniendo en cuenta que esta es la última vez que pierdo energía contestándote.
Atiende.
Sé que odias a los rojos con toda tu alma.
¿Te has preguntado de dónde salen, por qué son así?
Pues por rebeldía en el 80% de los casos, por tener a padres, hermanos, suegros, cuñados, compañeros de clase o trabajo, vecinos, maestros, jefes, etc., COMO TÚ.
Eres tan extremo que causas efecto rebote.
Magnífica exposición, señor o señora Alcaudón.Hay una escena que se repite desde la noche de los tiempos: el tonto mirando al listo con cara de asco, como si estuviera viendo a un bicho raro.
No entiende lo que oye.
Le incomoda lo que ve.
Y como no le llega la cabeza para procesarlo, resuelve el conflicto con el sello mágico de esta época: "vaya subnormal".
Y ya está.
Misterio resuelto.
No hace falta pensar más.
El asunto es que la inteligencia no se nota como los músculos: hombros anchos, cuello gordo, arterias como túneles de tren.
Pero a alguien con buena cabeza no se le ve nada desde fuera. Sólo se nota en los matices, en cómo enlaza ideas, en cómo huele la contradicción, en cómo se calla cuando no sabe.
Y precisamente esos matices son los que al tonto le pasan por encima.
Al que va justito de coco le jode especialmente una cosa, y es que le desmonten el marco mental.
Tiene cuatro ideas mal digeridas, dos tópicos de bar, tres consignas de Twitter y un trauma mal resuelto.
Con eso ha montado su identidad.
Cuando alguien con más capacidad le señala que tal cosa no se sostiene, no ve una oportunidad de aprender, sino una agresión. Y, como no tiene herramientas racionales, responde con lo único que domina: burla, insulto, desprecio.
El "subnormal" no va del otro, va de proteger su pequeño castillo de naipes.
Otra cosa que confunde mucho es la diferencia entre inteligencia y función social.
El listo, muchas veces, no está bien adaptado al circo. Le agobian las multitudes, no le gusta la charla de ascensor, y le cuesta fingir entusiasmo por cosas que le parecen estúpidas.
En contraste, el tonto bien socializado se mueve por ese ecosistema como pez en el agua, repitiendo lo que toca, riendo donde toca, indignándose donde toca.
Desde fuera, ¿quién parece más "listo"?
El que encaja en la parodia colectiva.
El otro es raro.
Ergo sospechoso.
Ergo "subnormal" .
Además está el tema del lenguaje.
El que tiene más cabeza suele usar palabras precisas, matices, ironía fina.
El tonto, que vive con un vocabulario de 500 palabras y tres emociones básicas, se pierde en cuanto la conversación sube medio peldaño.
Y cuando metemos el orgullo banal dentro de la ecuación, en lugar de decir un "no lo pillo, explícamelo", que implicaría humildad, prefiere atacar: "qué pedante", "vaya gilipollas" o "eres tontísimo".
Traducido: "me estás obligando a pensar, y eso me molesta".
Luego está la envidia, que es el motor secreto de medio planeta.
La inteligencia no te hace mejor persona, pero sí te permite ver más lejos, atar cabos, anticipar hostias. Cuando alguien ve que otro entiende cosas que él ni huele, se activa la rabia.
Y la rabia, si no se sabe gestionar, se convierte en odio al que destaca.
El insulto "subnormal" es una forma de intentar bajar al otro de nivel, de arrastrarlo al barro, donde el tonto se siente en su hábitat natural.
"Si no puedo subir, intento tirarle", piensa para sí.
Además, el insulto actúa como vacuna contra la autocrítica: si el otro es "subnormal", entonces tú estás bien.
Por eso los tontos creen que los listos son subnormales, porque la inteligencia, vista desde lejos y sin análisis, parece un fallo del sistema.
Es más cómodo seguir siendo funcional en un mundo idiotizado.
"El gran problema del mundo es que los estúpidos están seguros de todo, y los inteligentes están llenos de dudas".
—Bertrand Russell
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