Correcto duque_marques. Tras el Tratado de Versalles Alemania tenía prohibido construir buques de más de 10.000 toneladas de desplazaminento, lo que excluía a los acorazados. Los ingenieros alemanes diseñaron un nuevo tipo de embarcación, la cuál tenía suficiente armadura y potencia de fuego para enfrentarse a cruceros al mismo tiempo que su exelente velocidad máxima (28 nudos) le permitía escapar de esos grandes navíos de línea que podían plantarle cara con garantías.
Sus piezas fueron unidas mediante soldadura eléctrica, prescindiendo de los clásicos remaches, lo cuál ahorró considerable peso e hizo su frabricación carísima. Fué el primer barco militar que incorporó maquinaria Diesel. Éste avance le permitió tener una autonomía sencillamente brutal, de 19.000 millas (35.000 km). En resumidas cuentas, en el momento de su botadura era una obra maestra de la ingeniería naval.
El Graf Spee navegó durante tres meses por el Atlántico sur, interceptando y hundiendo mercantes británicos, causando pérdidas por valor de 50.000 toneladas. Cabe destacar que comandante Hans Langsdorff actuó siempre según el derecho internacional, permitiendo a las tripulaciones de los mercantes abandonarlo y subir a los botes salvavidas para, una vez hundido, enviar un mensaje de socorro y de ese modo cerciorarse de que serían rescatados.
La Marina Británica movilizó no menos de 23 navíos para dar caza al corsario que estaba poniendo en peligro las rutas comerciales inglesas. El 13 de diciembre de 1939 tuvo lugar la denominada Batalla del Río de la Plata, que enfrentó al Graf Spee contra tres unidades británicas, el Exeter, el Ajax y el Achilles. El combate fué duro y dejó al Exeter gravemente dañado. El Graf Spee se refugió entonces en el puerto de Montevideo para realizar reparaciones. Se le dío un plazo de 72 horas, tras el cuál debería abandonar el puerto (Uruguay era neutral) y enfrentarse a los navíos británicos que lo esperaban en la bahía.
El enemigo era muy superior y no se podía correr el riesgo de que la nave fuera capturada. Asi que la propia tripulación lo voló ante cientos de curiosos que se habían agolpado en los muelles. Pocos días más tarde, tras escribir una carta de despedida, el comandante Hans Langsdorff se suicidó porque, según sus propias palabras: "No es necesario recordar que para un comandante que tenga sentido del honor su destino personal no puede ser distinto del de su buque"